BARCELONA

El déjà vú de Szczesny

Lleva cuatro meses y medio sin jugar un partido oficial y, como cuando aterrizó después de la retirada, su rendimiento es una incógnita. Había asumido su papel de ‘coach’ de Joan García.

GORKA LEIZA | DiarioAS
Redactor jefe de AS. Fue colaborador en AS (2000-04) y, después de pasar por Málaga Hoy, regresó como jefe de Sección en Málaga. Delegado de Andalucía entre 2009 y 2012, colaboró en la integración digital-papel de AS en Madrid. Cubre la información del Barça y la Selección de baloncesto. Tres Juegos Olímpicos. Colaborador de SER, Canal Sur y Gol.
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“Soy suplente y, salvo sorpresa, lo seguiré siendo”. Hace una semana, Wojciech Szczesny (Varsovia, 35 años) anunciaba en una entrevista la asunción sin reproches de su nuevo rol en el Barça, con quien renovó hasta junio de 2027. “Me he preparado para eso y, de momento, no estoy decepcionando”. Una semana después, sin embargo, las cosas han cambiado. A ‘Tek’, portero que entró en el corazón de la gent blaugrana el curso pasado por su carisma, le toca cambiar el chip a la velocidad de la luz. En los próximos dos meses, como poco, va a ser el portero titular. Otra vez, como cuando regresó en enero pasado en competición oficial después de su fichaje relámpago por el Barça, su rendimiento es una incógnita. Entonces, había anunciado su retirada del deporte profesional después de la Eurocopa de Alemania, en julio de 2024, y necesitó tres meses (octubre, noviembre y diciembre) para alcanzar un ritmo decente que le permitiese regresar a la competición. Fue en Barbastro, en el partido de Copa previa a la Supercopa de España, donde agarró la titularidad. Es legítimo preguntarse qué pasará ahora y si será capaz de activarse para este reto de máxima exigencia o, por el contrario, ya se había hecho a la idea de un papel residual y estaba más relajado en el día a día. Szczesny lleva desde el 15 de mayo sin jugar un partido oficial. Sin embargo, su experiencia y carácter ganador juegan a su favor.

Sczesny aprobó la temporada pasada. Cayó de pie en el vestuario. Transmitió buen rollo, calma, y se hizo algo así como una mascota para la afición, que aprovechó la confesión de su adicción al tabaco para construir su grito de guerra (“Szczesny, fumador”). Seguramente, no se trate del vicio lo más edificante, pero fue compensado con la fama de buen compañero y de pegamento en la caseta. Lewandowski ya les había anunciado a Deco y Flick esas bondades de ascendencia y liderazgo cuando Ter Stegen se lesionó y el Barça lo sacó de su retiro en Marbella con carácter de urgencia.

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Después de unos inicios dubitativos, con expulsión en su debut en la final de la Supercopa en Yeda, y con otro par de errores gruesos en Lisboa que hicieron preguntarse a muchos por qué Flick se ‘cargaba’ a Iñaki Peña, se enderezó y tuvo un esperanzador tramo central. Sin embargo, la semifinal de la Champions contra el Inter lo señaló de manera indirecta. Los dos partidos de Sommer, imperiales, contrastaron con una actuación mucho más oscura del polaco, que además falló gravemente en la acción del 2-3 en la ida. Renovado dos años por Deco, el Barça veía a ‘Tek’ como el cicerone perfecto para Joan García. Eso, hasta la noche del pasado jueves en Oviedo. A Szczesny le toca ponerse las pilas.

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