Final perfecto y una fiesta jamás vista

Una espera de 33 años, con quiebras, descensos y humillaciones, tuvo premio con un larguísimo mes de fiesta (del 4 de mayo al 4 de junio) que merecía un gran final. El Nápoles termina hoy, levantando el trofeo de campeón de Italia en el Maradona, una temporada legendaria que De Laurentiis ha querido despedir con un evento a su altura después del partido con la Sampdoria. Los azzurri, ante los blucerchiati colistas y ya descendidos, ganaron el encuentro sin apuros con dos goles en la segunda parte, gracias a los que cerraron el campeonato con 90 puntos, 16 más su primer perseguidor, la Lazio. Un penalti del capocannoniere Osimhen (26 goles en el Calcio, 31 en la temporada) y un golazo de Giovanni Simeone (celebrado mostrando una camiseta de Maradona), que llega así a nueve tantos en apenas 764 minutos en el verde: uno cada 84′.

Durante el choque, tuvo lugar también el adiós a Fabio Quagliarella, que deja la Serie A con 40 años, tras 722 presencias y 235 goles como profesional. Lo hizo justo en su ciudad y en el que fue su estadio, que le dedicó una emotiva ovación que recibió entre lágrimas.El campo presenta 11 pantallas gigantes (más las dos habituales) para un evento que durará al menos hasta la medianoche. Ante los 55.000 afortunados que encontraron una entrada (con más de 350.000 peticiones), después de la entrega del trofeo de la Lega Serie A y de los premios individuales (para Spalletti, mejor entrenador de la Serie A, Kim, mejor defensa, Osimhen, mejor delantero y Kvaratskhelia, MVP) actuarán una decena de cantantes, actores y artistas de toda Italia.

De Laurentiis estuvo planeando desde hace meses un evento que habría querido llevar a cabo en el centro de la ciudad, algo que desaconsejó el Ministerio del Interior (y, por esta razón, no se pudo realizar la clásica ruta en bus por las calles). La fiesta también será una despedida para un equipo que en el próximo verano vivirá muchos cambios. Se marcharán el director deportivo Cristiano Giuntoli (siempre y cuando encuentre un acuerdo con De Laurentiis para irse a la Juve con un año de antelación respecto a su contrato) y, sobre todo, el técnico Luciano Spalletti. El italiano reiteró que ya no tiene “las energías para estar a la altura de lo que ama”, demostrando el vínculo eterno con la ciudad tatuándose el scudetto y el escudo del club en el antebrazo izquierdo. Su cara aparece en las calles de la Nápoles como las de sus jugadores, ya leyendas. Pase lo que pase en el futuro, serán para siempre los primeros campeones bajo el Vesubio después de Maradona.