Los Lakers se dan un homenaje

De poco sirve, pero algo es algo. Es lo que pueden pensar los Lakers tras ganar a los Hawks (136-105) en una noche en la que los Kings también han salido indemnes en la prórroga y la derrota de los Warriors les permite avanzar al noveno puesto. Con eso se van a tener que contentar, ya que los Suns están a 2,5 partidos y sólo un desastre épico de sus rivales puede hacer que los angelinos se hagan con el octavo, el séptimo y no digamos ya el sexto entorchado con el que evitarían el play in. Es lo que tiene cuando en las últimas semanas has tenido varias opciones para reconducir una situación infame por méritos propios pero has caído cada vez que podías emerger: ante los Warriors el 22 de febrero, los Suns el 25 y los Kings por partida doble, el 6 y el 13 de marzo. Todos ellos partidos clave lanzados al vertedero y que han tenido generalmente un denominador común, a Anthony Davis lejos de su mejor nivel (sea cual sea, que ya no lo sabemos) y a la intendencia pendiente al unísono de LeBron James, el único que parece tener ganas de dar su enésimo viaje a los playoffs y el que menos tiene que perder si eso no ocurre. Al fin y al cabo, ya lo ha conseguido todo.

A una de las pocas cosas a la que se pueden agarrar los Lakers es que por fin tienen, de aquí a final de temporada, un calendario bastante cómodo dentro de que nunca lo es. Lo malo es que son apenas 13 partidos y lo más probable es que no de tiempo a nada. Pero así son los rivales: reciben a Sixers y Pacers y juegan uno de sus encuentros más complicados ante los Bucks en Milwaukee, juegan ante los Grizzlies y, tras ello, inician su última y pequeña gira por la Conferencia Este, en la que también visitarán a Pacers, Nets, Raptors y Wizards. Ahí ya se sabrá un poco de la situación de los Lakers, que tendrán luego enfrente a Cavaliers, Wolves y (otra vez) Warriors. Y terminarán la fase regular del curso baloncestístico lejos del Crypto Arena, donde jugarán ante Grizzlies y Pelicans. Toda una vorágine de rivales en la que sólo se repiten las dos visitas a Memphis y que decidirá el destino de un equipo que se ha empeñado en hacer las cosas lo más complejas todavía. Y con mucho éxito en dicha empresa, eso seguro.

La exhibición fue total para los Lakers: Anotaron 38, 35 y 38 puntos en los tres primeros periodos, ganaron los cuatro, fueron un martillo pilón que impuso el físico y la defensa, y aumentaron paulatinamente su ventaja hasta sentenciar a los Hawks, a los que llegaron a ir ganando de 35 puntos. LeBron y Davis pudieron descansar al final y se tomarán un respiro hasta el duelo del sábado ante los Sixers, otra buena noticia. Como lo es que los Lakers rozaran el 58% en tiros de campo y el 42% en triples, sólo perdiera 8 balones y repartiera 39 asistencias. Los Hawks, que perdieron hace unos días a Trae Young, están deseando acabar con el proyecto e inicial una reconstrucción eternamente postergada, siendo su único problema que el nivel en esa parte de la tabla del Este es tan bajo que no pueden ocupar el undécimo puesto, que ocupan los Nets a cuatro partidos de distancia de sus rivales. El tedio de la franquicia de Atlanta es palpable: suman su quinta derrota consecutiva y han perdido todo tipo de brillo. Y sí, ante los Lakers hasta seis jugadores llegaron a los dobles dígitos en anotación, pero el 22% en triples (con 2 de 11 de Jalen Johnson, que se fue a 25 puntos pero estuvo nefasto desde el exterior) fue una losa imposible de superar ante un equipo necesitado de un festín más que de una victoria. Y que logró ganar, entre otras cosas porque su rival hizo todo lo posible para no hacer lo mismo.

En los Lakers, un poco de todo para seguir en una lucha que ya veremos qué resultados da. LeBron, que está cuajando una temporada espectacular con 39 años, se fue a 25 puntos (10 de 14 en tiros de campo), 7 rebotes y 10 asistencias, D’Angelo Russell a 27+4+19, con 6 de 10 en triples e igualando el récord para un jugador de púrpura y oro en una sola temporada que tenía Nick Van Exel (183), ya por delante de Kobe Bryant; y Anthony Davis esta vez sí que estuvo dominante, algo que no ha hecho ante otros rivales que tenían grandes juegos interiores. Contra los Hawks, 22+15+6, con 10 de 14 en el lanzamiento. Además, Rui Hachimura se fue a 17 puntos, Austin Reaves a 12 (con 6 y 4) y Max Christie a 11 desde el banquillo, uno que el ya eternamente cuestionado Darvin Ham utilizó mucho y bien en un partido en el que, por cierto, era sencillo hacerlo. Los Lakers salen de esta manera de una racha de dos derrotas consecutivas, algo que no les pasaba desde el 29 y el 30 de enero (Rockets y, precisamente, Hawks). También a un 25-12 en el Crypto Arena, uno de los mejores balances como locales en la NBA, especialmente entre los equipos de fuera de las cuatro primeras posiciones de cada Conferencia. Y se vuelven a poner novenos, manteniendo opciones de llegar a la fase final de forma extraña e inesperada. Una victoria convertida en paliza y una exhibición maravillosa que de poco sirve. Pero algo es algo. Ese es, en última instancia, el comentario optimista.

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