NBA

Los siete pecados de los Lakers

Pese a su triunfo en el In Season Tournament, la temporada no está situando a los Lakers, su verdadero objetivo, entre los aspirantes al título.

ETIENNE LAURENTEFE

¿En qué punto están los Lakers? Es difícil decirlo, o quizá sea muy fácil. No están horriblemente mal como hace un año a estas alturas. Pero no están demasiado bien, no con la salud deportiva que esperaban después de un verano en el que apostaron por la continuidad y, siguiendo a pies juntillas su plan, cumplieron con todos sus objetivos de mercado sin hacer (a priori) barbaridades contractuales ni lamentar pérdidas que habrían sido dolorosas (Rui Hachimura, sobre todo Austin Reaves). Los Lakers ganaron el primer In Season Tournament, un éxito. Cómo de grande o cómo de importante, no lo podemos saber todavía. Hará falta ver cómo cuaja esta nueva Copa. Pero un éxito: los 30 equipos jugaban y había que ganarlo: ellos lo hicieron. Ganaron los siete partidos de ese IST, entre ellos dos a los Suns y los de la Final Four de Las Vegas contra unos Pelicans que llegaban al alza y salieron aplastados y unos Pacers que habían sido la sensación de esa semana, con victorias en los cruces contra Celtics y Bucks.

Si apartamos los seis partidos (6-0) que doblaban para el torneo y la regular season (la final no contaba, era un partido 83 para Lakers y Pacers), los Lakers estarían 11-15. El año pasado llegaron a fin de año 15-21. No habría, aunque evidentemente es trampa (es un 17-15 total), demasiada diferencia. Los Lakers del IST existieron, no hay que borrarlos de nuestro plano de realidad. Pero sorprendió que a partir de ahí, con los lesionados de vuelta, la rotación por fin casi completa y un tono competitivo que parecía estabilizado tras un irregular inicio de temporada, el equipo se volviera a parar. Jugara partidos pésimos (como contra Spurs, Knicks o Bulls) y volviera a parecer lejos de donde querría estar.

Y en medio, otra vez, de constantes rumores de mercado. El año pasado se trataba de solucionar el enorme problema Westbrook y enderezar un barco que se hundía. Se hizo. ¿Ahora? Parece que hace falta algo más que retoques, que la cuestión va más alla´de pequeños parches. Y eso, volver a estar así, es una mala noticia para un equipo que quería competir y que gasta balas de un LeBron James (cumple hoy 39 años) que parece inacabable pero que se acabará. Y que, no lo olvidemos, está desperdiciando la inercia del curso pasado, cuando convirtió un 26-32 en, con una rotación totalmente renovada y por fin sin Westbrook, un 43-39. Superó el play in, superó a Grizzlies y Warriors y jugó la final del Oeste. Algo que habría parecido impensable solo unas semanas antes.

Sobre esa rotación que demostró que podía meterse en las principales salsas de los playoffs, los Lakers montaron este proyecto 2023-24 que no está yéndose por el acantilado pero tampoco da para soñar. No a lo grande. Estas son algunas de las cosas que están fallando:

¿QUIÉN ES DARVIN HAM REALMENTE? Los Lakers apostaron por Ham, uno de esos asistentes premium (en Milwaukee Bucks) por los que hay bofetones cuando les toca dar el salto a head coach, después de abrasar por la vía rápida a un Frank Vogel que había hecho al equipo campeón en 2020. Durante la pasada temporada, fue difícil saber qué tipo de entrenador era Ham, qué pretendía hacer. El desastre de los primeros meses pareció estar por encima de él, si bien no aportó grandes soluciones. La reacción de después tampoco pareció totalmente cosa suya, si bien ajustó lo suficiente para acompañar.

