Tyrese Maxey al rescate

Los Sixers por fin ganan. Les ha costado Dios y ayuda, muchos sudores, errores y horrores. Pero han vuelto a ganar a pesar de todo: sin Joel Embiid, sin Paul George y con los restos de lo que conformar un equipo mediocre y muy necesitado del pívot y ya veremos si de esa segunda estrella que ha llegado este verano pero todavía no ha debutado. En esa está una franquicia histórica muy (pero que muy) alejada de su historia. No pisan unas finales de Conferencia desde 2001, cuando Allen Iverson hizo soñar a una ciudad que sabe y entiende de baloncesto, pero en la que los anillos brillan por su ausencia desde que en 1983 Julius Erving y Moses Malone conquistaran el mundo. Desde entonces, algún brote verde y un referente cultural como The Answer. Después de eso, la nada más absoluta, incluido un Proceso que cuenta ahora con un único superviviente, un Embiid que no para de generar dudas sobre su físico, nunca está bien en el momento de la verdad (los playoffs) y acumula desmanes mientras tiene a la opinión pública merecidamente en contra.

La victoria ante los Pacers (114-118) es un pequeño halo de luz, una bombona de oxígeno para un equipo que necesitaba aferrarse a algo y que pasaran al menos un par de días sin que se hablara del hundimiento de un barco que siempre navega por aguas tumultuosas con idéntico final. Al menos tienen un consuelo al que aferrarse mientras llega el consabido naufragio: Tyrese Maxey. En verano recibió el máximo, 203 millones en cinco temporadas, y por algo sería. Ya no por imaginar en los sueños más bonitos un big three celestial, sino porque alguien sostuviera la nave y se encargara de esquivar meteoritos a diestro y siniestro. El escolta, en su infinito talento, se fue a 45 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias en un partido horroroso para el espectador, horrible en su fondo y forma, con un equipo que es muy difícil que iguale el sorpresivo resultado de la temporada pasada (finales de Conferencia, llegando en diciembre a la final del In-Season Tournament) y otro que no es nada con tanta lesión y tan poca convicción.

Tyrese Haliburton anotó un triple espectacular para forzar una prórroga que fue sólo una prolongación de la agonía. El base no ha vuelto a ser el que fue a en los últimos meses de 2023, hace un año, cuando le comparaban con playmakers legendarios en esa exageración procedente de la sobrerreacción, una cualidad inherente a una NBA que se mueve entre la hipérbole y la parábola. En el duelo anterior hizo 0 de 8 en tiros de campo y 0 de 7 en triples. En este se ha ido a 22+4+2, lejos de los triples-dobles, de su poder atlético y su capacidad de generar de todo para todos. Se ha quedado en 8 de 18 y, cuando parecía que un error de Caleb Martin daba paso a otra prórroga (hizo falta adrede con 2 arriba para su equipo... pensando que eran 3), falló un tiro libre para empatar el encuentro. Los Pacers mantienen su colectividad, con siete jugadores por encima de la decena de puntos ante los Sixers. Pero no saben a quién dar el balón en los momentos calientes. Algo que sí tuvieron claro sus rivales, que acertaron.

Maxey anotó 24 puntos entre el último cuarto y la prórroga, 10 en el tiempo extra. Y decidió ante la desesperación de Nick Nurse, su entrenador, que protestó mucho en la recta final de la parte reglamentaria y celebró con el puño la victoria un tiempo después. Una muestra de la necesidad de ganar que tiene un equipo que no lo hace y que ganó en las trincheras más absolutas: entre ambas franquicias sumaron 38 pérdidas, 19 cada cual, además de lanzar 65 tiros libres. Algo muy difícil de ver para el aficionado y un marcador final que no fue tan abultado como debiera ser con prórroga. Pero victoria para el que menos falló en un final de muchos fallos y muchos tiros libres fallados, lleno de errores, con muchos parones, revisiones (en algún momento se mirará esto) y 52 faltas cometidas, 26 por equipo. Un duelo que se alargó por más de tres horas y que parecía que nadie quería ganar, pero que al final ganaron los Sixers.

Pascal Siakam fue el mejor, por destacar a alguien, de los Pacers. Al menos, el más ordenado: 17+5+6, sólo una pérdida, 7 de 11 en tiros de campo y 2 de 4 en triples. Myles Turner se fue a 14+4+2 y robó 4 balones, pero sucumbió ante un Andre Drummond al que se le sigue cayendo la estadística a sus 31 años: 9 puntos y 17 rebotes, una batalla que sí ganaron los visitantes (52-68) y que finalmente inclinó la balanza. El 17+12 de Caleb Martin, bien en las trincheras, se impuso al error en la falta por el resultado final. Y Guserchon Yabusele, que ganó en la NBA por primera vez desde el 28 de abril de 2019 (2.009 días después) volvió a disfrutar de tiempo en pista, haciendo unas cosas mal y otras regular: no anotó, pero consiguió 6 rebotes y 4 asistencias en algo más de 17 minutos. Algo es algo. Pero todo, a expensas de cuánto tarden en llegar Embiid y Paul George, pasa por la figura de un Tyres Maxey que junta talento y corazón, una mezcla siempre atractiva. La única luz de un partido verdaderamente malo.

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