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NBA, TNT y el final de otra manera de ver el baloncesto

El fin del contrato entre NBA y TNT, que en la 2024/25 verá su última temporada de vigencia, acaba con uno de los espacios televisivos de referencia.

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En la cultura deportiva no conviene desdeñar nunca, ni para la crítica ni para el análisis ni para la información ni para el divertimento, el papel que juegan los medios de comunicación en la explotación de lo que se deriva del lugar en el que se desarrolla la acción principal. No es porque éste sea uno de ellos. No se entendería el ocio sin las situaciones que genera y que sirven en el futuro.

Por hablar desde la generalidad Estados Unidos tiene bastante desarrollado un sentido del espectáculo que en otras culturas, como la europea o la asiática, se ve desde la lejanía. Por apuntar mejor, la NBA es el ejemplo palmario de cómo multiplicar exponencialmente la repercusión de una liga en la que, sí, están los mejores jugadores de baloncesto del mundo pero en la que el trabajo que se realizar para aprovechar lo que ellos generan está a la altura de tales estándares de excelencia. Es un trabajo conjunto. La manera de vender el producto a través de sus canales oficiales dista en eones de la que se propugna en otros deportes, en otros países, en otros torneos. Pero en la 2024/25 se va a producir un cambio muy significativo. Un nuevo acuerdo televisivo en el que varios actores van a cambiar de rol o, incluso, desaparecer.

De lo que ocurra a partir de ese punto, tanto si se marcan etapas progresivas hacia una nueva forma de consumir el baloncesto o si los pasos se dan de manera agigantada, dependerá la estabilidad de una competición que crece y crece internacionalmente, el sueño de David Stern hace cuatro décadas, pero en el país de origen se mantiene lejos de las cifras del fútbol americano.

Adam Silver, comisionado de la NBA, ha llevado la voz cantante en una negociaciones que han dado el siguiente resultado: ABC y ESPN, del grupo Disney, se mantienen como principales tenedoras de derechos; en un segundo nivel entra NBC, apoyada por su plataforma Peacock, que recupera una retransmisiones que llevaba 22 años sin tener; y el punto disruptivo lo aporta Amazon Prime Video, un servicio de streaming que se introduce en un coto hasta ahora privado para las televisiones tradicionales. Serán once temporadas de contrato, hasta la 2035/36. ¿Qué supone esto, entre otras cosas? Que sale de la ecuación TNT, que mantenía un buen porcentaje de retransmisiones durante el transcurso de la Liga. Warner Bros. Discovery, propietaria de ese canal, tenía un derecho preferente para igualar ofertas y retener el privilegio de tener consigo la NBA, y anunció que lo había hecho, pero desde la oficina de la 5ª Avenida se negó la mayor a ese respecto, se informó de que la oferta del gigante Amazon no había sido contrapeada, se anunció la totalidad de acuerdos y a tirar millas, a lo que Warner respondió: denuncia contra la Liga presentada en un tribunal estatal de Nueva York, confirmada por el portavoz Mike Bass, y que ésta pretende que sea desestimada para siempre desde hace una semana al aportar un documento de 28 páginas expresando su postura. La compañía de telecomunicaciones cree que la NBA ha incurrido en un incumplimiento de las condiciones de negociación. También se mueve el árbol en otros países: Francia se mantiene con DAZN a pesar del terremoto de derechos televisivos que vive el país; Reino Unido vive la entrada de Prime para hacer pareja con Sky; y en España el contrato con Movistar+ finaliza en 2025... Con la salida de TNT de la vida activa de la NBA, salvo que un juzgado lo impida, pierde transmisiones con uno de los narradores más reconocidos en el país americano, Kevin Harlan, y uno de los programas de referencia para el público no de nicho, Inside The NBA, en emisión desde 1988 y que cuenta con un cuarteto que poco menos que ha sido proclamado como el Monte Rushmore del mundillo: Charles Barkley, Shaquille O’Neal, Kenny Smith y el periodista Ernie Johnson.

Un ambiente distendido, hecho para el público paracaidista de la televisión que no vive pegado a la actualidad del baloncesto y desea simple entretenimiento, que va a tener un trágico final más de tres décadas después de su primera emisión. Se quería dar un giro al producto, introduciendo en la lista de ingredientes a las nuevas plataformas, y éste es el resultado que se ha conseguido.

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Publicado en AS el 29/1/2021

Por Alberto Clemente

Hay un debate dentro del debate, que emerge cuando hablamos de este tema. ¿Realmente esto corresponde a las reivindicaciones de las estrellas retiradas, o está relacionado con el auge de las redes sociales y la importancia de la televisión en la sociedad? La globalización de la NBA ha provocado que el baloncesto norteamericano llegue a todos los sitios del mundo, que el mercado se expanda y que los amistosos en Europa o los partidos oficiales en París sean un plan que la Liga ya empezó a llevar a cabo con David Stern y continúa haciendo con Adam Silver. Y, sin embargo, ni siquiera el actual comisionado, que resolvió de una forma magistral el escándalo de los comentarios racistas de Donald Sterling, ha conseguido acallar el libre albedrío y la libertad de expresión del que hacen gala Shaq y Barkley. Es más, la NBA ha bebido de este tema durante algún tiempo y lo ha alentado en privado, beneficiándose de él y sacando tajada de un panorama mediático que le hace estar siempre presente en el mundo del deporte y de las redes, aunque a veces sea de un modo moralmente reprobable. Y sin hacer nunca pública la connivencia que ha tenido, en determinados momentos, con algo que deja en mal lugar a la Liga en ciertos aspectos pero le beneficia en otros. Poderoso caballero es don dinero.

El problema para la propia NBA, es que los titulares los acaparen las opiniones de analistas que ejercen más de 'showman', como han demostrado en más de una ocasión, con concursos de triples improvisados en el plató de televisión o competiciones bastante bochornosas. No hace mucho que, en su programa, a Barkley le pusieron imágenes de jugadores de perfil bajo que han cambiado de equipo y le hacían un test para ver si sabía dónde jugaban. Cada fallo, que no era sino una muestra manifiesta de desinterés por la actualidad de una competición de la que es comentarista, provocaba risas y se jaleaba con sorna. El espectáculo es parte de una competición que vive de él, pero no es lo mismo tener a Shaquille con una cámara durante un Concurso de Mates o poner caras de asombro al estilo de Dikembe Mutombo, que reprochar directamente a los jugadores -en pleno directo- el hecho de que sean una cosa u otra.

Ahí es donde hay que medir algo muy difícil de gestionar, pero clave para el desarrollo propio de la NBA. Pero, si bien el auge de las redes y la televisión han provocado que haya más visión para semejantes actos, parece que el comportamiento de las estrellas retiradas ha empeorado en este aspecto. La retroalimentación es obvia: cuantos más medios tienen para decir lo que piensan, más lo dicen. De nada nos vale hablar del tema en privado si lo que quieren es que haya una repercusión y que la gente reaccione a lo que decimos. Y, al haberse visto en medio de la crecida de la tecnología, ha crecido una manera de autoreivindicación antes inexistente.

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