NBA | JAZZ 88 - 106 SPURS

Wembanyama disipa dudas

Partido majestuoso del francés, especialmente en defensa, para que los Spurs vuelvan a la senda de la victoria tras un inicio lleno de trompicones. Chris Paul, diferencial.

ALEX GOODLETTAFP

De Oklahoma a Utah hay 881 millas, unos 1.400 kilómetros. Son algo más de tres horas en avión, lo que tardaron los Spurs en cambiar a los Thunder por los Jazz en la ciudad mormona para enfrentarse a un nuevo rival en Salt Lake City apenas un día después de haberse visto las caras con el anterior, algo muy típico en una NBA cuyo calendario sigue siendo extenuante y muy similar para todo el mundo. Pero la organización ha favorecido en el inicio a los texanos, que jugarán mucho en casa los primeros meses y no tendrán visitas alargadas fuera de San Antonio hasta finales de diciembre, cuando disputarán cuatro partidos seguidos fuera de su feudo. Hasta entonces, el objetivo es sacar victorias y mejorar todo lo que se pueda. Es lo que le toca a una plantilla que ha fichado a un veterano como Chris Paul para dar estabilidad a la anarquía procedente muchas veces de la juventud. Y a otro como Harrison Barnes, campeón con los Warriors en 2015 y chivo expiatorio después tras la derrota de 2016.

Eso sí, todo dependerá de los avances que haga Victor Wembanyama. Rookie del Año la temporada pasada, segundo en las votaciones a Mejor Defensor (algo extraño, pero asombroso) y líder en tapones de la NBA, el francés cumplió e incluso superó los pronósticos, pero los Spurs se anclaron en las 22 victorias y necesitan dar un paso adelante en un nuevo proyecto, el que lidera el nuevo unicornio. Llevan cinco temporadas consecutivas sin acceder a playoffs y en las dos últimas han firmado idéntico récord, que ocupa la tercera y cuarta posición de forma simultánea de los peores balances de la historia de la franquicia. No hay un objetivo determinado y todo dependerá del tiempo que se tome el pívot para alcanzar el estrellato. En la entidad ya han dicho que no tienen ninguna prisa. Tampoco Gregg Popovich, que camino de los 76 años no tiene pensado moverse del banquillo hasta que él mismo diga lo contrario. Sus días de gloria quedan muy atrás, pero su carrera sigue su curso y los Spurs ya han dicho que estará hasta que él quiera. Para bien o para mal.

Más allá de eso, los Spurs conquistaron Salt Lake City por obra y gracia de Wembanyama, que compensó su mal partido ante los Thunder con otro excelente, especialmente en el plano defensivo. El pívot se fue a 25 puntos, 9 rebotes, 7 asistencias, 5 robos y 5 tapones, registrando el segundo 5x5 de su carrera y convirtiéndose en el segundo jugador de la historia (junto a Hakeem Olajuwon, que lo logró en cuatro ocasiones) que consigue algo así en múltiples ocasiones. Su selección de tiro volvió a ser cuestionable (4 de 13 en triples), pero su poderío en la zona fue brutal, sin dejar espacio para la penetración y obligando a los Jazz a lanzar mucho desde el exterior (algo que hicieron por debajo del 22%). Y eso que Walker Kessler, su homólogo en el barro, no hizo mal encuentro precisamente: 6 tantos, 11 rechaces y 3 tapones. Pero insuficiente ante el gigante francés, que se retroalimentó positivamente y fue ganando confianza, especialmente en una segunda mitad en la que lideró la defensa hasta dejar a su rival en 35 tristes puntos.

Chris Paul acompañó al pívot en las hostilidades, comandando la ofensiva con 19 puntos, 7 rebotes, 10 asistencias y 2 robos, haciendo gala de su infinita sapiencia y su gestión de los espacios, impoluta a sus 39 años y en el ocaso de una carrera alejada ya definitivamente de unos anillos que nunca ganará. Pero todavía podrá prestar este último gran servicio al lado de Wembanyama, que demostró su influencia defensiva de una forma brutal: a partir de su figura, los Spurs robaron 17 balones, colocaron 7 tapones y provocaron 26 pérdidas en unos Jazz horribles y con un inicio de temporada más que triste (0-5) en el que todavía no conocen la victoria. Y todo sin Lauri Markkanen, lesionado de la espalda, la única luz de un proyecto que ni siquiera ha empezado y que Danny Ainge intenta deshacer en los despachos para empezar uno nuevo. Los Spurs, inmersos en el suyo, ya superaron esa parte. Y tienen en sus filas al omnipresente Wembanyama. El cielo es el límite para el gigante francés, que se recupera de una actuación muy mala con otra muy buena. Como hacen los grandes. Y él está llamado a ser uno de ellos, claro.

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