“En fútbol era malo, pero con la bici dejaba atrás a todos”

En las empinadas calles de Tellego (Asturias), un muchacho tranquilo, jovial, llega a la cancha de fútbol para jugar con sus amigos. Pero no es lo suyo. Minutos después, de vuelta a casa, cogen sus bicicletas y las cosas cambian. Él es quien deja atrás a todos. De ahí surge la curiosidad de probar con esto del ciclismo y… premio. No le pudo salir mejor la jugada a Pelayo Sánchez (24 años), que ya empieza a recoger los frutos de la plena dedicación y sacrificio que exige este deporte. El asturiano, ganador de etapa en este Giro de Italia, atiende a AS para hablar de su reciente explosión y del ilusionante futuro que tiene por delante.

—¿Cómo empezó en el ciclismo? ¿De dónde viene su afición por este deporte?

—Empecé a andar en bicicleta porque vivo en un pueblo pequeño, cerca de Oviedo, y para casi todo allí haces vida con la bicicleta. Desde pequeños, aun con las cuestas que había, lo que elegíamos para movernos por la calle era la bicicleta. Así pasábamos el verano. Un año me di cuenta de que cuando jugábamos al fútbol era un poco malo (risas), y donde destacaba era yendo y viniendo a la cancha de fútbol dejando atrás a mis amigos con la bici. Uno de ellos, que estaba apuntado a ciclismo, me animó a empezar. Le pregunté a mi madre si me dejaba ir a probar, y aquello que empezó como una anécdota entre dos amigos nos llevó a que ahora estemos hablando tú y yo en Nápoles.

—¿Qué es lo más duro de ser ciclista profesional?

—Es una juventud o adolescencia que te toca vivir de otra manera. Pero es lo que elegimos, y tan a gusto. Para mí no es ningún sacrificio, es lo que me gusta, mi pasión. Lo hago con ganas. Pero por ejemplo, estos días eran las fiestas de mi pueblo y allí teníamos preparada una carpa, con una parrillada excelente… y estoy aquí en Italia corriendo. Quizás lo más duro es estar lejos de tu familia, de tus amigos y lo que peor llevaba era estar más de dos semanas fuera de casa, de concentraciones… Al final uno se acostumbra a todo y la familia también se adapta. Con las nuevas tecnologías se puede tener contacto y es más llevadero.

—Si pudiera elegir, ¿qué tipo de ciclista querría llegar a ser?

—El tiempo dirá a dónde podemos llegar. De júnior siempre me defendí bien en carreras duras y de alta montaña, pero el año pasado el Burgos-BH me empezó a llevar a carreras de Francia, de media montaña, y empecé a ver que se me daban bien y podía tener recorrido. Creo que ahora estoy consiguiendo casi mis mejores resultados en esas etapas de puncheur, que dicen los franceses. Me gustaría seguir mejorando mi faceta escaladora para ganar en montaña, que al final es lo que me gusta, pero por qué no intentar ahondar en estas facultades de corredor ‘rapidillo’.

—Por lo que me dice, sería un perfil al estilo de Valverde.

—Eso son palabras mayores (sonríe). Alejandro es un excelente corredor y creo que es difícil llegar a la mitad de lo que consiguió él. Ese tipo de comparaciones son un halago y si es el espejo en el que hay que mirarse, intentaré ir por ese camino lo mejor que pueda.

—En esta experiencia de su primer Giro, ¿qué es lo mejor y lo peor que está encontrando?

—De las tres grandes, el Giro era la carrera que más me llamaba la atención. La Vuelta ya la hice varias veces, es la carrera de casa. El Tour es el Tour, la carrera que te da el carné, como decimos en el argot. Ahora que estoy aquí, no me está defraudando. Es increíble cómo los pueblos se engalanan de rosa para ver la carrera, todo el mundo está pendiente de estos 21 días del transcurso de la prueba… Me parece espectacular.

—En días de descanso como este, ¿cómo aprovechan los ciclistas su tiempo libre?

