Los Lakers juegan sin presión frente a los destensados Pistons

Los Lakers han puesto un ritmo que, basado en un calendario un tanto más beneficioso estos días, les está permitiendo verse con más pulmón en la Conferencia Oeste. Cinco de sus últimos seis partidos se han ido al casillero de victorias. En ese sentido se están asemejando a lo que les ocurrió la temporada pasada, aunque aún no tan agudo: el inicio daba incluso peores sensaciones, la reacción fue furibunda. Abogan por repetir o incluso mejorar.

En el Crypto Arena se midieron este martes con los Pistons, ocupantes del vagón de cola de la NBA (son el equipo con el peor récord, 8-45). De nuevo sacudidos por el mercado de traspasos los de Detroit se enfrentan a una plantilla nueva, la suya, con la que navegar las últimas semanas de competición. En L.A. estuvieron apretando hasta los últimos tres minutos, pero apretando flojito y sin hacer daño. Se marcharon del pabellón con la sensación de que había pasado otro día más y ellos eran la marmota. 125-111 fue el resultado al concluir.

Los Lakers ya habían ganado la ida de esta confrontación, en la que hoy no estaba el lesionado Isaiah Stewart para buscarle las cosquillas a LeBron James, e hizo lo mismo en la vuelta, en su hogar. Precisamente Ham tuvo que mantener casi hasta el final al genio de Akron porque los Pistons remaron mucho mejor en la segunda mitad, rebajando la distancia entre equipos y obligando a no destensar mucho a sus jugadores. Pero sin pasar de ahí.

Después de que todos los titulares anotaran al menos 20 puntos en el partido pasado, ante los Pistons fueron 15 para cada uno de ellos. El que más se distanció de esa marca fue James, con 25, para ser el máximo encestador del duelo. El novato Ausar Thompson, con 19, fue el que más metió para los de Monty.

Los Pistons tienen controlados esos tres puestos que dan ventaja en el draft. Los otean desde su atalaya. Wizards y Spurs les acompañan. Pero no deben descuidarse si ése es el objetivo -no se entendería otro a estas alturas- porque los Hornets sólo tienen cuatro más que ellos. Es a lo que deben jugar de aquí a abril: con eso e intentando que los proyectos de futuro que tienen entre manos vayan cogiendo cuerpo. Muy peregrino todo.

En la casa de los Lakers hay un nuevo inquilino, Spencer Dinwiddie, que jugó frente a Detroit sus primeros minutos con la franquicia de púrpura y oro. Hasta 31. Su aportación se redujo a un 2+1 y un triple en el cierre del tercer cuarto. Falta ensamblaje. Estaba libre después de ser traspasado de los Nets a los Raptors el último día del mercado y los Lakers se lo quitaron a los Mavericks, equipo en el que estuvo el pasado curso. Con las ausencias de Vanderbilt, Reddish o Vincent por lesión él debe hacer el trabajo de involucrarse en la rotación lo más posible, ahora que parece haberse estabilizado, y ser ese suplente que aporte puntos sin pedir grandes esfuerzos. Ésa es la motivación para ficharle. Para él, según explicó a los medios en una disertación muy personal, deportiva y estructuralmente los Lakers eran la mejor opción: “Pongamos que eres un niño y hay un abusador que te pega una paliza. Los Mavericks serían tu madre: ‘Todo está bien, cariño’. Los Lakers son como tu padre: ‘No, más te vale salir ahí y pelear hasta que ganes’. Así es como me sentí entre los dos. Creí que esto era lo que necesitaba”. El base-escolta es originario de Los Ángeles.