YOUTH LEAGUE | REAL MADRID - BRAGA
El Real Madrid de Arbeloa se topa con un muro de 192 centímetros
Carvalho, guardameta del Braga, fue una pesadilla para el equipo blanco. Gonzalo tuvo las más claras y al borde del descanso se pidió un más que posible penalti sobre Palacios.
Con la clasificación para la repesca casi sellada (dos jornadas y cinco puntos de ventaja sobre Nápoles y Union Berlin), pero el lamento de haber tenido la dentellada a octavos prácticamente hecha (empatados a ocho puntos con el Braga). El Real Madrid no encontró la receta en la primera parte, más allá de un más que posible penalti, pero tras el refrigerio fue un huracán que sólo un Carvalho imperial pudo contener. Suficiente para rescatar un punto en el Di Stéfano. Los 192 centímetros del guardameta portugués fueron demasiados para los de Arbeloa.
Venían avisados de la ida los blancos y se repitió la receta en el arranque. Talento, pero sobre todo control y respeto. Mucho. Una premisa que duró 90 minutos y el descuento en Braga (0-0) y tuvo su punto y seguido en Madrid. Conscientes de su superioridad a Nápoles y Union Berlin, los de Rui Duarte plantearon un encuentro físico, aferrados al talento de Gonçalves, un 10 de dorsal y espíritu, y un Roger Fernandes que ya ha probado las mieles del primer equipo. También asumiendo el cuadro visitante que los de Álvaro Arbeloa no entienden el fútbol sin balón. Sin Nico Paz (convocado por Ancelotti) ni Manuel Ángel (sancionado por acumulación de tarjetas), los ‘fichajes’ del Castilla fueron Gonzalo y Palacios. Aunque las verdaderas novedades fueron Álvaro González y Joan Martínez. Dos chicos de 16 años, portero y central, que empujan fuerte y han encandilado en La Fábrica.
A pesar del cóctel explosivo en el césped, el miedo al patinazo dibujó un primer tiempo embarrado. Tan frío con el clima. Álvaro apenas tuvo que desempolvar los guantes y Carvalho mostró su buen pie -ya lo hizo en la ida-, ya que las manos apenas las necesitó. Y es que, el primer conato de ocasión no floreció hasta una falta lateral botada por Palacios pasada la media hora. La presión asfixiante del Braga cortocircuitaba la fluidez ofensiva blanca y ello impedía al Madrid afilar los colmillos. También la de Cristian y Chema, imperiales al corte. Pero había mucho ingenio en el césped y de nuevo Palacios, como verso libre más que como delantero centro, apareció. El soriano bajó a recibir, hizo un eslalon y fue derribado en el área. Una jugada que levantó infinidad de protestas. El Di Stéfano pidió penalti de manera vehemente, lo era, pero no lo consideró así Martincic. No hubo silbatazo de 11 metros y sí el que señaló el descanso instantes después.
Carvalho, irrompible
Terminó con más brío el equipo blanco y siguió efervescente. Y en el 49′, tres genialidades. Primero Joan Martínez, con un envío largo sensacional que demuestra por qué se salta categorías a toda velocidad-clínic en salida de balón-; después Gonzalo, con un control excelente que le permitió encarar el gol; y por último Carvalho, que adivinó las intenciones del ariete blanco y realizó un paradón, haciendo valer sus 192 centímetros. Instantes después, Hugo de Llanos, el pichichi del Juvenil A (9 goles entre liga y Youth), cabeceó desviado un córner. Crecían los de Arbeloa. Ganar dejaba casi sentenciado el primer puesto. Cuestión para nada baladí, pues los segundos de grupo se jugarán el pase a octavos en una eliminatoria ante equipos procedentes de la ruta de campeones (ahí se incorporó, por ejemplo, el AZ, campeón y verdugo de los blancos el curso pasado).
Y otro testarazo, ahora de Gonzalo tras un centro medido de Fortea, instalaba el runrún en la grada. Se marchó alto con todo de cara. El monólogo, una constante. Y Palacios volvía a esquiar desde el centro del campo hasta el área. En esta ocasión cedía a un Gonzalo cuyo disparo enroscado se topaba con un Carvalho imperial. Que se lucía de manera milagrosa, una vez más, en un mano a mano con Palacios. Una pesadilla el espigado guardameta portugués, el pegamento que mantenía intacto el cántaro bracarense. Movía el árbol Arbeloa y entraba al campo Iker Bravo. Pero no vino el de Sant Cugat del Vallés con la medicina del gol. Ni tampoco lo encontró el Real Madrid en los minutos finales.
El ímpetu fue innegable, también el merecimiento en una segunda parte con un Braga fantasmal en ataque. El problema, Carvalho fue un muro irrompible, la verdadera A Pedreira, que dejó a los de Arbeloa con el amargor de la oportunidad perdida. 180 minutos sin lograr derribarle. Para esquivar la repesca, deberán replicar los resultados de los portugueses. De momento, el goal average favorece por un gol a los blancos. Sin Carvalho, las cábalas quizá no serían necesarias...
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