Los Bucks cazan sin Antetokounmpo

Los Bucks son exactamente el tipo de equipo que no parecía que fueran a ser capaces de ser ya, a estas alturas de una era Giannis Antetokounmpo que parecía abocada definitivamente a un lento y fatigoso, pero inevitable, divorcio. Metidos en giros locos de guion, como la revolucionaria (y muy costosa para su futuro) manera de poner fin al terrible experimento que fue la llegada de Damian Lillard, era fácil apostar por un año miserable, en un permanente sí pero no que acabara en un definitivo fin de ciclo: adiós a la gran estrella, a ver qué demonios hacemos ahora. Y todo eso puede pasar todavía, claro, porque los Bucks se mueven en terreno resbaladizo con Giannis ya más de cuatro después del anillo de 2021. Pero…

Pero este es, ahora mismo, un equipo vivo, intenso, rápido, físico y joven. Vibrante. Lo que no parecía hace un año. Quizá su techo de talento no asusta, pero Doc Rivers (otro en el cuesta tanto confiar a estas alturas) ha conseguido que sus jugadores salten a la pista con el cuchillo entre los dientes y sin nada que perder, en una reivindicación permanente que por ahora vale un 4-1, con muy buenas sensaciones y esta victoria de póster (120-110) contra los Warriors… y sin Giannis. Una hora antes del partido, el griego se bajó del partidazo de la jornada por molestias en la rodilla izquierda. Sin él, parecía que a Stephen Curry y compañía se les había puesto la noche de cara, pero no. De hecho, fueron los Bucks los que parecieron casi siempre mejores. Desde luego, más intensos, más frescos, con más hambre.

Y eso, este puñetazo en la mesa, puede significar algo en un Este que todavía no tiene muy claras sus jerarquías. Un puñado de forajidos arropando, por tierra, mar y aire, a una estrella del nivel de Giannis (más de 36 puntos y 14 rebotes en el inicio de curso) es una combinación que puede funcionar. Desde luego, que va a ganar muchos partidos. Y eso, como poco, equivale a tener la fiesta en paz durante unos cuantos meses. Si los Bucks siguen jugando así, compitiendo así, se hablará menos de megatraspasos, de los Knicks y de las sugerencias pasivo-agresivas de Giannis.

Ryan Rollins personifica como nadie esa actitud renacida, y con ganas de pelea, de los Bucks. Con solo 23 años, el guard ha tenido ya un pie fuera de la NBA (que es lo que pasa cuando te cortan los Wizards) y problemas por, por ejemplo, robos de poca monta en un supermercado. A un paso de quedar en talento desperdiciado por una caída en desgracia que pareció comenzar cuando fue traspasado a Washington, en aquel extraño intercambio de Jordan Poole por Chris Paul, por unos Warriors que se lo habían llevado (pick 44) en el draft de 2022. En Milwaukee, y desde la aparente fosa de un contrato two-way, inicio un cambio de vida que le ha convertido, ahora, en uno de los jugadores del momento: en sus dos últimos partidos ha llevado su techo anotador a 25 puntos (contra los Knicks) y de ahí a los 32 con los que abatió a sus ex, unos Warriors a los que martirizó en el último cuarto, en el que anotó 13 puntos los tiros definitivos cuando la cosa se apretó de verdad (106-104).

Rollins defendió a Curry, firmó un 13/21 en tiros con cinco triples y lideró un esfuerzo colectivo que pilló con la guardia baja a unos Warriors lentos, o confiados por la ausencia de Giannis o algo avejentados. Que vivieron de sacar tiros libres (25/26) y murieron por apilar pérdidas (22) en un partido en el que Stephen Curry estuvo flojo a pesar de sus 27 puntos y en el que Steve Kerr tuvo problemas para encontrar quintetos óptimos, con algunos jugadores fuera del ritmo necesario y sin presión defensiva exterior; un asunto a tener en cuenta si Gary Payton no estabiliza su lugar en la rotación. Uno que, ahora, parece ocupado por Jonathan Kuminga (24 puntos, 8 rebotes).

Los Warriors dejaron escapar una oportunidad de oro para ganar en una pista en la que, al menos ahora mismo, es muy difícil ganar. Y están 4-2. Los Bucks fueron una pura guerra de guerrillas, todos a una: del liderazgo de Rollins a la aportación de Kuzma, un Myles Turner tremendo en defensa, Gary Trent Jr, Aj Green, Prince, Portis, Anthony, Harris, Coffey… un equipo profundo y físico, lo que no era, y capaz de ganar sin Giannis, la verdadera prueba del algodón. Y que, además, puede haber dado con la solución a buena parte de sus problemas de congestión económica: entre Rollins (firmó por tres años y 12 millones), Cole Anthony y AJ Green anotaron 58 puntos. Sus tres contratos, sumados, no llegan a 10 millones. Así, con hallazgos como estos, se reconstruyen imperios cuando ya se tiene a una piedra fundacional tan obvia como Giannis Antetokounmpo. Una estrella que seguramente no está, ahora, pensando en los Knicks. Y eso ya es mucho. A partir de ahí, los Bucks han abrazado el rol de cazadores y van a obligar a ponerse las pilas a los que quieran ser mejores que ellos en el Este. A los que teóricamente lo son. Y eso, empezar así visto cómo fue el verano y cómo se presentaba la temporada, ya es un regalazo en Wisconsin. A ver si dura.

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