El dedo de Saúl señala la clave
Si había un jugador señalado por la rumorología como candidato a perder su plaza en el once, después de que José Alberto anunciara que jugadores que estaban en baja forma podrían dejar su sitio, ese era Saúl García. El de Vioño llevaba un mes desconocido. Después de despegar con fuerza, subiendo el carril constantemente, cuando el relevo en el banquillo le dio pista, Saúl (como Dani Fernández) empezó a centrar mal de manera reiterada, pasó a subir menos y acabó renunciando a centrar las pocas veces que tenía opción. Para eso, para dar la vuelta y retrasar el balón, no le había puesto José Alberto por Satrústegui, mejor defensor que él. El sábado en cambio, probablemente crecido, y no sé si sorprendido, por la confirmación de la confianza que el míster tiene en él, se desmelenó. Su primera media hora fue descomunal. Se comió a Mesa y a Isaac, sus rivales de banda, subió con el descaro que se le supone, el portero rival hizo un paradón a los 3′ que le impidió abrir el marcador, aunque luego marcaría de un gran zurdazo el 2-0. Su primer gol en una década, desde Guijuelo en 2013. Y la clave estuvo en la cabeza, tal y como señaló nada más anotar el tanto. En la suya y en la de sus compañeros. Hubo cosas, como la entrada de Juergen y de Arturo, que ayudaron mucho, pero lo que lo cambió todo fue la determinación. Que no quiten el dedo de ahí.
El Sardinero no se merece un nuevo descenso
Vivir el partido del sábado en Los Campos de Sport fue una gozada. 12.033 espectadores, que ya son, intensos y comprometidos desde antes de comenzar el partido y que seguro que también influyeron con su actitud en la de sus futbolistas, a los que no les quedó más remedio que ponerse el cuchillo entre los dientes viendo la pasión con la que sus hinchas cantaban ‘La Fuente de Cacho’. Está claro que los ascensos y descensos de deciden en el verde, pero no sería justo que el racinguismo, que agota en un abrir y cerrar de ojos las entradas que envían los equipos que reciben cada dos semanas al Racing, volaron las de Burgos y ni se vieron las de Zaragoza para el sábado que viene, tuviera que penar un cuarto descenso consecutivo a las primeras de cambio de Segunda a, ahora, Primera Federación, antes Segunda B. No está cerrada la salvación, pero esta jornada se ha saldado con un chute de autoestima y tres puntos de oro que le acercan mucho al objetivo.