Girmay celebra la tercera victoria, Roglic llora otra caída

El primer africano negro que ganó una etapa del Tour fue luego el segundo africano negro que conquistó una etapa del Tour y ahora es también el tercer africano negro que se impone en el Tour. Perdón por el trabalenguas. Si la primera vez que logró la victoria, allá por el tercer día de competición en Turín, resultó una agradable sorpresa, los éxitos del eritreo Biniam Girmay al esprint se han convertido en una rutina. En aquella ocasión remató el embalaje de un grupo reducido, parecía un triunfo ocasional y excepcional, pero ahora bate ya a todos los lobos del esprint. Cara a cara. Wout van Aert fue segundo. Ese es el nivel. Girmay es el mejor velocista de esta edición.

Girmay cerró así el guion de una clásica etapa llana, que desgraciadamente para el Tour también cumplió la parte de las caídas finales, con una víctima ilustre. Primoz Roglic se vio implicado en una montonera a diez kilómetros de la meta de Villeneuve sur Lot, fuera del área técnica. El esloveno, un asiduo en estos lances, siempre abonado al infortunio, se dejó 2:27 minutos en la llegada. Y eso que el pelotón ralentizó al principio para esperarle. Roglic ha descendido al sexto puesto de la general, a 4:42, pero lo peor es que parecía bastante afectado por las heridas. Esperamos noticias.

Si el resto de la 12ª etapa del Tour les pareció aburrida, están en su derecho. Las jornadas llanas, si el viento no hace travesuras, no suelen ser el mejor exponente del ciclismo de ruta. Hay defensores que reivindican este tipo de recorridos para ofrecer oportunidades a los velocistas. También están en su derecho, claro. Aunque a nadie se le escapa que el ciclismo es mejor con batallas repartidas por trazados variados, que por un suspiro de tensión concentrado en un último kilómetro enfilado a gran velocidad. Hubo un tiempo que estas etapas ocupaban un tercio de las grandes rondas. Al menos, eso ya ha pasado a la historia. Demasiados bostezos.

La etapa fue aburrida, sí, me agrego a esa opinión. Pero en esta ocasión no hay nada que recriminar al pelotón, como sí ocurrió dos días antes con aquel paseo contemplativo por el Loira con actitud pasota y cansina. Los corredores hicieron, más o menos, todo lo que estaba en sus piernas para protagonizar una buena película, aunque el guion era tan pobre que daba para poco lucimiento. Hubo intentos de fuga desde la salida, lo normal. Hubo una escapada consolidada con cuatro corredores, lo habitual. Hubo un momento de tensión por el posible viento, la leyenda de siempre. Hubo caídas en el último tramo, por desgracia. Y hubo un esprint, que dominó por tercera vez Girmay.

Antes de ese esprint, cuatro hombres lucieron la publicidad de su maillot: Valentin Madous, y Quentir Pacher, del Groupama-FDJ; Jonas Abrahamsen, del Uno-X, y Anthony Turgis, del TotalEnergies. Después de una primera hora a 51,8 km/h, el ritmo aminoró cuando el pelotón dio por buena esta aventura, que llegó a 35 kilómetros de la meta. Para entonces, Abrahamsen había sumado otros tres puntitos para el premio de la Montaña tras hollar las tres tachuelas de cuarta categoría y había aumentado su ventaja como el ciclista con más kilómetros de escapada en la actual edición: un total de 767. Curiosamente, Madouas y Pacher son los siguientes en esta curiosa clasificación, aunque a bastante distancia: 503 y 460, respectivamente.

Este viernes se celebrará una etapa similar, 165 kilómetros entre Agen y Pau, con dos cotas de cuarta. Saldrá igual de aburrida. O puede que más. Pero, pase lo que pase, abrirá la puerta del fin de semana, que concentra dos vibrantes jornadas en los Pirineos, con la expectación que levantó el Macizo Central sobre el duelo entre Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard. Que llegue ya.

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