Estos Celtics son una máquina

Los Celtics no paran: cuatro victorias seguidas después de remontar otra vez a Indiana Pacers (el lunes en Boston, esta vez en Indianápolis) y ya un 19-11 que, son terceros del Este, los pone a dos partidos de los Knicks, a los que ven más cerca que una zona de play in que tienen ya a tres partidos. Esta tenía que ser una temporada de perfil mucho más bajo para un equipo que, sin embargo, ha decidido no darse por enterado. En reseteo para evitar convertirse en la franquicia de los 500 millones en salarios, y sin buena parte del núcleo campeón en 2024 (se lesionó Jayson Tatum, se fueron Jrue Holiday, Al Horford, Luke Kornet y Kristaps Porzingis), los Celtics siguen ganando, tienen ahora mismo el segundo mejor ataque de la NBA y, en el inicio de una gira de cinco partidos fuera de Massachussets, han cogido ya la forma de un equipo muy peligroso en el Este. No digamos si Brad Stevens consigue antes del cierre de mercado (5 de febrero) un refuerzo para el juego interior (veremos, antes que nada, si lo busca siquiera) y, claro, si regresa (más bien, cuándo y cómo lo hace) Tatum…

Para reseteo, claro, el de los Pacers: el finalista de la NBA está 6-25 y ya es el peor equipo de la NBA después de la victoria de los Wizards contra los Raptors. A diferencia del plan previsto con Tatum, aunque los dos se rompieron el tendón de Aquiles en playoffs, Tyrese Haliburton no regresará seguro esta temporada. Y el equipo hoosier apila ahora siete derrotas seguidas en lo que empieza a ser la maldición del 999 para Rick Carlisle. El extraordinario técnico sigue, desde el día 8 de este mes, a un triunfo de ser el undécimo que llega a los 1.000 en los banquillos de la NBA.

Si en el inicio de la semana los Celtics levantaron veinte puntos en la segunda parte contra estos depauperados Pacers, con un trabajo excepcional de una segunda unidad en la que Hugo González fue una turbina incesante de energía, esta vez los verdes tuvieron que levantar 15 tras un pésimo inicio: 28-13 en el ecuador del primer cuarto contra un rival que anotó sus seis primeros triples, tres de un Andrew Nembard muy solo (18 puntos, 8 asistencias) en una noche en la que los problemas con las faltas persiguieron a un equipo que, una de las peores cosas de un curso de obvia transición, está sacando muy poco de Bennedict Mathurin (23 años) y Jarace Walker (22 años), dos apuestas fuertes de draft en los últimos años que podrían haber aprovechado las circunstancias para dar un paso adelante. No está siendo así, por decirlo suavemente.

Los Celtics se remangaron después de ese inicio dubitativo y voltearon el partido sin problemas aparentes: pararon la sangría en el resto del primer cuarto (39-28) y rompieron totalmente el partido en el segundo, un huracán verde de doce minutos cerrados con un 22-47. Seis triples, un 68% total en tiros, los tres principales (Jaylen Brown, Derrick White, Payton Pritchard) en dobles dígitos de anotación… una exhibición que puso un ya decisivo 61-75 al descanso. La ventaja visitante llegó después hasta los 28 puntos.

Los Celtics (8-2 en diciembre) anotaron 20 triples con un 51% de acierto (20/39) y ganaron el rebote (35-43), uno de sus (no muchos) puntos débiles. Con ese patrón, lo normal es que ganen: y ganaron por aplastamiento. Brown acabó con 30 puntos, 4 asistencias y 4 robos, White con 21+6 y 5 rebotes y Pritchard con 29+9+5. Además, y por si fuera poco, Sam Hauser está cogiendo ritmo desde el banquillo y está poniendo a punto la especialidad de la casa, el tiro exterior: anotó sus siete primeros triples y acabó con un 7/8 en 17 minutos (23 puntos), el mejor de una segunda unidad de la que se cae Josh Minott y en la que Joe Mazzulla, aspirante muy claro a Entrenador del Año, ha encontrado petróleo con el alero, Luka Garza (esta vez, 15 puntos y 4 rebotes) y el trabajo de Baylor Scheierman (30 del draft en 2024) y Hugo González (28 en 2025).

El alero madrileño no estuvo al nivel de su excepcional trilogía anterior (Heat-Raptors-Pacers) pero, ya totalmente asentado en la rotación, fue uno de los que entró ya en el primer cuarto, cuando las cosas iban torcidas. Jugó 12 minutos, no anotó (falló un triple, el único tiro que intentó) y terminó esta vez con un -13 en pista. Un día discreto tras el excepcional +80 que apiló en esos brillantes tres partidos anteriores.

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