El Málaga gana sin emoción a un Mirandés que vino de paseo

EI Málaga derrotó sin emoción a un Mirandés que vino casi de paseo porque no se jugaba nada al estar salvado matemáticamente del descenso. Los blanquiazules, con su afición en contra debido a su bochorno de temporada, trataron de defender lo poco de dignidad que les queda y maquillaron la debacle con un oponente que no compitió. Alberto Escassi y Lago Junior cabecearon placenteramente a la red sendos centros de Julián Delmás y Pablo Chavarría. Rubén Castro, que salió en la segunda mitad, estrelló en el poste el que pudo ser el 3-0 en un duelo desangelado y sin sensación de épica por parte de un Málaga cuyas opciones de permanencia pasan por ganar sus dos partidos y que todos los equipos con 48 y 49 puntos lo pierdan todo. Casi imposible. El Málaga planifica su próxima campaña en Primera RFEF. Así de triste.

En un ambiente crispado y de funeral, Sergio Pellicer salió con cambios significativos con Esteban Burgos y Rubén Castro en el banquillo. Público resignado. Afición harta y sin esperanzas. A los 16′ Escassi cabecea a la red un buen centro de Julián Delmás. La Rosaleda no es una fiesta, pero, por lo menos espera que el equipo respete lo poco que le queda de dignidad.

Pocos minutos después, con Cristian llegando con peligro por la izquierda, Chavarría desperdicia el 2-0 ante la indiferencia de la grada que necesita que se le ofrezca algo más. El Mirandés, sin esforzarse. Está frio y si intensidad, con la tranquilidad de tener cumplidos sus objetivos. La Rosaleda no aprieta. No es una caldera. La gente venía de manifestarse contra la gestión de los dirigentes y bastante ha aguantado. Sin pitos y sin aplausos. Sin emoción. Rubén Yáñez es un espectador más en los primeros 45′. No fue exigido.

Nada más empezar la segunda mitad el Málaga dobla su ventaja. Centro de Pablo Chavarría que Lago Junior cabecea a la red. La afición no lo festeja. Dos minutos después entona el himno blanquiazul, ‘Málaga la Bombonera’ como seña de identidad ante un destino, por desgracia, escrito. Después, el silencio. Y las protestas. Dura sensación de que la parroquia iba por un lado y el equipo seguía por otro, el camino del desastre. El resultado daba igual. A los 60′ primera intervención de Yáñez saliendo a los pies de Llabrés.

En pleno juego desangelado Raúl García, que lleva 19 goles y está a tres de Uzuni (actual pichichi de Segunda, pone a trabajar a Yáñez. A los 69′ Rubén Castro y Esteban Burgos entran por Escassi y Lago Junior, los dos goleadores. En la recta final y a pesar de su justificado enfado y desazón la hinchada blanquiazul rompió sus silencios. Varios silencios entre medias.

Rubén Castro estrelló su remate de rigor en el poste. Y tras el pitido final la gente estalló contra los futbolistas al clásico grito de “¡jugadores mercenarios!”. Es lo que hay, desgraciadamente.