ATHLETIC

Fidelidad rojiblanca

Bilbao sienta cátedra de cómo retener su talento sin una fuga de estrellas. Con Urrutia salieron muchos por la cláusula, pero eso se ha acabado.

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Hubo una época, hablamos de este siglo no la edad de las cavernas, en la que en el Athletic se vivió un lento goteo de fugas de sus estrellas. Abrió ese camino que provocó escalofríos en San Mamés el Bayern de Múnich abonando los 40 millones de la cláusula de Javi Martínez, en 2012, tras la explosión rutilante del Athletic en el Viejo Continente de la mano de Bielsa, con las finales de Copa y Europa League. Siguieron por esa línea Ander Herrera, que arrancó disparado hacia el Manchester United por 36 millones y Kepa Arrizabalaga, con 80 kilos aportados por el Chelsea.

El caso de Laporte fue radicalmente distinto, ya que en todo momento quiso cerrar un adiós lo más amistoso posible. Se propuso dejar mucho dinero en caja como agradecimiento por la formación que había recibido en Lezama y siguieron lloviendo billetes en Bibao: 65M€ en este caso, procedentes del Manchester City. Por entonces Josu Urrutia acuñó aquella frase de que había un par de condicionantes para dejar la Catedral: que el jugador dijera que quería dar el paso y que pagara la cláusula. Uno que escapó de esa máxima fue Fernando Llorente: decidió a acabar su etapa en Bilbao, camino de la Juventus, salió gratis y dejó tras de sí una enorme polvareda.

Tan polémica como esa salida fue la de Remiro, porque se negó a renovar y lo mandaron un año a la grada. Al final se fugó al eterno enemigo rojiblanco: la Real Sociedad. Areso escapó del club de su alma, Osasuna, para ir al Athletic, con un enfado desproporcionado por parte de la directiva rojilla. Pero es que en Lezama se negó a renovar el último año e igualmente vivió un calvario sin jugar en todo el año. Hasta que, una vez libre de ataduras, se decantó por regresar a Tajonar.

Son muchos los casos de leones que decidieron largarse. Pero en los últimos tiempos esa tendencia, bastante menor que en otros equipos, ha quedado abortada. Siempre hay alguien que rompe la norma, como Iñigo Martínez, que se empeñó en fichar por el Barcelona, y se salió con la suya, pero ya no se ven espantadas que dejan al personal con la boca abierta.

La peculiar filosofía rojiblanca provocaba un cataclismo cada vez que una estrella se daba a la fuga, aunque todas esas cláusulas dibujaron una gestión con Urrutia envuelta en riqueza. La economía rojiblanca estaba exultante. Pero esa forma de concebir el equipo, con jugadores propios del entorno, hace que se les pague salarios desproporcionados, que difícilmente iban a igualarse en otro sitio.

El actual presidente, Jon Uriarte, reitera en cada aparición pública lo importante que es para la entidad “ser la primera opción” para los jugadores de su “mercado de fichajes”. “Nuestro objetivo es atraer y fidelizar al futbolista de elite con un proyecto de un modelo único de club de elite compitiendo en Europa, compitiendo por títulos”, insiste. Uriarte destacó que la “principal fortaleza” del Athletic “es el sentimiento rojiblanco”, un sentimiento “que si se mantiene vivo y fuerte es porque el club ha sabido mantener su identidad única en la elite del fútbol al máximo nivel, a pesar de las enormes dificultades que nos depara el camino elegido”. Y explicó que algo así “no sería posible sin estabilidad económica”, uno de los objetivos que busca su Junta.

El último en renovar ha sido Mikel Vesga, por tres años, hasta 2027. Hoy no se concibe una salida de malos modos, dando un portazo. La nueva junta ha tomado la absurda costumbre de no hacer públicas las cláusulas de los jugadores una vez que renuevan, aunque en el pasado Muniain abrió la puerta a firmar sin ningún tipo de blindaje, para evitar tentaciones de clubes poderosos.

La afición bilbaína no era muy optimista con Sancet y Nico Williams, las últimas perlas de San Mamés. El primero anunció su firma hasta 2032 micrófono en mano tras acabar un partido contra el Getafe. Se ha puesto una cláusula de 80 millones. El segundo ha tenido ofertas de Aston Villa, Barcelona, Real Madrid... y pidió un vínculo corto, así que ha firmado por tres campañas, hasta 2027, y también exigía una cláusula corta, porque su idea es salir a medio plazo, pero dejando dinero en caja. Los aproximadamente unos 50 millones que tiene de cláusula.

La dirección de fútbol encabezada por Mikel González ha ido renovando a Adu Ares y Unai Gómez, pero aún le queda un arduo trabajo por delante para negociar con los diez leones que acaban contrato el 30 de junio de 2024. De Marcos es uno de ellos. La decisión de continuar estará en sus manos teniendo en cuenta que es un fijo para Valverde en el lateral derecho y está a un buen nivel. Raúl García, que apenas cuenta y va camino de los 38, puede decir adiós al fútbol en junio, por lo menos en España.

Con Berenguer y Guruzeta hay también conversaciones avanzadas. Y luego se va a encarar el caso de Yuri. La actual directiva quiere imponer fichas con subidas según objetivos. Nolaskoain, Dani García, Morcillo (cedido en el Amorebieta) y Ander Herrera tienen que sentarse a negociar. Por último, está Muniain, un caso especial por tratarse de un jugador muy querido por la platea y con una trayectoria tan larga en el primer equipo. También se ha empezado a hablar con Simón, que acaba contrato en 2025. Su fidelidad es ejemplar. “A veces me canso de decirlo, me voy a quedar aquí hasta que el club lo decida y si veis alguna noticia de ofertas no hagáis más bola, porque no va a pasar nada. El equipo saudí del Al Hilal le hizo un ofertón en verano, pero dijo ‘no’. Nadie concibe una salida de forma unilateral por parte del jugador.

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