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Cinco detalles que dejó el debut de Pezzolano al frente del Pucela

El nuevo técnico del Real Valladolid apostó por una línea continuista en su estreno, pero implementando ya algunas ideas propias en el juego.

Gonzalo Arroyo MorenoGetty

Paulo Pezzolano no pudo paladear la miel de la victoria en su primer partido con el Real Valladolid, aunque lo rozó. No planteó una revolución desde el inicio, siguiendo con aquello que había asegurado, aunque sí introdujo varias ideas nuevas que dan algunas primeras nociones de lo que puede pretender en la evolución de su equipo. Estos son algunos de los detalles que dejó su estreno.

‘Nuevo’ banquillo

Las primeras decisiones se hicieron visibles fuera del terreno de juego, al conocer la vuelta de Masip a la titularidad, toda vez que está definitivamente recuperado de su lesión, y al comprobar cómo Real Valladolid ocupaba el banquillo contrario al que venía siendo habitual en los últimos tiempos, el más próximo al Fondo Sur. Aquellos que pensaron que podía ser por la preferencia del técnico por estar más cerca del juez de línea tenían razón. Así lo explicó después: “Me gusta hablar con los árbitros a veces. Estoy más cerca del línea y del cuarto árbitro. Ha sido solo por eso”.

Matiz en la salida de balón

Efectivamente, cuando el balón echó a rodar, no hubo muchos cambios en el fondo, pero sí algún matiz en la forma, que señala aquello que, con el tiempo, será una tónica habitual. Hubo dos jugadas claras en salida de balón que marcan lo distinto: una en la que Masip estaba acompañado de Joaquín y Javi Sánchez para sacar de puerta, con la siguiente potencial línea de pase muy alejada, donde Roque Mesa fijaba a su par para luego asomar a la carrera por sorpresa, y otra en la que los centrales se abrieron con los laterales altos para que Masip avanzara con el balón en los pies buscando que la respuesta rival liberara una marca y una línea de pase. Fue un primer esbozo de lo que puede ser el juego de posesión y de posición del equipo en adelante, puesto que se adivinaron unos primeros intentos de ser diferentes en las zonas y en las alturas en las que recibían los jugadores de creación.

Mediocentro como red de seguridad

Relacionada con lo anterior, hubo alguna conducta diferente en los mediocentros, que pretendieron ser primeros receptores en pocas ocasiones. La conocida como salida lavolpiana, con uno incrustado entre los centrales, no se llegó a producir nunca con claridad, aunque ese tercer jugador sí aparecía con ellos como desahogo, como red de seguridad. Normalmente fue Hongla quien aparecía próximo, a veces entre Joaquín y Javi Sánchez y a veces en un costado, sin eludir recibir un pase, pero sobre todo con el fin de ‘empujarles’ a dividir con la garantía de un equilibrio defensivo, de que si erraban en el servicio o en la conducción, serían al menos el camerunés y el otro central los que replegarían en una hipotética transición defensiva, impidiendo un emparejamiento individual o en inferioridad.

Conductas de los laterales

Como en tantas otras cosas, será necesario ver continuidad, si se tercia, en algunos comportamientos contra rivales que expongan otro modelo de juego. Será el caso de las menores persecuciones -hasta en campo rival- de esos centrales a los atacantes o de cómo los laterales atacan. En la primera mitad asomaron tanto Fresneda como Lucas Rosa dentro del área, culminando una jugada cada uno en zona de finalización (como centro-chut el madrileño y como disparo después de un recorte el brasileño), algo que podría no ser casual. No lo es, desde luego, la posición de Escudero cuando entró: interior, como un centrocampista más, esbozando un triángulo soportado en la punta inferior por Monchu y que tenía a Iván Sánchez bien abierto, buscando un uno para uno con el que Pezzolano buscó que el cambio por Óscar Plano no fuera un ‘hombre por hombre’, sino un cambio real y efectivo (y lo fue).

Larin, el señuelo

Las mejores ofensivas de Cyle Larin hasta la fecha habían venido bien de remates inimaginables o de acciones en las que había cargado área corriendo con metros, de cara a la portería. En esto se pudo ver también un matiz, y es que, puede que debido a cómo el Mallorca se defiende, con dos líneas juntas formadas por nueve futbolistas, próximas al área y sin conceder espacios, el canadiense no tuvo tanta oportunidad de jugar de cara. Así, lo hizo de espaldas más a menudo de lo que en él había sido habitual hasta ahora, referenciando lejos del área como señuelo, pues con ello se buscaba una descarga de él mismo o que con la salida del zaguero que le seguía se creara un espacio para una ruptura. Los medios los aprovecharon más que los extremos, hasta el punto de que los tres goles fueron de centrocampistas, si bien Óscar Plano había tenido antes varias ocasiones para marcar, un valor al nuevo rol de Larin que intentaron dar también Amallah y Kenedy, a menudo, cercanos al ariete y a su ‘nueva’ zona de influencia.

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