—Puede parecer un día sencillo, pero pasa todo muy rápido. Aquí tienes un entrenamiento que, aunque sea corto, tienes que hacerlo para no perder la dinámica. El cuerpo es muy malo, enseguida se relaja y no quiere trabajar. Hay que darle ese pequeño estímulo. Lo que cambia es la tarde, que hacemos alguna entrevista, pero enseguida llega la siguiente etapa y tocan otros seis días de leña.

—Y fuera de competición, ¿qué le gusta hacer?

—Estar con mi familia, mis amigos. Me gusta mucho el monte, tengo un 4x4 y suelo ir a dar una vuelta tranquilamente por allí con la bicicleta. Como digo yo: ‘mapa, cantimplora y a echar la mañana’. Me gusta pescar, pasear, y también estudio fisioterapia y de vez en cuando, muy de vez en cuando, me dejo caer por la facultad para ver que se cuece por ahí (risas).

—Decía que es muy ‘friki’ del ciclismo. ¿También lo es de otros deportes?

—Sí. Soy ferviente seguidor de mi Real Oviedo, que a ver si nos metemos en playoffs de ascenso. Estamos ahí en la lucha, en esa liga de esquizofrénicos que es LaLiga Hypermotion, que cualquier día nos va a dar un infarto (risas). En general, los valores que transmite el deporte es lo que me engancha. Me intereso por aprender y por la actualidad.

—¿Se ve ligado al ciclismo cuando acabe su carrera?

—Espero que me quede una larga trayectoria como corredor y luego ya veremos. En general, todo el deporte me gusta. Sigo la actualidad deportiva y soy bastante friki del ciclismo. Sigo categorías inferiores. Ya veremos si hay ganas y si surge la oportunidad, por qué no.

—Después de la tranquilidad que le otorga tanto a usted como al equipo su victoria, ¿cómo se plantea lo que queda de carrera?

—El Giro es la carrera de las oportunidades. Es muy loca y llegan muchas escapadas. La primera que tuvimos ya está aprovechada. Veremos si se presenta alguna más. También toca apoyar a Einer, que está cuajando una carrera fantástica. A ver si somos capaces de que se meta lo más arriba posible en la general.

—¿Ayudar a Einer le puede quitar libertad para luchar por más etapas?

—Lo de Einer no es que sean buenas piernas, es que ha dado un salto de calidad grande. Es un grandísimo escalador y el año pasado ya ganó en Crans Montana, una etapa que no gana cualquiera. Ahora ha demostrado ser sólido en montaña y tener un nivel a la altura de los mejores escaladores. Puede tener ese hándicap de la crono, pero con sus piernas puede optar a algo bonito. Tiene una buena oportunidad.

—Defina ese “algo bonito”.

—No hay que meter a Einer más presión de la cuenta. Está en la lucha por la general y vamos a intentar optar a lo máximo. Confío mucho en él y creo que lo hará bien. Veremos si puede estar en el top-5 y por qué no ser ambiciosos y pensar en posiciones de podio. Será la carretera la que diga cuál es su sitio.

—Se le ve mejor con el paso de los días, pero, ¿cómo ve a Nairo?

—Vino de una lesión, de una temporada sin correr, que afecta mucho. Sales un poco de esta rueda, pierdes ritmo de competición y el cuerpo se resiente. Aporta muchísimo al equipo, es un increíble campeón. Aparte de transmitirnos lo que sabe nos aporta sus tablas y para la última semana va a estar a tono y dando guerra.

—Igual que le ha ocurrido a su compañero Oier Lazkano, su caché también se va a disparar a partir de ahora. Usted acaba contrato en 2025. ¿Escuchará ofertas o su prioridad es seguir en el Movistar?

—Todavía me quedan dos semanas de Giro y estoy centrado en la carrera. Es mi primer año en el World Tour y aquí en Movistar me han acogido superbién. Estoy muy contento. El equipo me da mucho apoyo y estoy creciendo como ciclista. Veremos qué sucede, pero estoy muy a gusto aquí y no me importaría continuar en el Movistar.

—Después del Giro, ¿qué le pide al resto de la temporada?

—Después del principio de año tuve un pequeño bache. Problemas con la planificación, estuve enfermo y me costó un par de meses volver a arrancar. Querría un poco más de solidez, conocer otro calendario que forma parte del World Tour y rendir de forma más constante.

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