Los Thunder dejan a Doncic al borde del colapso

Luka Doncic lo tiene cada vez más complicado. Los Mavs pueden cerrar su misérrima temporada quedándose fuera de playoffs e incluso del play in. Y lo peor es que, pese a la victoria de milagro ante los Kings, no dependen de sí mismos para acceder a la fase final. Una problemática muy grande cuando los Thunder, verdugos de los Jazz esta madrugada (98-114) solo tienen un partido de regular season por delante y tan solo tienen que hacer una cosa: ganar. Y se enfrentan contra los Grizzlies en la noche del domingo 9 de abril, último día de temporada regular, en Oklahoma. ante su público y con pocas posibilidades de perder. ¿Por qué? Entre otras cosas, porque los Grizzlies ya tienen su segundo puesto asegurado, viajan fuera de casa, es posible que reserven jugadores y se enfrentan ante un rival que tiene la oportunidad de dar un gran paso adelante en su proyecto si llega al play in, en casa y en el partido más importante de su historia desde que Russell Westbrook estuvo en la franquicia. Se dice pronto.

Y hay otra opción más para que los Mavs se queden fuera: que caigan en alguno de los dos partidos que tienen por delante. No tiene por qué pasar: juegan ante Bulls y Spurs, ambos partidos en Texas, contra un rival que ya tiene asegurado el décimo puesto del play in del Este y ante otro que lleva ya mucho tiempo sin jugarse absolutamente nada. Pero los texanos lleva así mucho tiempo y han caído ante rivales teóricamente menores de forma tan inopinada como merecida. Ganaron a los Kings, pero antes de eso vivieron una racha de siete derrotas en ocho partidos. E incluso si salen victoriosos de los dos encuentros que tienen por delante, necesitan que los Thunder pierdan el suyo si quieren llegar a ese ya manido décimo puesto y alargar durante al menos un encuentro más una temporada pésima. No es mucho, apenas es algo, pero sí necesario.

Los Thunder conquistaron Salt Lake City por pura necesidad ante un rival que no la tenía, que en ningún momento de la temporada se ha rendido pero que se desconectó hace algunos asaltos de la lucha por los playoffs. Superaron a sus rivales con un parcial de 46-59 en la segunda parte, acuciados por la urgencia de tener que ganar. Una urgencia con una entera connotación positiva, ya que no les puso nerviosos en ningún momento y les permitió dar el ímpetu necesario como para llevarse el envite. La igualdad al descanso no les desalentó (52-55), siempre estuvieron bien metidos en el choque y superaron a un rival peligroso que siempre compite y que hace solo unos días forzó a los Lakers a ir a la prórroga (133-135) cuando todavía tenían opciones, aunque pocas. Temporada muy meritoria la de Utah, que a pesar de estar en plena reconstrucción ha permanecido sólido durante todo el curso baloncestístico y tiene mimbres más que aprovechables de cara al futuro inmediato.

Inclus en un partido tan importante, los Thunder jugaron de forma tan efectiva que ni siquiera necesitaron la versión de superhéroe de Shai Gilgeous-Alexander, que se fue a 22 puntos, 7 rebotes y 7 asistencias en casi 38 minutos y con 7 de 19 en tiros de campo. Una actuación correcta, pero no especialmente brillante y que estuvo más bien acompañada: 11+6+2 de Jaylin Williams, 17+8+8 de Josh Giddey, 15+4+3 de Aaron Wiggins, 11+3+3 de Isaiah Joe, 14+10 de un participativo Dario Saric, y 10 tantos de Lindy Waters III. Demasiado para un rival con muchas bajas ya por el momento de la temporada que se vive (no jugaron Walker Kessler, Talen Horton-Tucker, Rudy Gay, Lauri Markkanen ni Jordan Clarkson) y que incluso así se mantuvo en el choque casi todo el tiempo para acabar cediendo por culpa de las pérdidas (19 en total, con 7 de un Kelly Olynyk que también se fue a 16 tantos, 14 rebotes y 8 asistencias) y de la lógica. Los Thunder ganan. Luka Doncic está al borde del colapso, del desastre. En definitiva: del adiós.