UD LAS PALMAS

El matrón de Zorrilla

Sadiku regresa al Gran Canaria este domingo como jugador del Cartagena. Un gol suyo ante el Valladolid fue el inicio de la racha en la que sigue Las Palmas.

PASCU MENDEZDiarioAS

Allá por mediados de marzo Las Palmas se encontraba en un momento crítico. Dos puntos en cuatro partidos y una trayectoria descendente desde el mes de noviembre dio con los huesos en la decimocuarta casilla de la clasificación a nueve puntos de la promoción.

A esas alturas de la temporada Las Palmas tenía la fortaleza del cartón piedra. Quienes se querían agarrar a la esperanza vieron que ante el Zaragoza los amarillos pudieron haber ganado, si Hernani en vez de tirar hacia la portería de Raúl Fernández lo hubiera hecho hacia la opuesta, a la de Christian Álvarez quien estaba batido a la espalda del portugués. O ante el Lugo, si no llega a ser por una falta y un balón parado en los últimos minutos. O ante el Huesca, primera vez en varios partidos que se cerró el grifo de los goles encajados de estrategia.

Tras esos encuentros vendrían los 90 minutos ante el Girona, un partido-sinopsis que resumía la temporada amarilla hasta ese momento. Los catalanes estaban siendo apabullados por los grancanarios hasta el minuto 30 cuando llegó la ocasión del 2-0. Ahí acabó la primera de las dos vidas de la U.D. de la 2021-22. Mujica no marcó y acabó expulsado todo en cuestión de segundos. Un partido que se inclinaba a la victoria acabó en 1-3 y con dos jugadores menos. Las dos caras de la temporada de Las Palmas aparecían en un partido en su versión más cruda. La virtuosa y la autodestructiva.

Sin embargo, a rey muerto, rey puesto. Un partido después del de Girona, empezaría la segunda vida de Las Palmas de la temporada 2021-22. Y por la cabeza de LaLiga Smartbank sigue correteando desde entonces, porque este equipo que lidera la categoría de plata nació en el materno de Zorrilla el Día del Padre y el matrón fue un albanés de apellido Sadiku.

Allí marcó en Copa y allí hizo su primero en liga. La oportunidad le llegó en el mejor momento, cuando la esperanza por alcanzar la promoción se había casi disipado. La historia lo decía y la debilidad y los resultados no invitaban a imaginar que el viaje llegaría al puerto final de los playoffs. A aquel tanto de Sadiku que significó el 0-1 le siguieron dos ante el Leganés la semana siguiente y el albanés que había perdido la titularidad dos veces no la volvió a soltar en lo que quedaba la temporada.

Sadiku apareció en un momento clave y como él mismo manifestó “ha sido cuando llegan los últimos partidos que son los más importantes. Por eso estoy muy contento de estar en los focos cuando se está acabando la liga y ser protagonista”.

Salvo al final. De pronto una lesión le mandó a galeras. Ante el Sporting no pudo jugar, no pasaba nada, descanso. Sin embargo, su ausencia frente al Tenerife en la promoción lastimó a Las Palmas y dejó sin la posibilidad al albanés de despedirse al menos en el mismo césped en el que pocas semanas antes enarbolaba a los pies de la naciente una bandera más grande que él mismo pues tenía el tamaño de la ilusión de Gran Canaria.

Quizá ese sea el final bonito, el de la vida real. Pero no por ello no deja de ser descorazonador que ante el Oviedo cuando se marchaba en el minuto 87 ovacionado, Sadiku, el que le dio la segunda vida a Las Palmas en Valladolid, no volvería a vestir de amarillo.

Lo más visto

Más noticias