Berrade alarga el festival

“¡Que viene Mikel, que viene Mikel…!”, se escuchaba en las cunetas durante la 18ª etapa de la Vuelta a España, que transitó casi íntegramente por Álava, entre Vitoria y el Parque Natural de Izki, en el término municipal de Maeztu, con una breve internada en La Rioja. Tierra de vinos. Territorio de Landa. El dinosaurio vasco jugaba en casa, pero se le atragantaron sus carreteras. La jornada no parecía la más apropiada para la lucha de gallos, pero el puerto de Herrera hizo sus travesuras. Los gritos de arenga se transformaron en sus rampas en gritos de consuelo. “¡Vamos, Mikel, vamos…!”.

El trazado se adaptaba más a aventureros del perfil de Oier Lazkano, otro hombre del país. El caballo del Movistar anunció desde la salida que iba a buscar la fuga. Y cumplió su palabra… junto a otros 40 corredores. Fue una escapada numerosa, con algunos de los clásicos de cada día: Soler, Castrillo, Vlasov, Tejada, Narváez, Gregaard, Herrada, Frigo… Un ataque que, inicialmente, el pelotón no dio totalmente por bueno porque el Euskaltel-Euskadi, el equipo de la tierra, no había conseguido meter a ningún representante. Los naranjas recibieron el castigo de trabajar para intentar enlazar, y llegaron a estar a tiro de minuto y medio, pero tuvieron que declinar. No iba a ser el día para los de casa.

Delante iban muy buenos galgos. La prueba es que la primera fuga de la fuga la formó un trío de excelentes rodadores, Kung, Vacek y Schmid, que acabó neutralizado en el Herrera para integrar un grupo de trece, con una impresionante mayoría del Kern Pharma: Urko Berrade, Pau Miquel y, el de siempre, Pablo Castrillo. El equipo continental español, que corre invitado por la organización, volvió a mostrar una superioridad a la altura de los mejores del pelotón mundial. Con tres corredores podía jugar varias bazas, porque además uno de ellos era un esprínter, Miquel, que podía permitirse esperar al remate final. La elección fue lanzar primero a Berrade, que se destacó inicialmente con Kruijswik, para después marcharse portentosamente en solitario. Es la tercera victoria de etapa para el Kern Pharma, tras las dos de Castrillo, y la primera en el palmarés profesional de Urko, un navarro de 26 años al que le ha cambiado la vida a una hora de su casa de Pamplona. Sus padres estaban entre el público como testigos.

La segunda y última subida de la jornada, ese punto caliente del día en Herrera, se coronaba a 45 kilómetros de la meta. Era la única zona donde los jefes de filas podían proponer algún movimiento. Y lo hubo. La inclusión de tres ciclistas del Bora auguraba una posible arrancada de Primoz Roglic, pero fue el Education First quien lanzó a un inquieto Richard Carapaz. El ataque dejó descolgado al maillot rojo, Ben O’Connor, en otra muestra de debilidad, aunque fue capaz de salvar la situación. Bastante antes se había quedado Landa, junto a Adam Yates y Sepp Kuss, que ya no pudo enderezar el embrollo. El puerto alavés se cebó con el ídolo local, que se dejó 3:20 minutos en Maeztu para caer en picado hasta la décima plaza de la general, a 5:38. Adiós al podio. Otra señal del Landismo.

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