Amistoso | Standard de Lieja - Real Madrid

El Standard de Lieja es el club de moda en Bélgica

Aburridos del eterno pulso Anderlecht-Brujas, la afición belga ha aplaudido el revivir del Standard tras ganar la Copa en 2006 y las Ligas 07-08 y 08-09. Los clubes europeos también estuvieron muy atentos: Milán, Liverpool, Mónaco y Everton echaron sus redes sobre las estrellas 'rouges'...

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El Standard de Lieja será un club que no llame demasiado la atención al aficionado medio, pero entre los directores deportivos y secretarios técnicos de los principales clubes europeos es otro cantar... En las últimas temporadas la entidad se ha revitalizado en su propio campeonato y ha provocado que las gradas del Maurice Dufrasne sean un hervidero de ojeadores.

El pasado domingo representantes del Arsenal, Sevilla, Borussia Dortmund, Bolton y Sunderland estuvieron presentes para otear el talento de los principales exponentes del equipo: su capitán Defour (tentado por media Premier), el extremo Mehdi Carcela (internacional belga con pasaporte hispano-marroquí) y el mediocentro Witsel.

Son los tres siguientes en una rampa de salida hacia un club más poderoso que ya utilizaron cuatro puntales del equipo y que han desangrado el proyecto del Standard llenando las arcas liejesas. Son los casos de Fellaini, que se fue al Everton inglés por 18,5 millones, Mbokani (lo vendió al Mónaco por siete) y De Camargo (el Borussia Monchengladbach lo compró por cuatro) aunque sus principales activos se fueron gratis: el internacional estadounidense Onyewu (al Milán) y uno de los líderes de Serbia, Stevan Jovanonic, al nuevo Liverpool de Roy Hogdson.

Simpatías.

El Standard de Lieja no es sólo el equipo belga de moda fuera de sus fronteras, también lo es en la propia Bélgica, acostumbrada al eterno pulso Anderlecht-Brujas. En 2006 levantó la Copa y acabó con su sequía liguera de 25 años ganando las Ligas 07-08 y 08-09, aunque el curso pasado se estrelló: alcanzó los cuartos de final en la Europa League a costa de una pobre novena plaza doméstica.

Además, en un país fracturado políticamente por la lengua (en la región de Flandes se habla flamenco y en Valonia el francés), el rival blanco de hoy ha conseguido, pese a estar en el lado valón, acumular las simpatías de muchos aficionados de las dos regiones.

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