New York KnicksNYK
124
San Antonio SpursSAS
113
Finalizado
NBA | Knicks 124 - 113 Spurs

Una sinfonía de oro en Las Vegas

Liderados por Brunson y Anunoby, los Knicks remontaron para frenar a Wembanyama y hacerse con la NBA Cup por primera vez en su historia, honrando un pasado mucho más glorioso que su presente.

Alberto Clemente es licenciado en Historia y Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. Empezó su andadura en el periodismo en Cadena SER, donde estuvo de mayo de 2018 a enero de 2019, desempeñando sus funciones en la web, dentro de la sección de deportes. Tras dicha estancia, pasó a formar parte de As, siendo parte de la sección de baloncesto.
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La tercera edición de la NBA Cup acabó como empezó, con cierta indiferencia y el incuestionable hecho de que el ventajismo argumental vale para todo: si te cuelas en las eliminatorias por el título la cosa importa, pero si te quedas fuera a las primeras de cambio tampoco es para tanto. Es el pan de cada día de ese In-Season Tournament rebautizado con su actual nomenclatura y con el añadido de Emirates, por esas relaciones que la mejor liga del mundo mantiene con todo y con todos. Y todo ello en Las Vegas, con el T-Mobile como sede, ese campo neutral que es el corazón baloncestístico de un lugar que, como ha dicho Adam Silver, podría ser parte de la próxima expansión de la competición norteamericana, que podría regresar además a Seattle. Minucias dentro de un torneo del que nadie sabe exactamente qué opinar. Pero que ha llegado, como tantas otras cosas, para quedarse.

Ese es el empecinamiento del comisionado que sustituyó a David Stern para empezar a hacer cambios, llegando a todos los rincones del planeta por un lado e intentando que la regular season se haga menos tediosa (una sensación prácticamente unánime) por el otro. De ahí nació este torneo en imitación al Viejo Continente que la NBA pretende conquistar, pero también los partidos disputados en Europa cada temporada o la inclusión de ese play in que aterrizó con la excusa del coronavirus y es ahora una parte indispensable de un mes de abril que añade algún que otro asalto para algún que otro equipo. Muchas cosas que tienen opiniones dispares y que vienen del mandamás y su magnético discurso mientras el transcurso de la situación sigue sucediendo sin que nadie (jugadores, entrenadores, afición...) sepa muy bien qué opinar al respecto.

Por eso, la tercera edición de la Copa NBA ha dejado frío al público de cualquiera menos de los Knicks, que conquistan el título y lo ponen en sus vitrinas en un partido, todo hay que decirlo, verdaderamente interesante. Y con dos equipos que, llegados a ese punto, intentaron llevarse por todos los medios el título. Por un lado, los neoyorquinos, curtidos en mil batallas como franquicia histórica pero en un páramo del que no terminan de salir por mucho que cada vez susciten más esperanzas dentro de la pobrísima Conferencia Este. Llegaron a sus primeras finales de Conferencia hace unos meses desde el 2000, pero eso no impidió que despidieran a Tom Thibodeau, un entrenador a la antigua usanza al que sustituyó Mike Brown, otro que tal baila y que pisó las Finales con los Cavaliers de LeBron James allá por 2007. Ha llovido.

En el otro lado estaba la transgresión, el cambio. Unos Spurs que dejaron por el camino de la Copa a Lakers y Thunder (estos últimos, contra todo pronóstico) y que están inmersos en una lucha contra sí mismos, escapando de la alargada sombra de Gregg Popovich y buscando su primera participación en playoffs desde 2019. Siete años de ausencia tras 22 pisando la fase final de forma ininterrumpida, todo con el legendario técnico como hacedor de un equipo de ensueño que conquistó en ese periodo de tiempo cinco anillos, además de pisar seis Finales. Con Tim Duncan y compañía, ahora es Victor Wembanyama el que busca ser el líder de toda una era, algo que puede conseguir si evita las lesiones, mientras se queda con el sabor agridulce de caer en la NBA Cup (124-113) cuando saboreaba el éxito y después de haber hecho lo más difícil, eliminando a los rivales del Oeste. Vivir para ver.

