Wembanyama saca la apisonadora en la noche de Chris Paul

La historia de Victor Wembanyama es la misma que la de todas las demás estrellas, pero con algún capítulo de retraso. El motivo es generacional en el caso de un pívot que ha llegado a la mejor Liga del mundo para cambiarla y que está haciendo suyo el baloncesto. Con un físico inédito, la figura francesa, única en su especie, sigue acumulando grandes victorias para aparecer en todas las grandes listas habidas y por haber. Los récords de precocidad son suyos y su evolución también: esta temporada sigue con números similares en rebotes (10,4), asistencias (3,8) y tapones (3,4), pero ha mejorado en anotación (23,5) y, sobre todo, en los porcentajes de lanzamiento, una de las piedras angulares del juego y también una de las principales cosas a mejorar por el nuevo unicornio, que ya se va por encima del 47% en tiros de campo y del 33% en triples e 9 intentos, una parte muy criticada, pero en ciertas noches muy solvente de su juego. Por ahí sigue mejorando Wembanyama, cuyo estilo se basa en tirar prácticamente lo mismo de dos que de tres por pertenecer a una era concreta, la de los triples, pero que sigue ejerciendo un poderío y una funcionalidad tremenda en ambos lados de la pista, merced a un físico incuestionablemente increíble, pero también a una mejoría paulatina y objetiva.

La historia de Chris Paul también es la misma que la de otras estrellas, pero solo algunas. El veterano base está inmerso en la 20ª temporada de una carrera llena de momentos fantásticos, pero que llega a su triste ocaso sin anillos pendientes. Pocos jugadores (cada vez más, pero igualmente pocos) han llegado tan lejos en cuanto a perdurabilidad y han tenido tantísimo talento como un Paul que, eso sí, arrastra también la vitola de hombre gafe, con lesiones, caídas de nivel o problemas en momentos clave, así como demostraciones de un carácter cuestionable. Aterrizó en la NBA en 2005, pero no pisó las finales de Conferencia hasta 2018, con los Rockets, después de liderar dos proyectos que llegaron a ser candidatos (Hornets y Clippers), pero se quedaron en nada, tanto en sus orígenes como en la Lob City. Tras ello pasó por los Thunder y en los Suns llegó a sus primeras Finales. Pero ese 2-0 que acabaron remontando los Bucks de Giannis Antetokounmpo dio carpetazo sus opciones, diluidas posteriormente por el paso del tiempo y unas ganas de ganar que se perdían en el olvido. Paul se juntó entonces con los Warriors en una idea de videojuego, con mucho nombre y mucha vejez. Y, en la senectud, decidió jugar al lado de un Gregg Popovich que sigue en la enfermería (ya veremos si regresa) y de un gigante francés con el que ejerce de mentor sin ya optar a esos títulos siempre esquivos, que tuvieron esas oportunidades que ya nunca volverán.

Los Spurs ganaron a los Pelicans en San Antonio (121-116) en un partido en el que Wembanyama y Paul tuvieron cada uno su dosis de protagonismo. El francés logró 25 puntos y 10 rebotes en apenas 25 minutos, algo motivado por unas molestias en la parte baja de la espalda tras una caída que le impidió estar en la recta final del choque, pero cuyo susto se quedó en tratamiento y no tiene mayor importancia. El base, por su parte, se fue a 6 tantos, 7 rechaces y 10 pases a canasta. Y superó a Jason Kidd en la lista de máximos asistentes de la historia, colocándose en un extraordinario segundo lugar. Paul ya va por delante de auténticos titanes de la distribución y del pase (Kidd, Steve Nash, Magic Johnson, LeBron James, Mark Jackson...) y sólo le queda superar al insuperable John Stockton, que se retiró con 15.806, 10,5 por noche, siendo una cifra (como la de robos) absolutamente inalcanzable. La bella ironía del encuentro, cómo no, fue que Paul repartió la asistencia que le colocó segundo en la tabla dándole el balón a Wembanyama. Una de esas simetrías casi poéticas que tiene la NBA. Fue en el segundo cuarto, antes de que todo se parara con un tiempo muerto posterior con el que el playmaker se llevó la ovación del respetable. Algo también inherente a la competición norteamericana, de la que el base es todo un clásico a pesar de no tener anillos; y también el gran base del siglo XXI, con tintes de jugador clásico en su posición (buenas manos, visión de juego...), pero añadiendo además unos porcentajes brutales de acierto en el lanzamiento.

La victoria no fue plácida, pero sí merecida para los texanos, que recibían la visita de unos Pelicans que no paran de aumentar su sangría de lesionados, esta vez con Brandon Ingram (que se une a Zion Williamson, José Alvarado...) en el dique seco. Sin expectativas, la franquicia de Nueva Orleans compitió hasta el final y entró al último minuto por delante (114-116), antes de cerrar el partido con un 7-0 en contra. Hasta seis jugadores superaron la decena de puntos, con 25 de Tey Murphy, 19 de CJ McCollum, 12 de Herbert Jones, 17 de Brandon Boston, 18, con 14 rebotes (9 de ellos ofensivos) de Yves Missi; y 18, con 11 asistencias, de Dejounte Murray. En los Spurs, muy irregulares en el lanzamiento, Stephon Castle siguió con su fantástico momento de forma y logró 22 tantos, mientras que Harrison Barnes llegó a 16 y Julian Champagnie a 12. Los Pelicans se hunden en los suburbios de la Conferencia Oeste (5-20, en la última posición), mientras que los Spurs vuelven al 50% en una clara mejoría respecto a los últimos años (12-12) y rozan los puestos de play in. Algo cimentado por una nueva pareja de moda que se encuentra en dos puntos diferentes de dos carreras deportivas, una legendaria y otra con intención de serlo. Una empezando y la otra terminando. Una con récords de precocidad y otra de senectud. Victor Wembanyama y Chris Paul siguen haciendo historia. Cada uno la suya. Algo sencillamente espectacular.

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