Descalabro del Chelsea

‘Profeta en mi tierra’. Esa idea rondaba la cabeza de Graham Potter, que volvía a Brighton después de despedirse hace dos meses y quería demostrar de qué pasta estaba hecho su Chelsea. Pero lo que se encontró fue a un equipo mejor en todas las facetas del juego, más hecho y, sobre todo, con mucha más convicción en su ataque. Por primera vez, a De Zerbi se le vio dusfrutar desde la banda, y arrolló a los blues, que cayeron por 4-1. Trossard abrió la lata, dos errores de Loftus-Cheek y de Chalobah dieron pie a la goleada, y pese a la respuesta de Havertz, Grob puso el cuarto, muy al final, para dar por cerrado el partido.

Con razón, en la víspera del partido, los periodistas ingleses preguntaron a Pep Guardiola por qué no hay más equipos que tengan el mismo estilo que el Brighton. Y aunque el técnico del Manchester City no se mostró particularmente elogioso (“el estilo da igual”, llegó a comentar en contra de lo que se presupone), lo cierto es que el juego de los blanquiazules gana cada día más adeptos. Algo parecido a lo que sucede con Leandro Trossard, un estilista del balón al que el sur de Inglaterra se le está quedando pequeño.

Uno-dos. Solo necesitó un par de toques, pero fue suficiente para que el delantero del Brighton burlara la salida de Kepa, que vio desaparecer el balón y colarse violentamente en la red, ante el intento frustrado de evitarlo de Chalobah y Cucurella. Los de De Zerbi eran puro furor, habían salido escopeteados, y en apenas un cuarto de hora, celebraron el 2-0 con un córner que Loftus-Cheek acabó marcándose en propia. Definitivamente no estaba siendo el mejor día para el Chelsea en defensa y una escapada de Estupiñán por la banda izquierda regaló el tercero a las gaviotas, con la colaboración de Chalobah, que fue el que acabó marcando el gol también propia.

Potter no ganaba para disgustos, y para colmo, Kepa se marchó sustituido al descanso por Mendy. Pero ni la entrada del portero francés, al que ya se le puso antes de tiempo la etiqueta de suplente, contuvo el torrente ofensivo del Brighton, que cerca del final hizo el cuarto por pura insistencia: disparon tres veces en la misma jugada hasta que Grob cazó el rechazo y tumbó por fin a Mendy. Y todo ello sin tener en cuenta el gol de Havertz, un amago de remontada, que se quedó en eso. Un intento. El tiempo de De Zerbi ha llegado.