Spurs 101-Lakers 119

Un respiro para los Lakers

Buena victoria, en pleno amago de crisis, de los angelinos en pista de unos Spurs que no pudieron alargar su buena inercia. Knecht, titular y decisivo.

Daniel DunnUSA TODAY Sports via Reuters Con

Una jornada de malos presagios acabó con alegría para los Lakers, que algo es algo. Un equipo que se mueve entre los golpes de euforia y los amagos de crisis sangrante, porque en L.A. las cosas tienden a ser así, llegó a su hotel de San Antonio a las cuatro de la mañana, magullado tras la paliza encajada en Phoenix que había dado continuidad a la paliza encajada contra los Nuggets. En back to back y a las puertas de un lio ya gordo, de un bache indisimulable, visitaban a unos Spurs en su momento más vibrante en mucho tiempo. De hecho, los texanos no apilaban cuatro victorias seguidas (suena raro, con lo que fueron) desde hacía más de un año y medio. Con pinta de jornada peliaguda, los Lakers sacaron adelante un partido (101-119) en el que mejoraron mucho. No era difícil después de tres derrotas seguidas, dos con un denominador común: ninguna capacidad de respuesta cuando el rival se ponía serio de verdad.

JJ Redick cambió el quinteto. Habrá decidido, y cómo culparle, que ya que el único que defiende allí es Anthony Davis y que eso va a cambiar poco hasta que vuelva (si vuelve) Jarred Vanderbilt, mejor poner a los que meten puntos. Si el fuerte es el ataque, liberemos el ataque en lugar de comprimirlo en un intento frustrante de que la defensa mejore. Más vale ser muy bueno en una cosa y muy malo en la otra, seguramente, que quedarse en ninguna parte intentando equilibrar lo que la propia confección de plantilla pone en arameo. Ya volverá Vanderbilt, ya hará algo (o no, que eso no se le da mal) Rob Pelinka antes de cierre del mercado invernal… Pero, mientras, habrá que meter puntos y ganar partidos.

El rookie Dalton Knecht había sido titular en ausencia de Rui Hachimura y volvió al banquillo cuando el japonés regresó tras su lesión. En San Antonio jugaron juntos con Reaves, LeBron y Davis. Cam Reddish, un suplicio en ataque que no compensa por mucha energía física que intente poner en defensa, se fue al banquillo, y los Lakers jugaron mejor. En parte gracias a Knecht, que acabó con 20 puntos, 8 rebotes y 4 triples; y que entró en calor rápido y marcó el tono del equipo, síntomas de recuperación, desde el primer cuarto (23-32). Fue un acierto de Redick… o simplemente que tocaba noche buena. Pero el caso es que los Lakers hicieron lo justo en defensa, sin excesos, y atacaron bien y respondiendo con personalidad cuando (47-58 al descanso) los Spurs se pudieron a cuatro en el tercer cuarto y a diez con nueve minutos por jugar.

La producción estuvo repartida. Además de Knecht, cuya frescura en ataque compensa los obvios problemas en defensa, Hachimura acabó con 16 puntos, Reaves con 13 y, desde el banquillo, también tocó día bueno (uno nunca sabe, aunque últimamente se acumulan los malos) de D’Angelo Russell (17 puntos, 5 asistencias, 3 triples) y apareció Mac Christie, que acabó con 12 puntos y fue importante en el tercer cuarto, cuando pareció el jugador en cuyo desarrollo tanto confiaban en verano los Lakers. El que casi no ha aparecido todavía. Veremos si es un brote verde o solo un buen día aislado. Además, Davis se dedicó a distribuir (7 asistencias) cuando los Spurs se concentraron en él (produjo, además, 19 puntos, y 14 rebotes) y LeBron James maquilló en el último cuarto, con un buen arreón cuando los Spurs apretaron por última vez, lo que en general fue un partido (otro, esta temporada) mediocre para él: 16 puntos, 10 rebotes, 11 asistencias. Dada la situación en la que llegaban y las bajas (Vanderbilt, Wood, Hayes), los Lakers firmaron una victoria brillante y quedan en 11-7. Más bien que mal… aunque con sensación de no tener mucho más. Así será hasta uqe Pelinka haga (o no haga) algo.

Los Spurs dejaron escapar un momento de excelente inercia en un día en el que podían haber sumado, por el rival, una de esas victorias que visten mucho. Están 10-9, todavía en positivo, pero esta vez no funcionó el dúo joven que forman Stephon Castle y un Victor Wembanyama que frenó (20 puntos, 10 rebotes, 2/9 en triples) después de semanas lanzado. El regreso de Devin Vassell tras cinco partidos se notó (14 puntos) pero no lo suficiente… y los Spurs se quedaron con un palmo de narices en lo que pintaba a ocasión perfecta para el aldabonazo. Siguen creciendo, y ese proceso incluye brochazos torcidos como este en una noche que salvó un poco, al menos por ahora, el pellejo de los Lakers.

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