En su segunda temporada, Ham sigue pareciendo un entrenador capaz de orquestar buenos planes defensivos (cuando están los especialistas disponibles, claro…) pero lento de reflejos en la lectura de los partidos, muchas veces difícil de interpretar en las rotaciones y con malas ideas para el ataque y obsesiones que ya son muy suyas, como los quintetos con tres guards que rara vez funcionan de forma óptima. O un cambio de planes que nos lleva al siguiente punto…

UN QUINTETO QUE NO TIENE MUCHO SENTIDO. Ham mandó a Reaves, que empezó el año por debajo de su nivel y lo ha ido recuperando poco a poco, a la segunda unidad, y aprovechó el potencial de Cam Reddish, uno de los outsiders llegados para ver qué pasa con ellos, como especialista defensivo en una línea exterior que necesitaba un perro de presa, un defensor POA (point of attack). Después del In Season Tournament, y cuando las cosas estaban volviendo a torcerse, Ham movió el equipo y sacó del quinteto a un D’Angelo Russell con más arena que cal para jugar con LeBron James, Cam Reddish, Jarred Vanderbilt, Taurean Prince y Anthony Davis. Un quinteto pensado para ser muy duro en defensa pero con unos problemas gigantescos a la hora de generar espacio y anotar tiros (las dos cosas van de la mano) en ataque. De hecho, ni siquiera la defensa ha sido temible con esa unidad, que ganó (una excelente victoria) en Oklahoma City a los Thunder pero gracias a un excelente partido ofensivo liderado por la mejor versión de LeBron. Si el plan era parecerse más al equipo que se llevó el título en 2020, aquel corría más en transición, era realmente mortífero en defensa y, sin excesos, tenía más tiro. Ahora, Ham se ha puesto en manos de que jugadores como Vanderbilt y Reddish hagan en ataque cosas que no han hecho nunca en su carrera.

EL ETERNO PROBLEMA DEL TIRO. Otra vez, los Lakers son uno de los peores equipos de la NBA desde la línea de tres, la virtud que abriría de par en par el ataque y generaría espacios para LeBron James y Anthony Davis. Son el tercer equipo que menos triples lanza, el cuarto que menos mete y el décimo peor por porcentaje (35,6%). Taurean Prince, que llegó después de cinco años rondando el 40% en los lanzamientos liberados desde las esquinas, ha estado entre irregular y mal con algún despunte reciente (ya está en torno al 39%). Gabe Vincent casi no ha jugado, el prometedor Max Christie, de segundo año, tampoco tiene por ahora hueco estable en la rotación y jugadores como Reddish y Vanderbilt no van a ser tiradores fiables por mucho que entrenen. Tampoco lo ha sido, para colmo y por pura irregularidad, el ciclotímico D’Angelo Russell.

UNA CONTINUIDAD BAJO SOSPECHA. El equipo que sacó del infierno a los Lakers y acabó en la final del Oeste jugaba con Russell, Reaves, Vanderbit, LeBron y Davis. Ese quinteto apenas ha coincidido en pista, tampoco después de la recuperación de Vanderbilt, lesionado durante todo el primer tramo de la temporada. Por lo que sea, Ham (que estaba allí en primavera) prefiere otras cosas. Hachimura, que ha repuntado en las últimas victorias, también está teniendo menos continuidad y peso de lo esperado (renovó por tres años y 51 millones de dólares).

EL PÍVOT ANCLA Y LA AMENAZA VERTICAL. Una de las cosas que los Lakers no han podido replicar desde que fueron campeones en 2020 es el rol de pívot puro al lado de Anthony Davis, jugadores de explosión vertical para acabar jugadas por encima del aro e intimidación defensiva. Entonces, bordaron ese papel JaVale McGee y, sobre todo, un Dwight Howard fichado a última hora y que se redimió cuando tenía los dos pies fuera de la NBA. Después llegó Marc Gasol, que era otro tipo de cinco; Y Andre Drummond, que tampoco cuajó. Thomas Bryant, Mo Bamba… nada. Este año los Lakers lo han intentado con Jaxson Hayes, un 8 del draft con todos los atributos para hacer esa labor pero que parece incapaz de hacerla. Lo mismo le pasó en los Pelicans. Y también llegó Christian Wood, un interior de talento que sigue dando tumbos por la Liga porque acaba estando sin estar en todas partes. En 2020, los Lakers acertaron con los secundarios pescados con contratos mínimos, algo clave para redondear una plantilla en la que las grandes estrellas exprimen buena parte del salary cap. Ahora, parece que no. Ham acaba dando minutos de pívot a LeBron, a Vanderbilt o Hachimura… pero es un rol que hacía falta, hace falta… y seguirá haciendo falta, por lo que parece.

