La tensa persecución de un tiburón a un niño grabada en dron
Las imágenes virales de un tiburón blanco acercándose a un niño en bodyboard en San Diego dieron la vuelta al mundo y generaron debate.
La difusión de un vídeo grabado con dron en la costa de San Diego, en el que un tiburón blanco juvenil se aproxima a escasos centímetros de un niño que avanzaba sobre una tabla de bodyboard, encendió el debate sobre la gestión de riesgos en playas californianas. El clip, registrado por el creador de contenido conocido como Great White Drone, acumuló millones de reproducciones y se convirtió en una de las interacciones más virales entre un tiburón y un bañista en los últimos años.
En las imágenes se observa al menor pateando con intensidad, ajeno a la presencia del animal, mientras el escualo —unos dos metros y medio, según el autor del vídeo— avanza por detrás hasta situarse a apenas un pie de distancia antes de desviarse. “Fue un momento en el que me puse realmente nervioso desde el controlador. Por suerte, todo acabó bien”, explicó el joven piloto en la publicación original.
La secuencia generó críticas al operador, acusado por algunos usuarios de no alertar al niño. Comentarios como “totalmente criminal esperar sin hacer nada” se repitieron con fuerza. El creador se defendió señalando que activar una alerta sonora podría haber provocado que el menor perdiera la tabla, aumentando el riesgo: “El tiburón no estaba actuando de forma agresiva; era un juvenil curioso”.
El vídeo completo, de más de cinco minutos, muestra que había varios bañistas cerca, un detalle que, según el piloto, reforzaba la sensación de control de la situación. También subrayó que los tiburones juveniles suelen explorar su entorno sin intención depredadora, un comportamiento documentado en las costas del sur de California.
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El episodio reabrió el debate sobre la responsabilidad de quienes vigilan desde el aire, así como sobre la necesidad de protocolos claros cuando se detectan tiburones en zonas concurridas. Mientras la investigación científica insiste en que estos animales no confunden habitualmente a los humanos con presas, la escena confirma hasta qué punto estas interacciones siguen generando tensión… incluso cuando terminan sin sobresaltos.
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