Fenómeno Saarbrücken: de cargarse al Bayern a eliminar al Eintracht

El Ludwigsparkstadion y la DFB Pokal supuran magia por los cuatro costados. El cuartel general del Saarbrücken, de la tercera división, y la copa alemana volvieron a evidenciar este miércoles su aura especial con otra gesta que quedará para las páginas históricas de una competición plagada de minas. Lo volvió a evidenciar el modesto Saarbrücken, de nuevo equipo de cuartos de final de la Pokal, que ya espera rival tras añadir al Eintracht Frankfurt a la lista de víctimas donde ya se encontraban el Bayern Múnich y el Karlsruher. El pitido final del árbitro dio paso a dos estampas antagónicas. La cara y la cruz de la Copa.

Una, la del Eintracht de Frankfurt, brazos en jarra y cabezas gachas, ofreciendo gestualmente su disculpa al nutrido grupo de aficionados que recorrieron los cerca de 223 kilómetros que separan ambas localidades, más allá de las dos divisiones deportivas existentes entre ambos conjuntos. La otra, la de la del júbilo y la ilusión desbordantes resultantes de continuar escribiendo un cuento de hadas. Que puede ser otro tiburón -como diría Jose Mourinho- de la Bundesliga. O Sttutgart o Borussia Dortmund pasarán por el desfiladero del matagigantes, al menos por categoría, de la presente edición.

Decimos de nuevo porque el conjunto saarense se conoce esta historia. El que fuera uno de uno de los dieciséis clubes que participaron en la primera edición de la Copa de Europa en 1955 por haber ganado el campeonato nacional alemán de la época tocó con la yemas de los dedos la final en hace dos años, en plena pandemia. Eliminó en cuartos de final al Fortuna Düsseldorf en la tanda de penaltis, pero cayó en semifinales ante el Bayer Leverkusen.

En similar punto de partida se encuentra ahora, tras ahondar en la crisis de resultados del Eintracht. El conjunto de Dino Toppmoller, séptimo en la Bundesliga y que hace dos años llegó a asaltar el Camp Nou y acabar ganando la UEFA Europa League, enlazó su cuarto partido sin ganar, este con bonus de sonrojo. Si ante un Bayern sin Harry Kane el héroe fue Marcel Gaus, con ese gol en la prórroga, esta vez el héroe llevó incluso máscara. Kai Brunker anotó el primero y propició el segundo, de Luca Kerber. Dos goles en tres disparos, ambos en la segunda parte, para condenar los mismos pecados que los muniqueses, la falta de consideración e intensidad. Efectividad máxima para un matagigantes que empieza a serlo más por causalidad que por casualidad. Para poner la guinda a esa serie de catastróficas desdichas, el Eintracht, además, acabó con diez jugadores por la expulsión de Noel Futkeu.

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