LOS PROBLEMAS PERMANENTES EN EL PUESTO DE BASE. Dennis Schröder, con sus defectos y sus problemas, fue un jugador importante para los Lakers la temporada pasada. Competitivo, intenso, con destellos (irregulares) en ataque y voluntad para ser una lapa en defensa. El alemán, después de ganar el MVP del Mundial, se fue a los Raptors y los Lakers apostaron por las renovaciones de D’Angelo Russelll (un contrato idóneo para un posible traspaso: dos años, 36 millones y player option en la segunda temporada sin opción de veto a una salida) y Reaves (cuatro años, 56 millones). La novedad era Gabe Vincent, que venía de ser el base titular de los Heat finalistas y que, con otro contrato movible (tres años, 33 millones), tenía la misión de hacer de Schröder: algo de elasticidad en defensa, tiro y competitividad. Pero, con permanentes problemas físicos, solo ha jugado en cinco partidos y ahora está en un tramo de al menos dos meses de baja. En el intercambio, los Lakers han perdido una pieza con un guard llegado de los Heat y masacrado por las lesiones. Lo que pasó hace no tanto, curiosamente, con Kendrick Nunn.

UN ROOKIE QUE POR AHORA NO ESTÁ. Una de las cosas que los Lakers han hecho constantemente bien en estos años de vaivenes y altibajos groseros (valles terribles, un pico en forma de anillo) ha sido draftear. Especialmente en las zonas templadas o bajas, picks de los que han sacado petróleo. Cuando no traspasaron su primera ronda de 2023, se abrían muchas posibilidades en una posición prometedora, la elección 17. Los Lakers optaron por Jalen Hood-Schifino, un base competitivo y con personalidad... pero sin apenas tiro y que amasaba mucha bola en Indiana. Había convencido en los entrenamientos que hizo con el equipo antes del draft.

Muchos torcieron el gesto y, aunque es muy pronto para juzgar a un chico de 20 años, la cosa no va bien. No para un proyecto con necesidades tan apremiantes en el corto plazo. JHS solo ha jugado en cinco partidos. No ha tenido continuidad por culpa de las lesiones pero tampoco ha demostrado nada demasiado prometedor cuando sí ha podido estar en pista. Quizá haya en él un gran jugador de futuro, pero no de presente. Y ha acabado siendo otro base, como Vincent, que está sin estar. En la noche del draft, muchos se llevaron las manos a la cabeza cuando los Lakers no pararon la caída de Cam Withmore, que apuntaba a top 5 y acabó en el pick 20 (Houston Rockets). El inicio de la temporada ha traído noticias peores. Justo después de la elección de los angelinos, los Heat escogieron (pick 18) a Jaime Jaquez Jr, un swingman que está siendo uno de los mejores novatos de la temporada y que ya es importante en la rotación de los de Florida. Era, además, jugador de UCLA, así que los Lakers lo tenían básicamente en la puerta de casa. Después, con el 19, los Warriors se llevaron a Brandin Podziemski, otro que jugaba en la zona (Santa Clara) y que se ha ganado la titularidad en San Francisco con su espíritu competitivo y su estilo de escolta multiusos. Los dos, desde luego eso parece, podían haber tenido un rol valioso en estos Lakers.

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