Otro ‘caso Zion’ en los Pelicans
El peso y la poca energía del jugador, el gran debate tras la derrota en Las Vegas. “No quiere escuchar”, dice la prensa de Nueva Orleans.
Vuelve a haber caso Zion Williamson en Nueva Orleans, la peor noticia posible para un equipo que parecía en ascenso cuando aterrizó en Las Vegas para jugar la Final Four del In Season Tournament. Había accedido a la semifinal gracias a una victoria de mucho mérito en cuartos, en pista de Sacramento Kings, y parecía estar en ciclo ascendente con el regreso de varios jugadores que habían estado lesionados y algo más de cohesión en la pareja Brandon Ingram-Zion Williamson. Las dos estrellas del equipo y dos jugadores que han sido all-star pero que son inconsistentes como piedras angulares. Y que para colmo, además, tienen estilos de juego que muchas veces han parecido casar mal.
Cuando los Pelicans perdieron cinco partidos seguidos (hasta un 4-6 que ahora es 12-11), hubo una reunión de vestuario que los propios jugadores han reconocido y en la que se habló de qué querían ser como equipo y qué se podía hacer para que Zion e Ingram cohabitaran mejor en pista. Las cosas parecían ir mejor… pero el gran escaparate que suponía el In Season Tournament se volvió contra ellos: los Lakers los aplastaron (133-89) y LeBron James, a días de cumplir 39 años, pareció más motivado y competitivo que Ingram (26 años) y sobre todo un Zion que volvió a acaparar críticas. Se quedó en ocho tiros de campo y 13 puntos, tuvo un día negro desde la línea de personal (1/6), apiló tantas pérdidas como asistencias (tres de cada) y su lenguaje corporal fue desastroso. Lento y sin explosividad de piernas, espeso y desconcentrado. Nada que ver con un jugador franquicia en un día importante.
Las redes se llenaron de análisis que apuntaban a un aspirante a estrella cuyo techo está quedando por debajo de lo previsto porque se está estableciendo como una amenaza más unidimensional de lo que se esperaba cuando llegó a los Pelicans como un aclamadísimo número del draft en 2019, un jugador que parecía llamado a cambiar la NBA pero que está consumido, por ahora, por las lesiones, las dudas sobre su compromiso y su profesionalidad y un estilo de juego que es demoledor cuando va hacia el aro (promedia esta temporada 22,2 puntos con un 58% en tiros) pero que no corrige otras lagunas obvias: muy flojo y despistado en defensa, sobre todo tiene que ejercer de pívot en quintetos pequeños, no del todo lúcido como pasador y con un tiro exterior nada fiable y que apenas pone en práctica.
La apatía, la falta de liderazgo y la sensación de poca chispa física y, otra vez, sobrepeso se han convertido de nuevo en un azote para un Zion que ha reconocido que tuvo un día muy pobre en Las Vegas: “Tengo que ser mejor, tengo que jugar con más agresividad y encontrar mis tiros. Tengo que hacer más cosas para activar al equipo. Creo que fue un partido en el que di un paso atrás, y es algo que no puedo hacer. Y en defensa tengo que hacerlo mejor”.
A priori, los Pelicans tienen un equipo para hacer cosas importantes, pero corren el riesgo de que otros (Wolves, Thunder…) les pasen por delante en el Oeste si no consiguen que explote definitivamente este proyecto que se supone que deberían liderar Ingram y un Zion que la temporada pasada solo jugó 29 partidos y del que se esperaba un golpe sobre la mesa en esta, ya la quinta para él en la NBA (aunque una se la pasó sin jugar, lesionado: la 2021-22).
Desde la prensa de Nueva Orleans, eso es lo peor, se le ha vuelto a señalar a partir del hecho obvio de que parece otra vez fuera de forma, con sobrepeso, y lejos de las sensaciones que dio en pretemporada y en el inicio de curso, mucho mejores. Es una pieza clave para saber hasta dónde puede llegar este equipo, claro. También porque ya firmó una extensión con la que los Pelicans arriesgaron mucho dados sus problemas físicos: cinco años y 193 millones de dólares que podrían convertirse en 231. En ese momento (2022), había jugado solo 85 partidos en tres temporadas en la NBA.
Christian Clark, que cubre a los Pelicans para el The Times-Picayune, el principal periódico de NOLA, ha vuelto a abrir la lata de la frustración que sienten en la franquicia de Luisiana con el que debería ser jugador de referencia: “La pobre ética de trabajo de Williamson ha sido una fuente de frustración para los Pelicans desde que le dieron el número 1 del draft en 2019. Han intentado poner a su alrededor veteranos que pudieran ser capaces de ayudarle a alcanzar su techo. Firmaron a JJ Reddick, hicieron un traspaso para fichar a CJ McCollum… Pero nada ha conseguido el objetivo. Los Pelicans le han insistido en que cuide su dieta y su puesta a punto física, le han dicho que son cosas que tienen que mejorar. Pero Williamson, y varias fuentes así se lo han confirmado a nuestro periódico, no quiere escuchar”.
La extensión que firmó en 2022 tenía, de hecho, una cláusula relacionada con su peso. El contrato incluye varios momentos de control de su peso y porcentaje de grasa. Si estos valores estaban por encima de lo estipulado, Zion perdería dinero de su salario. En todo caso, el simple hecho de que se esté hablando de esto ya es un problema, porque en verano y tras su última y larga lesión, parecía que el jugador había dado un paso adelante. Lo dijo el presidente del equipo, David Griffin: “Es el primer verano en el que hemos visto que se toma su profesión en serio de verdad, y está trabajando en ello fuera de la pista de una forma que nos parece muy significativa”.
Las críticas también llegaron durante la retransmisión televisiva. En TNT, Shaquille O’Neal acusó a Zion de “no correr con energía”. El mítico exjugador dijo que Zion le recordaba a él en el inicio de su carrera, cuando creía que se esforzaba pero en realidad no lo hacía. No lo suficiente. Reddick también fue duro con él, lo que es más significativa porque fueron compañeros: “No está en forma, la realidad es que sigue sin estar en forma a pesar de todo lo que le ha pasado. Todavía no se ha comprometido con su carrera de verdad”.
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