Isaiah Thomas insiste y gana: contrato estándar en la NBA
Los Suns amplían el contrato de Isaiah Thomas hasta final de temporada. Con ello se completa la idea que el jugador tenía en los últimos años.
Los Suns van a ser ese equipo, el que dé la oportunidad de jugar con algo más que contratos temporales a Isaiah Thomas en este repetido intento de regresar a lo alto de la NBA. El base por fin no sólo tiene sitio en una plantilla sino que puede estar como contendiente al título en la fase decisiva del torneo.
El periodista Shams Charania apuntó que se mantiene en el plantel del Phoenix hasta el final de curso. Por ello se llevará una cantidad cercana a los 300.000 dólares brutos, siendo esto lo que menos importa para su carrera en este momento.
Los Suns le dan cancha a un jugador que se ha resistido a probar otras aguas, como la de Europa, teniendo confianza en que esta opción se le acabaría presentando en la NBA. Desde las semanas previas a la pandemia de coronavirus se metió en una espiral de lesiones y esperas que ahora va a tratar de remendar.
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Thomas podrá ayudar, en la medida en la que Frank Vogel y sus ayudantes lo consideren, a Durant y los dos exteriores que completan estos Suns con tanto talento y también severas dudas, Devin Booker y Bradley Beal. Se ha valorado no sólo su calidad como jugador sino su experiencia con tantas estrella.
Aquellos 53 puntos en el Garden fueron su pico más alto como jugador y se dieron en una eliminatoria de la Conferencia Este. Y el día del cumpleaños de su hermana, fallecida poco antes, con el componente sentimental que se supone.
Isaiah se juntará con dos Lee, Saben y Damion, los mencionados antes y dos jugadores más en la posición de escolta, Grayson Allen y Eric Gordon, en un conjunto que perdió rumbo con las salidas de Paul o Payne, directores de juego que ayudaron en el último intento serio de ganar el título hasta la fecha.
Un camino de espinas sin rosas para Isaiah Thomas
Un base de 1,75 metros siempre tiene una tara para jugar al baloncesto. Para este chico de Tacoma, no tanto. Ya había destacado en Kings y Suns, precisamente el equipo que le acoge ahora, como suplente. El típico que sabe revolucionar los partidos con velocidad y puntos. ¿Triunfaría en el siguiente nivel? Pues claro. En Boston enamoró a los fieles, que son difíciles exigiendo en una franquicia que ha ganado tanto, tanto por su continua historia de superación como por los partidazos que les regaló. Pero se lesionó la cadera por primera vez, después llegaron más, y ahí empezó el calvario. Los Celtics le cambiaron por Kyrie Irving y en los Cavaliers, al lado de un LeBron que pronto se iría a los Lakers a otros menesteres, ya no era el mismo. También probó allí un año después y nada. En los Nuggets y nada. En los Wizards y nada. Y llegó la pandemia y se perdió su nombre. La lesión de cadera se había agravado y se había juntado con otras de menor rango. Entró en la espiral de la liga de desarrollo y las llamadas de la NBA sólo para contratos cortos -jugó en Grand Rapids Gold en dos etapas- y ahí se quedó. Desoyó los cantos de sirena desde la Euroliga (CSKA, por ejemplo): sólo NBA, sólo NBA, sólo NBA. Este año, ya con 35 de edad, le llamó el afiliado de los Jazz en la G-League y se salió: 32,5 puntos y 5,3 asistencias, con un 44% en triples, en cuatro partidos que le abrieron la puerta a algo más. Y ahora le toca saltar al ruedo de Phoenix para ver si aquel Isaiah de 2017 continúa entre nosotros.
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