“Collina observaba nuestros cuerpos semidesnudos con una mirada gélida...”
Jonas Eriksson, exárbitro internacional, cuenta los métodos de Pier Luigi Collina para controlar el estado físico de los colegiados.
“Allí estábamos, en una larga fila, solo en ropa interior. Éramos los mejores árbitros de Europa, atletas de élite, modelos a seguir, adultos, padres, personalidades fuertes con gran integridad... pero nadie dijo nada. Apenas nos miramos, nuestras miradas parpadearon un poco nerviosas mientras nos llamaban al frente de dos en dos. Allí Collina nos observó de arriba abajo con una mirada gélida. Silencioso y observador”. Con estas palabras cuenta Jonas Eriksson, exárbitro internacional sueco, los métodos poco ortodoxos de Pierluigi Collina, quien fuera jefe del Comité de Árbitros de UEFA hasta 2018 y responsable FIFA, para controlar el estado físico de los colegiados. Lo hace en su libro House of Cards y del que The Guardian publica un extracto.
Eriksson, retirado del arbitraje en 2018 y que, desde entonces, ha sido muy crítico con la institución, no escatima detalles de los exámenes que Collina hacía pasar a los árbitros. “Nos subimos a la báscula uno por uno. Metí el estómago, enderecé la espalda y contuve la respiración como si eso fuera a hacer alguna diferencia. Uno de los instructores anunció en voz alta: “Eriksson, Suecia, 96,2 kilos. Sentí cómo Collina se detenía, me miraba y escaneaba mi cuerpo casi desnudo. Pensé para mí mismo que esto no era digno. Soy un adulto y estoy obligado a estar aquí para ser examinado y juzgado”, explica Eriksson en su narración.
Cuenta cómo después, un instructor fue presionando, midiendo... “Un asistente ingresó los números en un documento, y cuando se establecieron los cuatro valores, el documento calculó rápidamente mi porcentaje total de grasa. Mi valor fue anunciado, para que todos lo oyeran: ‘Eriksson, 18,7 %’, describe este excolegiado con experiencia en Mundiales, Eurocopas, Champions... hasta acumular la cifra de 142 partidos internacionales.
“La primera vez que me obligaron a soportar este humillante procedimiento fue en otoño de 2010, durante nuestro curso anual con la UEFA”, explica el sueco. Eriksson, desde su retirada, se ha mostrado siempre receloso de la forma de gestionar las designaciones de Collina, al que ahora pone en el centro de estas prácticas: “¿Por qué no dije nada yo ni nadie más? ¿Por qué no nos pusimos de pie y dijimos lo que todos pensaban: que era degradante? Si hubiera alzado la voz, habría firmado la sentencia de muerte de mi carrera. Si hubiera cuestionado o desafiado los métodos que Collina había introducido, no habría conseguido ningún partido, estoy convencido de ello".
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