Jaque a la liga del Sporting

Paso de gigante hacia el título, ese que no ganan desde el 2021. Rúben Amorim consiguió romper la racha de 19 años sin ganar un título liguero, pero con él en el banquillo, sus aficionados no tendrán que esperar tanto. Por eso había pancartas en la grada pidiéndole que se quedase. El 2-1 ante el Benfica logrado este sábado permite al Sporting dar un golpe sobre la mesa en la liga portuguesa y se distancia a cuatro puntos de su perseguidor teniendo un partido por recuperar. Y solo seis jornadas por jugarse.

Era el segundo derbi lisboeta de la semana (el martes se enfrentaron en la vuelta de las semifinales de Copa) y la tensión estaba por las nubes. Para el Benfica no era solo su oportunidad clave para asaltar el liderato, sino que también esta es su última esperanza de ganar un título esta temporada. Si a Nuno Santos le tiraron un cargador de móvil cuando fue a sacar un córner hace cuatro días, Di María tuvo que apartar un asiento arrancado de la grada. La pasión se trasladó al campo, cuando Di María tocó la cara de Pote (Diogo Gonçalves) y se jugó la roja; pero también los nervios. António Silva, quien suele ser más que correcto con el balón en los pies, le dio un balón comprometido a Bah que perdió. Un jugadón de Pote por la banda izquierda terminó con Catamo recogiendo un rebote al segundo palo en el primer minuto de partido.

Hubo muchas ocasiones de peligro, aunque la mayoría de color rojo. Antes del descanso, Bah aprovechó una falta colgada por Di María para rematar por encima de todos la segundo palo y empatar. Gyokeres le pegó al palo, pero los visitantes no se achantaron. David Neres estuvo cerca de empatar cuando regateó a Israel y, luego, el propio guardameta uruguayo despejó un gran disparo de Di María. El argentino, como viene siendo habitual esta temporada, fue el líder del Benfica sobre el campo.

El marcador no se movió definitivamente hasta el descuento. Otra vez Catamo, que en la segunda parte Amorim adelantó un poquito más su posición desde la de carrilero en la que había empezado. Otra vez al segundo palo. Con otro golazo, reventándola con toda su fuerza. Las lágrimas que le salieron al celebrarlo demostraban lo que era ganar, con 23 años, el partido más importante para tu equipo. Y el partido que le acerca al primer título de su carrera.

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