El Marsella quiere el trono del PSG

Parece que, por fin, después de muchos años de golpes, desilusiones y decepciones, el Olympique de Marsella puede soñar en grande. No necesita grandes partidos para llevarse los tres puntos y su entrenador, De Zerbi, ha devuelto la ilusión a un gigante adormecido y que estaba sumergido en crisis sin remedio. Bastaron dos zarpazos, de Maupay y Luis Henrique, para vencer al Niza, 2-0, colocándose en lo alto de la clasificación a expensas de lo que haga el PSG contra el Brest.

Le costó, eso sí, bastante al Marsella entrar en el partido. Su rival planteó una guerra de guerrillas mediante un marcaje individual por todo el campo que imposibilitó que Roberto de Zerbi pudiera desarrollar su idea de juego. En ninguna zona existieron ventajas y el talento individual no pudo imponerse. El Niza estaba muy bien plantado y ni el fragoroso Velodrome, engalanado para conmemorar el 125 aniversario del OM, impuso a los de Haise, que incluso tuvieron oportunidades para ponerse por delante, como un remate de Melvin Bard a bocajarro que escupió fuera el palo.

La suerte sonrió al Marsella. Un centro lateral sin aparente peligro de Luis Henrique fue aprovechado por Neal Maupay, que no paró de pegarse con los centrales rivales. El delantero, en su debut como titular, envió a la red una de las pocas oportunidades que tuvo el conjunto marsellés en toda la primera mitad. Suficiente para los resultadistas.

El Marsella te aniquila si le dejas una baldosa y sí le perdonas, como el Niza nada más comenzar el segundo tiempo en un disparo que Rulli salvó de forma milagrosa. Este equipo, que no necesita brillar para ganar, puede marcarte en cualquier momento. Tras un robo en campo rival, Luis Henrique envió a la escuadra un remate cruzado que hizo temblar el Velodrome. El brasileño estaba en el ostracismo en enero, cuando volvió de su cesión en Botafogo. Ahora es una de las claves de De Zerbi.

No faltó, por supuesto, el susto en Marsella. Cornelius vio la amarilla en el minuto 65 y diez minutos después fue expulsado por perder tiempo. Una roja absurda, quizá hasta litigiosa, pero que dejó al OM con diez en el tramo final. Los ultras festejaron antes de tiempo con bengalas, celebrando los 125 años del club, paralizando el partido durante varios minutos. El triunfo se quedó en Marsella, que quiere pelearle el título al PSG.

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