Luka Doncic, capítulo VII: ¿espejismo o realidad?
Los Mavericks afrontan una nueva temporada con el esloveno en estado de gracia y la vitola de vigentes finalistas. El fichaje de Klay y un Oeste más abierto que nunca generan esperanzas y dudas al mismo tiempo.
Las conclusiones fueron positivas en la conclusión de la última temporada de los Mavericks. El regreso a las Finales por primera vez desde 2011 dejó dulces sensaciones en el seno de una franquicia que vio la luz por primera vez desde la retirada de Dirk Nowitzki y que confirmó que Luka Doncic es uno de los mejores jugadores del mundo y va camino de convertirse en uno de los grandes de la historia. Por fin se vislumbraban, en el sexto año de la estrella en la entidad texana, brotes verdes que invitaban a un optimismo pausado y tímido, pero esperanzador al fin y al cabo. Llegaron hasta ahí: los Celtics cumplieron con los pronósticos y pasaron por encima del rival (4-1), mientras que en Dallas se quedaron a tres victorias de un anillo del que nunca estuvieron cerca, pero que tuvieron cerca por primera vez en mucho tiempo. No es conformismo, es realidad. Pero... ¿y ahora qué?
La NBA ha tenido seis campeones diferentes en seis temporadas. La dinastía de los Warriors y su legado tuvo sus consecuencias y la ausencia de un dominador claro que permitió incluso que la franquicia de la Bahía se llevara el cuarto título de su extraordinaria era y cerrara un círculo precioso. En la Conferencia Oeste, el equipo de Steve Kerr es el único que ha aparecido en dos Finales en este periodo de tiempo (2019 y 2022, tras estar de 2015 a 2018 de forma ininterrumpida), mientras que el resto han aparecido solo una vez: Lakers, Suns, Nuggets y Mavericks. En el Este repitieron los Heat (2020 y 2023), sin suerte en ambos casos; y los Celtics (2022 y 2024) con una de arena y otra de cal. Y la serie por el título no ha tenido a los dos mismos protagonistas desde 2018, cuando Warriors (otra vez) y Cavaliers se enfrentaron por cuarta vez consecutiva.
Que no hay un dominador claro es un hecho. Para la próxima temporada, los Celtics son los máximos favoritos para repetir título y distanciarse en la lucha histórica por el trono de la NBA de los Lakers, a los que ya han adelantado (18 a 17) tras ser igualados en el palmarés con el último título angelino, en 2020. Pero también lo eran los Nuggets tras ganas en 2023, los Warriors tras hacerlo en 2022 y los Bucks tras conseguirlo en 2021. Y ninguno de los tres ha repetido; es más, ni siquiera han llegado a las Finales, quedándose en semifinales en todos y cada uno de los casos. El equipo verde, a priori, tiene más dominio y ha ganado de forma más holgada que cualquiera de los demás. Pero la temporada es muy larga, el margen de error más pequeño que nunca y la ausencia de un favorito más allá del último ganador (que no repite, hay que insistir, desde 2018) deja los pronósticos con muchos pretendientes y demasiados candidatos.
Doncic, Kyrie... y Klay
Los Mavericks han tenido un mercado discreto en cuanto a cantidad de movimientos, pero muy sonado en lo referente a los nombres. Mantienen la plana mayor de la plantilla que les llevó a ser finalistas, aunque se van Josh Green y Derrick Jones, que tuvieron una relativa importancia en la pasada temporada. También a Tim Hardaway, una pérdida que puede ser hasta beneficiosa si tenemos en cuenta que te da más de lo que te quita: con muchas dificultades en defensa, su capacidad para el lanzamiento es de sobra conocida, aunque también intermitente. Planteaba muchos problemas en la rotación, especialmente en playoffs, y su fiabilidad era más que cuestionable. Una salida que quita un problema de encima y evita que los Mavs tengan que pagarle el último año de contrato, los 16 millones que le quedaban de los 75 que firmó de forma para muchos inexplicable allá por 2021.
Las llegadas han dado más que hablar. Spencer Dinwiddie regresa tras ser una de las figuras clave en las finales de Conferencia de hace dos temporadas y jugar la última parte del curso pasado con los Lakers. Pero todo se centra en Klay Thompson: la leyenda de los Warriors vestirá por primera vez una camiseta que no sea la de la dinastía en la que permaneció durante 13 temporadas para conquistar cuatro anillos y convertirse en una de las figuras claves de uno de los mejores equipos de la historia. Por un lado, es el fin del big three de la Bahía (que formaba junto a Stephen Curry y Draymond Green) y de los Splash Brothers (que formaba junto a Curry). Por otro, los Mavericks se la juegan con un escolta que no ha vuelto a ser el mismo tras romperse primero el cruzado y luego el tendón de Aquiles entre 2019 y 2021. En total estuvo dos temporadas fuera en las que sufrió dos de las lesiones más importantes para un jugador de baloncesto. Y las consecuencias se le han notado.