Un partido que tuvo de todo

La batalla prometía y cumplió con las expectativas. Fue un toma y daca constante con un común denominador, que los Spurs dominaron durante más tiempo pero nunca se consiguieron separar de los Knicks, que llegaron a ir 11 abajo en el tercer cuarto por obra y gracia de Wembanyama, pero resurgieron de sus cenizas como el ave fénix antes de cuajar unos últimos 12 minutos sencillamente espectaculares: 35-19 de parcial, definitivo, atrincheramiento defensivo y poder bajo los aros. El baloncesto que más le gusta al Madison: garra, rebote y faena. Ese lugar que fue el epicentro del mundo en los 70 con dos anillos y Mr.Cool, Reed, Holzman (con Phil Jackson de jugador) haciendo de todo y para todos, y que volvieron a ser protagonistas en los 90 con Patrick Ewing y a pesar de la ausencia de anillos.

A esa era dorada quieren volver los neoyorquinos, que conquistan un título menor, pero que sirve para rendir homenaje al pasado con una plantilla que ya veremos si les permite llegar a las Finales en ese Este tan abierto que nadie sabe qué va a pasar. OG Anunoby fue clave en la consecución de la Copa: ya llevaba 20 puntos al descanso y finalizó con 28, 9 rebotes, 3 asistencias y un 5 de 10 en triples. Y la intendencia funcionó como si todos (menos Jalen Brunson: ahora hablaremos de él) fueran un solo ente: Karl-Anthony Towns logró 16 tantos y 11 rechaces, siendo clave en la defensa sobre Wembanyama en el último cuarto. Mikal Bridges y Josh Hart se fueron a 11 por barba. Jordan Clarkson sumó 15 desde el banquillo, mientras que Tyler Kokek se fue a 14 (con 5 y 5). Y Mitchell Robinson fue esencial: 4 puntos, pero 15 rebotes, 10 de ellos ofensivos de los 23 de su equipo. Una variable clave.

Y luego está Brunson, cómo no. Ese ser celestial que antes de ir a los Knicks estuvo a la sombra de Luka Doncic en los Mavericks (los desmanes de este equipo se pueden contar a trillones en los últimos años, Nico Harrison mediante) y que es ahora uno de los mejores jugadores de la NBA: 25 puntos, 4 rebotes, 8 asistencias y 2 tapones (con 188 centímetros de altura) y esencial al final a pesar del 11 de 27 en tiros de campo. Ha sido elegido MVP del torneo tras disputar más de 41 minutos en la final, sustituyendo a LeBron James (en la primera edición) y Giannis Antetokounmpo (en la segunda) en el palmarés, y se lleva un merecido premio que agradeció a sus compañeros como no podía ser de otra manera. Un base extraordinario que lideró una gran victoria que permitió a los Knicks sentirse orgullosos de ser los Knicks, algo que hacía mucho que nadie veía y que coronó a los que más se lo merecieron.

Wembanyama, que sigue arrastrando lesiones y jugó con restricción de minutos y de suplente, jugó menos de 25 y llegó a los 18 puntos, pero no fue la solución y se le vio superado por Towns en la recta final, siendo notorio que le falta un poco de físico para estar como tiene que estar. Dylan Harper se fue a 21 (con 5 de 7 en triples), De’Aaron Fox a 16 (con 9 asistencias), y Stephon Castle a 15, con 7 rechaces y 12 asistencias. Hubo hasta siete jugadores por encima de los dobles dígitos en anotación, pero eso no bastó ante un equipo muy respetado por los árbitros al dar tortas como panes que se ignoraron, especialmente en los últimos minutos, pero que jugó mejor cuando había que jugar mejor, en esos momentos calientes que deciden las batallas que deciden las guerras. Al final, a partido único vimos ratos de buen baloncesto y 48 minutos emocionantes. Pero se impusieron los históricos Knicks. Que protagonizaron una auténtica sinfonía de oro.

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