COPA DEL REY | TURÉGANO - CELTA

Todo un pueblo para arruinar el Centenario del Celta

El Turégano, que milita en Primera Regional, buscará la machada ante el equipo de Rafa Benítez. Los celestes viajan a Segovia sin Aspas y buscan centrarse en la Copa para olvidar LaLiga.

Vuelve ella, la Copa del Rey, esa competición al todo o nada, en la que reina la magia y aflora la ilusión. Tan ansiada y anhelada por unos, tan remisa y perezosa por otros. Porque para lo que los grandes es un día más en la oficina, para los modestos es una recompensa, un reconocimiento y un momento para el recuerdo que justifica años de ocultos e invisibles sacrificios. Ley de vida. Y en esta última terna está el Turégano. Un pequeño pueblo de Segovia, de no más de 1.000 habitantes, cuyo equipo de fútbol milita en la sexta división del fútbol nacional. Un club que evidencia a las mil maravillas lo que es ejemplo perfecto de la resiliencia, de nadar siempre a contracorriente y de luchar contra cualquier tipo de adversidad que se interponga en su camino. Ahora, la Copa es la nueva guerra que ha de librar el Turégano, aunque sea ésta la madre de todas las batallas. La más histórica a la par que la más bella. Enfrente, nada más y nada menos que todo un Celta de Vigo. Una oportunidad histórica para el conjunto tureganense que llega en forma de premio después de que, el curso pasado, muriese en la orilla a manos del Velarde en la ronda previa de la competición copera. A la segunda sí ha sido la vencida.

Un humilde municipio segoviano que bien podría portar la etiqueta de la España abandonada, pero que está más vivo que nunca. Su motor y corazón, un simple grupo de chavales que han transportado su pasión, la del deporte rey, al resto de sus habitantes, a su gente y que, ahora, juntos, tendrán la fortuna de vivir un hito sin precedentes. “Mucha culpa de que podamos jugar contra el Celta es en parte a ellos. Estos días aquí sólo se habla del partido y el pueblo está muy alborotado. Nos desean suerte y nos dicen que hay que ganar. Nuestros amigos nos dicen lo típico, que si los pidamos las camisetas, que si nos tiremos algún caño, que si vamos a dar la campanada...(risas). Ahí es cuando realmente nos damos cuenta de lo que hemos conseguido un grupo de amigos”. Los que hablan son dos de los capitanes del Turégano, Luis del Barrio y Carlos García. El primero, opositor a bombero y trabaja los fines de semana echando extras de camarero en una discoteca. El segundo, opositor a maestro y ayuda a su padre a llevar la panadería del pueblo. Dos historias que ejemplifican la historia de incontables almas del fútbol de barro.

Una eliminatoria en la que el Turégano se presentará a un mundo que será testigo de nuevos jugadores, pero también de soñadores, de trabajadores incansables que, a pesar de las circunstancias, se desviven por un deporte al que honran desde el esfuerzo y la pasión. “Compaginar el fútbol con la panadería de mi padre es muy complicado a veces, sobretodo en verano cuando hay mayor carga de trabajo y se me junta con la pretemporada. Hay días que voy directamente desde el trabajo a entrenar casi sin comer. Al trabajar en ella también con mi hermano tratamos de ponérnoslo fácil el uno al otro, aunque hay veces que nos ha tocado cerrar la panadería y volver después de entrenar porque no nos ha dado tiempo a dejar todo recogido”, confiesa un Carlos que reconoce que el mayor contratiempo llega con los desplazamientos fuera de casa. “En ese caso, nosotros intentamos ir más pronto y dejarlo todo hecho, pero los que más lo sufren son los trabajadores que tiene mi padre y él mismo porque le toca madrugar más. Algún año he tenido que ir en coche a varios partidos porque me era imposible irme tan pronto en el autobús con mis compañeros”.

Un choque de realidades en un fútbol capaz de unir dos mundos completamente opuestos en una competición en la que los millones luchan contra la fe. Enfrente, estará el equipo de Rafa Benítez, un histórico de LaLiga que, a pesar de llegar en horas bajas, es claro favorito sobre el papel. “El Celta tiene que tener el peor día del año y nosotros el mejor. Lo lógico es que nos goleen, pero en el fútbol a veces suceden esos pequeños milagros. Soñar es gratis y ojalá nosotros podamos ser ese alguien que logra la épica. ¿Opciones reales? No vamos a engañar a nadie, te diría un 2%, pero vamos con una ilusión del 200%”, sintetiza Del Barrio, capitán del Turégano y un rojiblanco de cuna que se aferra a la Copa del Rey de 2013 para creer en la machada. “Fui al Bernabéu a ver esa final contra el Madrid y nadie daba un duro por el Atleti. Con mil paradas de Courtois, palos, largueros... ¿porqué no pensar en ello ahora y ver que cuando parece imposible hay cosas que sí se dan?”. Una ilusión entrelazada con un golpe de realidad.

Y entre tanto recatado, un afortunado. Él es Jesús Horcajo ‘Chechu’, un segoviano que ha llegado este año a Turégano, pero que, a diferencia de la mayoría de sus compañeros, ya sabe lo que es jugar contra un Primera. Lo hizo hace dos cursos, con la camiseta del Unami, otro de los clubes segovianos, éste de la capital, frente a un Alavés dirigido por Javier Calleja y liderado por Joselu, John Guidetti, Facundo Pellistri o Luis Rioja. “Es un año completamente diferente al año del Unami. El Turégano y su gente llevaba varios años luchando por un premio como este. Al final en el Unami la masa social es escasa porque es el segundo equipo de Segovia por detrás de la Gimnástica Segoviana, mientras que en el equipo del pueblo sienten mucho más los colores”. De jugar contra Joselu, a Iago Aspas, dos referentes nacionales. Casi nada. “Es un sueño y son cosas que valoras con el paso del tiempo. Ahora sólo queda disfrutarlo con los nuestros y seguro que será inolvidable para todos”. Desde la admiración y respeto, pero sin renunciar a la épica.

La unión entre pueblo y equipo es infinita, como un amor incondicional. Buena prueba de ello ha sido la respuesta de su gente ante el hecho de que la eliminatoria no pueda ser celebrada en su hogar, El Burgo, ya que no reúne las condiciones mínimas para albergar el duelo copero. Así, el pueblo de Turégano recorrerá los algo menos de 40 kilómetros que separan el municipio de la capital para llenar La Albuera, la casa de la Gimástica Segoviana. “Va ser fundamental que en un partido donde la exigencia a nivel físico va a ser máxima, la gente nos dé ese plus de energía. Sé que ellos también lo van a dar todo y el partido lo vamos a jugar todos juntos”, revela Guille Duque, otro de los capitanes del equipo criado en La Cuesta, pedanía del pueblo. “Nunca había visto tanta gente volcada con el fútbol”, asegura el defensa segoviano.

El Turégano, una entidad peculiar que, a diferencia de otros clubes que vivieron el sorteo copero en salones de actos o incluso en los propios vestuarios, reservaron una parte de uno de los bares del municipio para ser testigos de su rival, dado que pertenece a uno de los miembros de la directiva. Ahora, equipo y pueblo escribirán de la mano la página más dorada de la historia del club. “Contra el Celta, el año de su Centenario y en Segovia, pocos escenarios mejores para celebrar la fiesta de la Copa del Rey”. Una eliminatoria que es la recompensa a toda una vida entregada a su pasión. Un sueño para el equipo tureganense del que no quiere despertar. Como se dice en El Burgo, ‘todo al rojo’.

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