¿Nuevo límite salarial en la NBA? Esta es la cantidad que podrán gastar los equipos esta temporada

La NBA basa su aplicación competitiva, la formación de los equipos y el reparto de talento, en un sistema que intenta generar equilibrio y que, a grandes rasgos, funciona: en las últimas siete temporadas ha habido siete campeones distintos, algo que además no había pasado nunca en toda la historia de la competición. En principio, todos los equipos tienen la misma capacidad de gasto en salarios de jugadores en cada temporada, una cifra que marca el tope salarial (salary cap) pero que tiene agujeros legales creados para permitir ciertas maniobras a los equipos en un mercado que así, en teoría, ayuda también a los jugadores a mejorar sus condiciones salariales.

Es un sistema blando (soft cap) en el que un elemento clave de control es el impuesto de lujo, un luxury tax que se podría definir así: el castigo económico aplicado a los equipos que superan una cantidad (tax line o línea del impuesto) que se sitúa por encima del salary cap (el tope salarial) de una determinada temporada. Ese castigo va, gracias a las evoluciones que ha ido experimentando el concepto y su aplicación práctica, creciendo cuánto mayor es la cantidad por la que se supera esa frontera. Las cifras, además, se han ido volviendo más punitivas para mantener vigente su efecto. Se trata de controlar a quienes pretender gastar más de la cuenta y crear así una deformación en el equilibrio competitivo.

El salary cap se calcula a partir de los ingresos de la liga puramente relacionados con el baloncesto (Basketball Related Income: BRI): ticketing, restauración y merchandising en los pabellones, acuerdos de patrocinio vinculados con la competición y, claro, los contratos televisivos. Estos marcan el puso económico de la competición, que no puede ser mejor: los últimos entran en vigor esta temporada y marcan una revolución: 76.000 millones por once años. Algo nunca visto. Una enorme inyección de dinero que sigue a otra, la de 2016 (24.000 millones por nueve años). Entonces la deformación en el mercado fue tan grande, provocó además un tramo de depresión posterior al gasto desmesurado, que en el último convenio colectivo se especificó que la subida del salary cap, entrar el dinero que entrara, no podía ser más del 10%. Si había más para repartir, se prorratea durante las siguientes temporadas para no crear grandes anomalías.

Cuando se tienen amarrados los ingresos de la competición, se aparta el porcentaje que va para los jugadores (en torno al 50% según los últimos convenios) y se divide entre los treinta equipos de la competición. De ahí sale la cifra gruesa de la que luego, después de algunos ajustes, se obtiene el salary cap: para esta nueva temporada, 2025-26, 154,6 millones. El 10% máximo con respecto a la cifra de hace un año (140,5). Para el próximo año, aunque todavía no se puede determinar con exactitud, se habla de un crecimiento de un 7%, menos del 10% esperado mientras se va absorbiendo ese nuevo torrente de dinero de las televisiones.

Además de esos 154,6 millones de salary cap, la marca para la entrada en el impuesto de lujo (luxury tax line) está en 187,8 millones. Y las de los peligrosos aprons, que marcan los castigos más duros a nivel económico pero también deportivo, en 195,9 (el primero) y 207,8 (el segundo). Además, el suelo (floor) que no se puede rebasar por abajo, el mínimo que hay que gastar en plantilla, es de 139,1 millones, el 90% del cap.

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