FINAL DE CHAMPIONS | B. DORTMUND - REAL MADRID
Juan Pedro Ambrona: “Es un orgullo que en Wembley sume mi décima final seguida”
Ambrona, socio 3.244 del Real Madrid, no se ha perdido el duelo definitivo de los blancos desde 1981. A sus 72 años viaja a Londres y explica en AS cómo ha logrado siempre entrada.
Juan Pedro Ambrona no se pierde una final de Champions del Madrid desde 1981. Esta será la décima a la que asiste. Acudió con 29 años a la de París y ahora, con los 72 cumplidos, viaja a la de Londres. Entremedias, ocho finales más que convierten al socio 3.224 del Madrid en testigo de la que va a ser su décima final de la Copa de Europa. O de Champions. Todo suma. Nos cuenta cómo consigue siempre entrada para viajar.
Todo un récord, ¿no?
¿Diez finales siguiendo al Madrid? Habrá alguno más, pero es digno de un récord. Quitando algún directivo, periodista o aficionado muy veterano que lo pudiese igualar, seguro, porque la anterior a la de París de 1981 fue en 1966, y quien fuera a verla tenía que ser casi un niño.
¿Cómo ha conseguido entradas para las diez finales?
Antes era muy fácil. No había la costumbre de desplazarse con los equipos. Para la final de París en 1981, bastaba con pedirlas al club. Fui con unos amigos y nos plantamos en París el martes a mediodía (las finales antes eran en miércoles) tras viajar toda la noche, buscamos un hotel, que antes las cosas eran así de fáciles, y ya está.
Luego vino Ámsterdam, en 1998, y la cosa ya habría cambiado.
Pues sí. Se hizo por primera vez el sorteo de las entradas y no nos tocaron, pero como tampoco era la locura de ahora, pudimos conseguirlas a través de un contacto. Fuimos cinco amigos en coche. Parada en París a la ida y de un tirón a la vuelta. ¡Uff! Hubo quien no aguantaba más de diez minutos conduciendo...
En 2000, de nuevo París.
Ya nos conocíamos el camino de memoria. Esta vez tuvimos suerte en el sorteo y repetimos los cinco en coche.
El coche ya lo dejarían en 2002, que la final fue en Glasgow, con el golazo de Zidane.
Ahí fuimos en avión. Una paliza. Probamos eso de ir y volver en el día, y el resultado es que te pasas dos noches sin dormir, porque sales de madrugada y regresas también de madrugada.
Y no me diga que de nuevo se vieron favorecidos por el sorteo.
Pues sí. Nos organizábamos bien. No todos los amigos del grupo podían ir a las finales, pero solicitaban igualmente entradas, escalonándonos.
“Fuimos a Lisboa en autobús y vaya atasco en el regreso”
Pero luego tuvieron que esperar doce años, en Lisboa en 2014, para volver a una final.
Fue aquella una mala racha de eliminaciones prematuras. ¡Ah, pero en Lisboa cogimos carrerilla! Nos tocaron las entradas y fuimos en autobús. Otro palizón, porque los atascos de la vuelta fueron tremendos en la frontera.
En 2016, Milán.
De nuevo tuvimos entradas. Esa final marcó el antes y después de cómo planificar los viajes. Repetimos el error de viajar en el día y, aparte de la paliza, fue un pastón. Muy por encima de los mil euros.
¿Cómo hicieron entonces para 2017 en la final de Cardiff ante la Juventus?
Sacar los billetes y contratar el hotel nada más pasar los octavos de final. Dos meses antes los billetes para Londres estaban aún baratos, y más aún sin que se conocieran qué equipos iban a ser finalistas.
“A la vuelta de Cardiff nos pilló la movida del atentado de Londres”
Y si el Madrid no se clasificaba o no tenían entradas…
Mala suerte. Perderíamos todo, pero tampoco era tanto comprando en esas condiciones. Y el hotel, además, se podía anular hasta unos días antes. Lo malo fueron las entradas y el regreso.
¿Qué sucedió?
El sorteo nos dejó fuera y las entradas no las conseguimos hasta el mismo día de la final, gracias a un contacto con un directivo al que le fallaron a última hora unos compromisos. Y la vuelta fue un caos ya desde Cardiff, porque cerraron la estación por el atentado que hubo en Londres. Fuimos en autobús y Londres seguía en alerta máxima. Después, ir al aeropuerto supuso una odisea y pudimos coger el avión no ya por un minuto, sino por un segundo...
Al año siguiente, a Kiev.
Compramos billetes también dos meses antes por Vilnius a la ida y por Bruselas a la vuelta. Baratísimo. Encima nos tocaron las entradas. La buena suerte continuaba. Para el Madrid, que no perdía una final, y para nosotros.
Luego vinieron tres años con el Madrid ausente. Perderían los viajes.
¡Qué va! En 2019 la final fue en Madrid, por lo que no habíamos sacado nada; 2020 fue el año de la pandemia con final a puerta cerrada, y en 2021, con final en Estambul, tampoco adelantamos ningún viaje porque aún había efectos de la pandemia.
Para 2022, en París, sí volvieron a apostar. La 14.
Efectivamente. Sacamos los billetes a París, vía Lisboa, muy prontito. Y como era costumbre, el Madrid no nos falló. Se plantó en la final, pero quien nos falló esta vez fue la suerte. Hubo tantas peticiones que no pudimos cubrir todos los números. Mas acudió a nuestro socorro otro contacto y pudimos estar todos en Saint-Denis.
Y ahora, a por su décima final consecutiva.
Así es. Sin ningún enchufe, que el sorteo volvió a ser favorable. Viaje el jueves y regreso el lunes. Y todo muy baratito: 230 euros el avión, 200 el hotel, 70 la entrada y 32 el tren del aeropuerto, comprando todo hace meses. Sólo hay que tener fe en este Madrid, que nunca nos falla...