Los Cavs cambian de cara: Mitchell y Garland lo dejan todo en tablas

La capacidad de cambiar es algo inherente a todo buen entrenador. Y también una cualidad necesaria para llegar adelante en playoffs. El único plan de muchos entrenadores suele no funcionar cuando una serie se alarga y las cosas se ponen feas. Chocan contra sus propias limitaciones, no consiguen variar, insisten en una sola idea y, al final, sucumben a ella. Los ajustes entre un partido y otro pueden decidir una eliminatoria, permiten no sumar dos derrotas seguidas, recuperarse y emerger. Por eso, en playoffs, hemos visto tantos proyectos fallidos por no querer, o más bien no poder, hacer variaciones en un único plan que se desgasta con el paso de los días. Y, al mismo tiempo, han triunfado haciendo lo contrario entrenadores con capacidades extraordinarias y otros sin esas cualidades, pero sí con el poder para no enrocarse en un mismo pensamiento, mirar más allá y escapar así de las garras de un rival al que sorprenden y desmadejan de una forma u otra.

No sabemos si J. B. Bickerstaff es esa clase de entrenador brillante, pero sí que ha demostrado cosas (otras no) en su tiempo en la NBA y, sobre todo, ha cambiado contra los Knicks. El equipo atolondrado y sin recursos del duelo inicial se ha convertido en atractivo, claro y limpio en este segundo. La dependencia ofensiva de un genio como Donovan Mitchell tenía que ser resuelta y Bickerstaff le dio los mandos de la distribución. Y el cambio fue brutal: todos anotaron más, Darius Garland encontró una cabida en un sistema en el que le ha costado mucho encajar, el juego fue colaborativo (hasta 26 asistencias repartidas, 10 más que en el choque inicial) y el banquillo aportó con una rotación, otro cambio, mucho más profunda que en el primer asalto. Todos estuvieron involucrados. Y el Rocket Mortgage FieldHouse, apagado hace unos días, volvió a ser la olla a presión que fue en la época de LeBron James, la que necesitan los Cavs para sumar y empatar la eliminatoria. Un jugador más.

Los cambios de Bickerstaff se notaron en todo, especialmente en un Mitchell que asumió que para ganar la serie no puede tirar las 30 veces de la derrota inicial. Pasó a tan solo 11 (una barbaridad la diferencia), anotó 17 puntos y repartió 13 asistencias, perdiendo solo 2 balones para un +24 con él en pista. Todos estuvieron metidos, aportando, en parte gracias a que el escolta hizo de base y permitió a Garland jugar en una versión más cómoda... y también se notó: de esos 17 puntos de game 1 se fue a 32, y de 11 lanzamientos a 17, pasando además de 4 a 10 intentos de triple. Más protagonismo y un encaje que ya veremos si es definitivo o solo pasajero al lado de Mitchell, un lugar en el que se le ha visto intermitente y a veces incluso perdido durante la temporada. La sensación es que la llegada de su nuevo compañero ha frenado ligeramente la progresión de Garland, pero la realidad es que sus estadísticas han sido similares a las del pasado curso y con algún que otro ajuste la pareja puede funcionar.

En los Knicks no hubo demasiada respuesta y, tras un inicio en el que plantaron cara, parecieron luego conformarse con la victoria inicial, como si con eso les pudiera bastar. No es criticable: es más, las deconexiones pasajeras con hasta normales para determinados equipos. Superados por las circunstancias, Jalen Brunson se fue a 20 puntos, 5 rebotes, 6 asistencias y 4 robos, pero lanzó un 5 de 17 en tiros de campo y un 1 de 8 en triples. Julius Randle tampoco tiró bien (8 de 20) y se quedó en 22 tantos, pero perdió 6 balones. El 24,1% en triples de los Knicks lo decidió todo (7 de 29) y el banquillo esta vez no funcionó. Tom Thibodeau aprovechó la abultada diferencia para dar un respiro a sus jugadores, algo poco habitual en el veterano entrenador. Pero se quedó sin respuestas en ambos lados de la pista: un 36,7% en tiros de campo, 17 pérdidas totales... Y sin capacidad para frenar al rival, que a ratos jugó muy fácil. Es más, en el segundo cuarto, sin ir más lejos, los Cavs anotaron 34 puntos, lanzaron con un acierto del 50%, repartieron 9 asistencias y sólo perdieron un balón. Mala cosa para los Knicks.

Y más: Caris LeVert lideró la segunda unidad local y se fue a 24 puntos desde el banquillo. Danny Green debutó en estos playoffs, se fue a casi 20 minutos y anotó un triple, el 315 de su carrera para estar noveno en la lista. Evan Mobley y Jarret Allen sumaron 22 puntos, 23 rebotes y 5 tapones de forma combinada. Isaac Okoro cometió dos faltas muy rçapidas y jugó menos de 3 minutos para dar paso a un LeVert muy activo. Y Ricky Rubio no jugó tras hacerlo poco más de 5 minutos en el primer encuentro: el base español no ha terminado de explotar este curso, resentido de una lesión que le apartó durante un año de las pistas en su mejor momento, y su protagonismo ha disminuido. Veremos dónde está su futuro y cuánto le queda en una NBA en la que ha hecho una carrera fantástica y suma ya 12 temporadas. La mejor noticia para los Cavs, la victoria y la gran actuación de Garland. “Hemos visto al All Star que conocemos”, ha dicho Mitchell de su compañero. La serie se traslada a Nueva York. Al Madison. Ese lugar en el que todo es posible. O no. Eso siempre depende del punto de vista, claro.