Guerra Mundial
Las voces críticas contra el Mundial de Clubes chocan con el éxito económico y deportivo vendido por la FIFA. Los clubes, seducidos por los premios.
El recién finalizado Mundial de Clubes fue un éxito rotundo. Un triunfo económico para los clubes. El campeón, el Chelsea, logró casi 105M€; el PSG, 97M€; el Madrid, unos 75M€... Y fue una victoria económica para la FIFA. Los 63 partidos del Mundial generaron unos 2.000M€ de ingresos según palabras de Gianni Infantino. “Ha sido un éxito enorme; la era dorada del fútbol de clubes ha comenzado...”, expresó exultante el suizo. Nadie era más feliz en EE UU que él.
El Mundial de Clubes también gustó a personalidades como Wenger, Ronaldo, Kaká, Stoichkov... apoyos incondicionales de Infantino. “Se necesita un Mundial de Clubes. Si preguntas a todos los clubes que estuvieron, la respuesta más probable es que quieran repetirlo. La pregunta clave es: ¿les gusta a los aficionados? Creemos que se proyectó una asistencia baja y, en realidad, fue mucho mayor”, esgrimió el exentrenador del Arsenal. Esos clubes son los mejores aliados de la FIFA. Principalmente por los réditos económicos que les reporta jugar un mes cada cuatro años. Clubes poderosos ya presionan a Infantino para que implemente el torneo, ya no solo cada cuatro años, sino cada dos. Un hecho que es fácil de encajar en el recargado calendario.
El Mundial de Clubes es la peor idea jamás implementada en el fútbol"
Jürgen Klopp, entrenador alemán
El balance deja otro datos. El Chelsea logró en un mes de competición más de 100 millones de euros. Cantidad que supera con creces a la que lograría en una gira veraniega de pretemporada. Y se asemeja a los premios por ganar la Champions (que se disputa a lo largo de toda la temporada).
Críticas feroces. En el otro lado de la historia se colocan los que ven el Mundial de Clubes como innecesario, creado en contra de los descansos de los jugadores y que no hace más que ponerles en riesgo.
Raphinha, brasileño del Barcelona, alzó la voz. Y eso que los culés no eran unos de los invitados: “Es muy difícil renunciar a las vacaciones para jugar algo que nos obligan. Muchos de los participantes del Mundial no tendrán vacaciones, es inaceptable. Tres semanas de vacaciones son sagradas”. Ese problema denunció el máximo representante de Al Hilal a la hora de buscar refuerzos de cara al torneo: “Prefieren irse de vacaciones...”.
El tema del descanso es una línea roja. De Nueva York salió el consenso de que debe haber al menos 72 horas de descanso entre partidos y que los jugadores deben tener un periodo de descanso/vacaciones de al menos 21 días al final de cada temporada. Unas bases que para el sindicato de fútbol mundial, FIFPro, no son suficientes. Bajo el título El hombre que se cree Dios, arremetió con dureza contra Infantino. “Lo que se presentó como una fiesta global del fútbol no fue más que una ficción montada por la FIFA, impulsada por su presidente, sin diálogo, sin sensibilidad y sin respeto por quienes sostienen el juego con su esfuerzo cotidiano. Una puesta en escena grandilocuente que recuerda inevitablemente al pan y circo de la Roma de Nerón, entretenimiento para las masas...”. Para FIFPro nunca se cuenta con los jugadores a la hora de tomar decisiones.
Es la misma línea que antes siguieron figuras de peso en el mundo del fútbol. Por ejemplo, Jürgen Klopp: “El Mundial de Clubes es la peor idea jamás implementada en el fútbol. Se celebra en el momento y por los motivos equivocados”. Javier Tebas, presidente de LaLiga, también dio un rapapolvo al torneo: “Un auténtico despropósito: jugadores y ligas en contra, calendarios destrozados y un ecosistema del fútbol profesional gravemente dañado. ¿Se puede hacer peor?”. Tampoco se cortó Koeman, seleccionador de Países Bajos: “Es absurdo. Con esto se destruye a los jugadores”. En Inglaterra, los habituales pundits repudiaron el Mundial. “No hay apetito. Ni jugadores ni entrenadores quieren estar ahí”, indicó Carragher, leyenda del Liverpool.
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Pros y contras de un Mundial de Clubes histórico que obligó a centrar la atención en Estados Unidos durante un mes de verano y que todavía dará mucho que hablar. Un torneo que ha producido una dicotomía en el calendario con la que tendrá que lidiar la FIFA hasta 2029. Si no es antes.
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