De jugar con los últimos a simplemente jugar

Las apuestas valientes a veces se ganan y a veces se pierden, pero te indican de que pasta está hecho el que la ha puesto sobre la mesa. La que hizo José Alberto en su primer partido cerró a las primeras de cambio la era Romo, en cuanto a elección del once y estilo de equipo, más agresivo, más adelantado y más arriesgado (sin exagerar) con el balón. Ya sabemos de que pasta está hecho el ovetense. Y ganó.

José Alberto se atrevió a cambiar de raíz el Racing en su primer partido y tuvo premio.LaLiga

Dicho y hecho

El nuevo míster racinguista dijo en la previa del partido en Cartagonova que pese a haber tenido solo cuatro entrenamientos ya iba a haber cambios y que se iba a notar su mano. Y cumplió. Dijo que conocía perfectamente a su nuevo equipo, al que había visto todos los partidos, y lo demostró. Dijo que quería un Racing agresivo que tuviera el balón para atacar el área rival y eso es lo que hizo su equipo y dijo también que lo primero que había que corregir era el déficit goleador y sus jugadores le regalaron tres golazos. No es magia, hubo sin duda también un pequeño componente de fortuna porque la ratio entre goles y tiros fue extraordinaria, posiblemente imposible de mantener, pero lo que no hubo fue casualidad. Lo que se hizo fue lo que se salió a intentar hacer. El primer gol llega después de un error de De Blasis, sí, pero de una muy buena presión de Pombo e Íñigo Vicente (¡de Pombo e Íñigo Vicente!) en la frontal del área rival, el segundo tras un robo de Íñigo Vicente (¡de Íñigo Vicente!), que en vez de dar un pase seguridad, opta por iniciar una contra vertiginosa que en dos toques puso el balón controlada en el área rival. Grandioso pase de Pombo y sensacional resolución de Mboula, por cierto. Otras veces no saldrán, pero esta vez salieron porque se buscaron ese tipo de acciones.

Y luego está lo del “jugar con los últimos”, patadón y tentetieso que decíamos los menos ilustrados. Antes era la norma, ahora un recurso. En vez de jugar con los últimos, juegan todos. Decía José Alberto al término del partido que el espíritu de su Racing debía ser el de la jugada del primer gol, presión altísima y ataque vertiginoso. Bien. Pero a mí me gustaría quedarme también con el espíritu de la jugada del 65′, Rubén Alves cruza a la derecha a Mboula, en campo rival, este, apretado, descarga en Íñigo que, de espaldas, hace un pase de seguridad a campo propio a Dani Fernández, al que presionan y debe refugiarse a su vez en Germán (hago un alto en el relato de los hechos: en este instante es cuando hace una semana se hubiera buscado ‘a los últimos’ descosiendo el balón), el central tira de calma para no perder la bola, apoyarse en Aldasoro, que encuentra en campo contrario al capitán, que relanza el ataque, encuentra a Saúl en vuelo, que tira una pared en banda con Íñigo Vicente, hace un recorte de lateral caro en la línea de fondo, y se la pone a Íñigo para matar en el punto de penalti. No fue gol. Pero como si lo hubiera sido. Nueve jugadores al toque, todos menos el portero y el delantero centro, desde la posición de lateral derecho a la de extremo izquierdo. Eso era ciencia ficción.

Saúl García aprovechó la oportunidad que le dio José Alberto en Cartagonova.LaLiga

No era fácil

El primero que se decidió por algo que no resultaba sencillo fue el míster. Sacar del once a Pol Moreno y a Eneko Satrústegui, dos de los héroes del ascenso y titularísimos todas y cada una de las jornadas esta temporada, era un jugada de riesgo. Creo que todos convendremos que no hay nada que reprochar ni al catalán ni al navarro. Estaban haciendo una buena temporada, por más que Pol ha estado un poco menos fino en un par de partidos recientemente, cualquiera de los racinguistas se sentía seguro con ellos en el campo. Hacían lo que les pedía su entrenador con entrega, con concentración y con eficacia. El relevo ha sido una cuestión de estilo: José Alberto quiere centrales que saquen la pelota jugada y laterales que ataquen reiteradamente y eso entiende que se lo da mejor Germán que Pol y Saúl García que Satrústegui. Y salió bien. La jugada del 65' relatada arriba ejemplificó para lo que jugaron Germán y Saúl, pero no era fácil tampoco para el gaditano y el de Vioño. Sin ritmo de partidos y con la confianza justita después de tanto banquillo, podía haber salido mal. Pero, claro, con 232 partidos entre Primera y Segunda Germán y 201 Saúl es más fácil. No se los habrán regalado.

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