Klay ha disputado 32, 69 y 73 partidos en las tres últimas temporadas, ha bajado del 40% en triples por primera vez en su carrera en dos de esos tres años, ha tenido dificultades para una defensa que era uno de sus puntos fuertes en el pasado y ha despedido los dos últimos cursos de forma trágica: en 2022, con un 3 de 19 en tiros de campo y un 2 de 12 en triples en el sexto partido de las semifinales del Oeste ante los Lakers, en ese último duelo con LeBron enmarcado en lo que fue el fin de una era. Hace unos meses, con un 0 de 10 en el lanzamiento y un 0 de 6 desde el exterior en el primer partido del play in ante los Kings. Camino de los 35 años, formará por nombre uno de los backourts más temibles de la historia de la competición norteamericana junto a Doncic y a Kyrie Irving, que consiguió una especie de redención eternamente postergada el curso pasado con sus buenos playoffs, por muy discretas que fueran sus Finales. Pero, ¿estará Klay al nivel que los Mavericks quieren?
Todo pasa por el de siempre
Al final, las opciones de los Mavericks dependerán una vez más del nivel de Luka Doncic, que encara su séptimo año en la NBA. Tercero en las votaciones al MVP la temporada pasada (tras Nikola Jokic y Shai Gilgeous-Alexander), su titánico esfuerzo para llevar a los texanos a las Finales le dejó mella en un físico siempre cuestionado y que acabó por sucumbir en el Preolímpico, de forma algo lógica por la cantidad de partidos acumulados y las exigencias de tener siempre el balón en las manos. Eslovenia no se clasificó para los Juegos y Doncic ha tenido su verano, pero falta por ver en qué estado llegará a inicios de temporada, unas fechas en las que se suele resentir, generalmente haciendo esperar para que el aficionado pueda verle con un físico óptimo que se una a su consabido talento, uno de los más grandes jamás vistos en una pista de baloncesto.
Doncic se fue a 33,9 puntos (líder de la NBA), 9,2 rebotes y 9,8 asistencias, rozando el 49% en tiros de campo y superando el 38% en triples, la mejor cifra de su carrera y un gran dato al intentar 10,6 por noche. En playoffs, donde sufrió problemas físicos y salió vivo de una batalla campal ante los Thunder, se fue a 28,9+9,5+8,1; mientras que en las Finales logró 29,2+8,8+5,6, con 2,6 robos de balón. Acompañado del mejor Kyrie que se ha visto desde su etapa en los Cavaliers, encontró en el joven Dereck Lively a un finalizador ideal mientras los Mavs completaron la zona con Daniel Gafford en el mercado de febrero, donde también llegó un cuatro abierto y un buen defensor como PJ Washington. Con esto (todos ellos siguen en el equipo) se resolvieron los eternos problemas en la zona que los texanos tuvieron desde la llegada de Doncic a la NBA y se completó una plantilla con muchas armas... pero en lo que todo sigue pasando por el mismo. Ya se sabe: el de siempre.
Ahora, toca saber si las Finales fueron un espejismo o una realidad. El Oeste se ha mantenido muy igualado en las últimas temporadas, una pila de victorias o de derrotas te pueden llevar a los cuatro primeros puestos o a la zona del play in y el margen de error es cada vez más pequeño, mientras que un mes bueno no te garantiza nada. Los Mavs esquivaron el peligro el curso pasado tras una enorme racha tras el mercado de febrero y cuajaron unos playoffs excelentes, llegando a la ronda final sin tener ventaja de campo en ninguna eliminatoria. El bloque se mantiene y el talento también. Lo desconocido es lo que tendrá que funcionar para convertir una tónica en típica. Ahí entra Klay, el flamante fichaje. El nivel de Kyrie, ese hombre que ha hecho de la ambigüedad y la ambivalencia su eterna bandera. Y de Luka Doncic, claro. Ese ser celestial que sigue haciendo historia pero que sabe que para entrar en el Olimpo necesita un anillo. Y que ya lleva el suficiente tiempo en la NBA para haber comprendido eso que todo el mundo entiende antes o después en una competición que no espera a nadie: ganar no es fácil. Nunca lo es.
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