Terapia a 30.000 pies
El Madrid aterriza en Almaty tras siete horas de reflexión. Un viaje que Xabi aprovecha para convertir el manotazo del derbi en aprendizaje. La enmienda comenzó en el aire.
“Duele... pero igual es un dolor positivo para el futuro”. Ese fue el mensaje de Xabi Alonso tras el manotazo del derbi. El mejor resumen. Una declaración de intenciones similar a la lanzada tras el varapalo mundialista ante el PSG. “Hay que aprender de los errores”, sintetizó entonces. Y lo hizo, hasta lograr un pleno al siete que llenó de ilusión un termómetro que el Atleti hizo explotar en el Metropolitano. Ahora, vuelta al diván. Con Xabi consciente de la debacle, sin ponerle tiritas, y de los patinazos, suyo incluido. De los pecados capitales que dinamitaron el derbi. La expiación comenzó rumbo a Almaty. Terapia a más de 30.000 pies de altura.
Sobre las 13:50h., la expedición blanca puso rumbo a Kazajistán. De Valdebebas a Barajas. Uno a uno, los 22, sin Militao ni Carvajal y con David Jiménez y Javi Navarro como tercer portero, fueron subiendo al chárter. Con gesto serio, el mismo semblante con el que aterrizaron, alrededor de las 21:00 (00:00 hora local), en la antigua capital kazaja (ahora es Astana). Con el que llegaron al Intercontinental, el que será cuartel general en la ciudad de las manzanas (es el símbolo de la urbe, al proceder todos los manzanos del primigenio, en Almaty), donde les esperó un estruendo de más de 300 personas que solo pudieron ver a sus ídolos desde la distancia. Fueron unas siete horas de vuelo. Más de 6.400 kilómetros de reflexión.
Tiempo aprovechado por Xabi para empezar a sanar la herida. Sin hacer sangre, solo para ir amortiguando el golpe. Un viaje en el que tolosarra aprovechó para hacer varios apartes con jugadores para tratar cuestiones puntuales y, sobre todo, para meter el bísturi junto a su cuerpo técnico. En busca de soluciones a lo ocurrido, a los problemas ya detectados. Empezando por lo propio. Por esas decisiones controvertidas que complicaron la tarde desde el silbatazo. Como esa titularidad de Bellingham que, como se comprobó, fue precipitada.
Ay, Jude
Llevaba tiempo sintiéndose listo y, como informó AS, el derbi era su día D. Xabi entendió lo mismo, pero la valentía se convirtió en osadía. El inglés lució lejos de su nivel y, sobre todo, desubicado. Y esta segunda parte es la que preocupa. La primera simplemente requiere rodaje. El Madrid del pleno había funcionado con Güler en la sala de máquinas y un futbolista de banda. En la mayoría de las noches Mastantuono, pero también Brahim. Con Jude, todo cambió. Y el equipo se desmoronó.
Cayó del once el propio Mastantuono y, sin él, “ese gen competitivo” que ha enamorado a Xabi. Una decisión que también alejó a Güler de la creación, entregándole el costado, aunque con libertad. Tanta, que su conexión con Mbappé empató el duelo y su capacidad de definición lo remontó. Fue el único futbolista con las luces encendidas en un duelo lleno de nubarrones. Hasta que un cambio tempranero, e inexplicable a pesar de la amarilla y el penalti cometido por una temeridad, se las apagó.
Fue un Madrid tan antónimo al aventurado que Huijsen y Carreras, dos fichajes que solo conocían el halago, demostraron ser humanos y se mostraron vulnerables. Al tiempo que esa presión en campo contrario, el elefante en la habitación de Xabi, desapareció: de las 6,5 recuperaciones en el último tercio que promediaba el equipo a un solo robo en el Metropolitano en la zona. Un dato para reforzar el relato.
Dos avisos son suficientes
Problemas, todos, sobre la mesa de Xabi y en su libreta particular. Esa que usa para hacer borrón y cuenta nueva. Para que el varapalo en otro día grande, y van dos tras el PSG, no se repita. No por el qué, la derrota, sino por el cómo. Aunque la del Mundial se entendió como algo más accidental, pues el verdadero aviso ha sido el derbi. Y Xabi se lo ha dejado claro a sus jugadores. Tanto tras el partido como durante el vuelo: la derrota debe ejercer de venda antes de la potencial herida.
El Clásico
En el horizonte aparece el Kairat, pero también Villarreal (sábado), la salida a Getafe (19 de octubre), Juve (miércoles 22) y, en rojo, el Barça (sábado 26, 16:15). Deberes para Xabi, con los ojos en un Clásico convertido en mal endémico desde que está Flick al mando (cuatro de cuatro para el alemán). Porque un Madrid que aspira a todo no puede hacerse pequeño ante los grandes. El viaje a Almaty ha sido el kilómetro 0. Para que ese dolor sea positivo en el futuro. Y el futuro empezó ayer.
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