FINAL DE COPA | ATHLETIC - MALLORCA

“Es un honor ceder el testigo a los Williams”

Los hermanos Julio y Patxi Salinas rememoran los últimos grandes títulos, la gabarra y la nostalgia de ver a Iñaki y Nico recorrer parte de su andadura.

EL DESMARQUE

Antes que los Williams ha habido un buen ramillete de hermanos en la historia del Athletic, hasta 25. Los Belausteguigoitia fueron tres. También hubo cinco casos de padres e hijos (el más célebre, el de Carmelo y Andoni Cedrún, y el último, los Larrazabal, Aitor y Gaizka) y hasta un abuelo y un nieto, Bertol y Cortina. Tío y sobrino eran Ander y Gaizka Garitano. Pero centrémonos en los hermanos. Los Guerrero no lo lograron porque José Félix no llegó a debutar con el primer equipo. Los Arieta, los Rojo.... y los Salinas. Ellos son los que han dado paso a Iñaki y Nico como familia directa más célebre en San Mamés. Y forman parte de los últimos campeones, de los que navegaron en la gabarra en los años 80 del siglo pasado.

“Los Williams son dos piezas indispensables en este Athletic. Llevan el peso en el aspecto ofensivo”, remarca Julio. Y Patxi se enorgullece de que entre los Salinas suman cuatro títulos, Liga, dos Copas y Supercopa. “Ahora mismo parece impensable que venga otra saga que lo iguale. Eso sí destaca que los Williams “son fundamentales, vitales” en el actual Athletic. “Sin ellos, el potencial sería mucho menor, por sus características, a los contrarios les hace andar con mucho cuidado”.

Patxi dirigió al Basconia y el Bilbao Athletic, segundo y tercer filial del Athletic. Y trabajó con Nico. “Ven a verlo, este va a subir del Juvenil directamente al filial”, apunta Julio que le recomendaba emocionado su hermano. En efecto, el exceltiña lo corrobora: “Le decía a Rafa (Alkorta, exdirector deportivo): ‘Déjamelo, a él y a Nico Serrano’. Veía que iba a ser un pepino, a los amigos les decía que sería mejor que el hermano. Verlo entrenar era un espectáculo. Puedo decir bien alto: yo entrené a este cabronazo. Lo suyo era otra historia”. En esa misma línea, también destaca a Adu Ares, que llegó del Santutxu, aunque la explosión de este va más lenta. Así que coincide con su hermano en que “es un honor ceder el testigo a los Williams como hermanos que triunfan en nuestro club”.

Julio admira la trayectoria del club. “Es milagroso, poder ir a la Champions y jugar esta final con un equipo de once aldeanos. Cada vez nacen menos niños, no hay las campas de antes y encima no dejan de fortalecerse los equipos del entorno, lo que reduce el espacio para coger de otros sitios”. Ha ido a cuatro de estas cinco últimas finales, todas menos la de la Real, aplazada un año en 2020 por la pandemia. La primera en 2009 en Valencia fue un duro golpe en Bilbao. “Había más aficionados de Bilbao. Comí con algunos de ellos y todos lo tenían claro: ‘Se puede intentar’. Pero luego con el pequeño (en alusión a Messi), se vio que era imposible”. En su relato sigue cronológicamente las otras finales coperas. “En el Calderón en 2012, la ilusión era tan alta o más, pero se tropezó en la misma piedra. En la del Camp Nou en 2015 se apagaron las expectativas pronto, es que era un superequipo, la única opción que veo es si se hubiera jugado en San Mamés”. Las de La Cartuja vacía en 2021 ante Real y Barçacasi van grapadas en cuanto a impotencia. Todo eso le conduce a pensar que “ahora no se puede perder, sería una decepción terrible... te has cargado a Barça y Atlético, no puede fallar”.

“La celebración en la gabarra es algo único, lo recordaré toda mi vida”

Patxi Salinas

Patxi lo tiene claro: “Hay que pasar el testigo, que ya tenemos ganas de que los periodistas nos dejéis de llamar a los veteranos cada vez que llega una final”. Según el hermano menor, por un solo año, “este club ha contraído ya los méritos suficientes para levantar la Copa, son demasiadas finales perdidas...”. Las anteriores las veía al 50 por ciento, pero “se jugó ante el peor equipo que nos podía tocar”. Por eso no le acaba de convencer el cartel de favorito, y respeta al Mallorca, un equipo “muy rocoso” que “ha hecho una Copa espectacular, dejando en la cuneta a un equipazo como la Real”.

Los Salinas están adscritos a mil actividades. Concursaron en Bake off: Famosos al horno, para elegir al mejor pastelero aficionado del país. Patxi, que ha encaminado su carrera por los banquillos, ha desfilado por Pasapalabra y el Conquis, programa concurso extremo en ETB, “grandes experiencias”. Julio trata de dosificarse. Está colaborando como comentarista y analista en prensa escrita, radio y televisión, da charlas y acude a eventos. “Barcelona es mi casa llevo 24 años seguidos, más los que estuve de jugador, notas que eres muy querido por el Dream Team, hay respeto a aquella generación. Con los del Athletic que ganamos Liga y Copa en el 84 ves que no tienes la misma repercusión. Barcelona es una ciudad increíble, desde el clima hasta la gente. Aunque Bilbao me tira mucho, allí está mi gente y mis amigos y voy en muchas temporadas. Días de vacaciones, en agosto, Navidades, cada mes ando por allí”, remarca el exdelantero, que se muestra “hasta el gorro” de tener que andar justificando “si soy de este u otro equipo”.

“Los operarios que limpien bien la gabarra, que trabajen un poco que esta vez se va a usar”

Julio Salinas

Y entrando en esta cuestión, no se muerde la lengua, como de costumbre: “Tengo un padre y una madre. Nadie me va a decir qué quiero más, soy del centro de Bilbao y he ganado muchas cosas en el Athletic. He vivido allí uno de los mejores momentos deportivos”. Eso no quita para que confiese con orgullo que su mujer y su esposa son catalanes, e incluso él habla catalán. En una hipotética final entre sus dos equipos del alma, tiene claro quién querría que levante la Copa: “El Athletic, porque sé lo que supone este trofeo para Bilbao, mientras que en Barcelona es algo menor”. Sus son hijos del Barça, aunque su segundo equipo es el Athletic, toda la familia se reunirá en Sevilla. Sus padres se emocionaban al ver a los hermanos sobre el campo y se imagina las caras de los progenitores de Williams en La Cartuja: “Esta final no se puede perder”.

“La celebración en la gabarra es algo único, lo recordaré toda mi vida”, destaca Patxi. Y Julio remata con su gracejo habitual: “Los operarios que la limpien bien, que trabajen un poco que esta vez se va a usar”. La risa la prolonga Patxi: “Y que la gente no haga planes el día 11, que toca asomarse a la Ria”. Allí estarán en ese caso, pero en este caso fuera de barcaza, en los márgenes del Nervión con los aficionados. Dejan gustosamente su sitio a los Williams.

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