Vingegaard aplasta a Pogacar

Jonas Vingegaard se subió al escalón más alto, una escalera al cielo. Al siguiente se aupó Tadej Pogacar, portentoso también, pero menos. Y por debajo de ambos se situaron los demás, buenos ciclistas, muy buenos. No es que Pogacar hiciera este martes una mala contrarreloj, en absoluto. Ni tampoco los siguientes. Es que Vingegaard tuvo una actuación marciana, estratosférica, brutal. De otra galaxia. El danés arrolló al esloveno en todos los pasos intermedios: 16 segundos en el primero; 31″ en el segundo; 1:05 en el tercero… y ¡1:38 en la meta! Un golpe contundente a un bicampeón del Tour. Si bajamos al planeta Tierra, Wout van Aert cruzó a 2:51; Pello Bilbao, a 2:55; Simon Yates, a 2:58; Adam Yates, a 3:12; Carlos Rodríguez, a 3:36… Jonas nos recordó al extrarrestre Miguel Indurain, aquel de Luxemburgo, de Lac de Madine o de Bergerac, pero en el caso del nórdico lo ha hecho sobre 22 kilómetros, en la mitad de distancia o menos. Una bestialidad.

En los días precedentes había indicios de que Vingegaard resistía sin apuros a Pogacar, de que poco a poco le comía la moral, de que los ataques pancarteros del esloveno eran solo pellizcos, más efectistas que efectivos. El danés ha golpeado menos en este Tour que su oponente, sólo dos veces, pero ha sido más letal: 1:04 en la etapa del Marie Blanque y 1:38 en la cronometrada de Combloux. La tentación es escribir que el Tour ha quedado sentenciado, pero todavía hay que ser prudentes. Faltan dos días de montaña: uno, este miércoles en los Alpes; el otro, el sábado en los Vosgos. Pogacar, de espíritu guerrero, va a intentar neutralizar esos 1:48. Pero es poco probable que lo consiga. Vingegaard ha dado un gran salto para conquistar el domingo su segundo Tour. Sus golpes sí dejan ‘groggy’ al rival. Algo parecido a lo que debió sentir Primoz Roglic en 2020, cuando Pogacar le volteó en la cronoescalada de La Planche des Belles Filles. Se ha ahogado en su propio veneno. Aunque en este caso, al menos, aún le restan dos vidas.

En vísperas de la decisiva jornada, dos preguntas que flotaban en el ambiente. ¿La contrarreloj romperá la igualdad del Tour? Ahora ya saben la respuesta. Vingegaard partía con 10 segundos sobre Pogacar. Un suspiro. La última imagen que había de ambos, antes del día de descanso, era pegados como lapas en los Alpes. Este martes, sin salir de la cordillera, en la Alta Saboya, cada uno iba a medir sus fuerzas por fin por separado, sobre un recorrido corto, de 22 kilómetros, pero duro, rematado en subida por un puerto, Domancy, de 2,5 km al 9,4%. Esa cota abría la segunda interrogante: ¿Alguien iba a cambiar de bicicleta para afrontar el tramo? El UAE se había mostrado a favor de la maniobra, mientras que el Jumbo guardaba silencio. El equipo árabe hizo una prueba con Mikkel Bjerg, cronómetro en mano, para calcular tiempos y espacios. También se animaron otros candidatos a la etapa como Stefan Küng, Alexey Lutsenko y Giulio Ciccone, pero ninguno marcaba el mejor crono. Antes de que salieran los gallos, las dos primeras plazas las ocupaban Wout van Aert y Rémi Cavagna, que habían cubierto todo el trazado con la cabra, sin cambios y sin más inventos que la fortaleza de sus gambas. Un dato relevante. Finalmente, Pogacar sí montó la otra bici, en una jugada en la que invirtió 14 segundos. Demasiado. Vingegaard siguió hasta la meta con la misma máquina de contrarreloj. ¿Fue clave en la derrota? Seguramente, no. Antes de ese punto, el danés ya le sacaba medio minuto al esloveno. Las piernas ganadoras eran las suyas.

Esa igualdad inicial no sólo se concentraba en la lucha por el maillot amarillo. También estaba en juego el tercer peldaño de la general, que ocupaba Carlos Rodríguez con 19 segundos sobre su principal rival, Adam Yates. El español no pudo mantenerlo, se ha bajado del podio, pero sólo por 6 segundos. Todavía hay carrera. Ninguno de ellos dos cambió de bici, por cierto. El británico suena ahora como baza estratégica de Pogacar para atacar de lejos a Vingegaard, pero en esta recta final hacia los Campos Elíseos ya no corre solo el UAE contra el Jumbo. Rodríguez no puede permitir alegrías a Yates. Y en esa lucha por el cajón, el Ineos puede ser el mejor aliado del maillot amarillo. Todo es posible en el Tour, sí. Pero a Vingegaard se le ha puesto cara de bicampeón.