El Liverpool presenta candidatura

Al Liverpool se le olvidó su posición en la clasificación. También su inicio de campaña. En la memoria de los de Klopp únicamente se pudo encontrar la goleada en Liga de Campeones frente al Rangers. Ganaron 1-7 en Glasgow y ganaron también en confianza. Especialmente Mohamed Salah, que logró un hat-trick en seis minutos. Atrás quedaron los errores y la tibiez de encuentros anteriores. Volvió el equipo que la temporada pasada pugnó por todos los títulos hasta el final, pese al amargo sabor con el que terminó el curso. Presentó batalla al Manchester City, que llegaba como favorito a un campo en el que solo ha ganado dos veces en los últimos 20 años. Los cityzens terminaron perdiendo por primera vez esta temporada.

Y eso que empezaron mandando. Bien. Cómodos. Moviendo el esférico y tratando de evitar los contraataques locales. Al Liverpool no le importó demasiado esperar el momento ideal para salir rápidos con balones en largo al tridente ofensivo. Así es como poco a poco van tomando el control. Presionando arriba y recuperando en posiciones peligrosas. Un cuarto de hora para cada equipo. Y luego sálvese quien pueda. Carreras continuas, de una portería a otra. Golpe y contragolpe. Los de Guardiola crecieron en esa tesitura. Haaland, que ya gozó de una ocasión clara en los primeros instantes, pudo abrir el marcador superada la media hora de juego rematando sendos centros de De Bruyne. El primero se marchó fuera, y el segundo a las manos de Alisson.

También pudo abrir el marcador Salah a los cinco minutos de la reanudación. Elliott vio a Firmino y éste encontró al egipcio con un toque. Con el City volcado, con espacios. Salah corrió hasta plantarse ante Ederson. Con un toque sutil, el guardameta desvió la trayectoria de la pelota. Foden creyó hacerlo segundos después, pero su tanto fue anulado por una falta previa de Haaland sobre Fabinho. Explotó Guardiola. Explotó Anfield. Y explotó el partido. Ruido e intensidad. Anarquía. Defensas distribuyendo, centrocampistas atacando y delanteros defendiendo. Como si se disputase una final, y no la décima jornada de liga. Como si el título tuviera que decidirse el domingo y no a final de temporada. Una gozada.

Pese al ruido, la producción de nueces fue escasa. Nula. Klopp decidió cambiar el panorama con una triple sustitución a falta de un cuarto de hora. El luminoso mostró el dorsal de Salah debido a un error en la comunicación entre el delegado del Liverpool y el cuarto árbitro. Los titulares y las divagaciones en los días previos versaban en su mayoría sobre Erling Haaland, sobre Darwin Núñez, sobre las nuevas caras de ambos equipos, pero el jugador decisivo fue Mohamed Salah. Un clásico. Con un patadón de Alisson, el Liverpool salió a la contra. Bastó el patadón. Salah canceló a su par con un buen amago, y no erró cuando se encontró con Ederson.

Volvieron los choques y la intensidad. Klopp fue expulsado por una protesta demasiado efusiva, y los jugadores del City se desquiciaron sobre el césped. Especialmente Bernardo Silva. Nadie encontró la compostura necesaria para cerrar el partido o para empatarlo. Las emociones pudieron con ambos equipos. Y al remate, el Liverpool con el Manchester City. Rejuvenecido. Mostrando el espíritu de años pasados. Presenta candidatura al título, aunque sigan estando a 14 puntos del liderato.