La eliminación, con la grave lesión de Tatum, cierra la puerta a las opciones de repetir título y conduce a un verano de decisiones muy complicadas.

Payton Pritchard, Jaylen Brown, Jrue Holiday, Jayson Tatum y Derrick White, durante un partido con los Celtics.
CJ GUNTHER
Boston Celtics

Nada será igual en estos Celtics

Juanma Rubio
Nació en Haro (La Rioja) en 1978. Se licenció en periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2006 llegó a AS a través de AS.com. Por entonces el baloncesto, sobre todo la NBA, ya era su gran pasión y pasó a trabajar en esta área en 2014. Poco después se convirtió en jefe de sección y en 2023 pasó a ser redactor jefe.
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En el resto de la NBA se están preparando para los cambios que va a haber en Boston Celtics, saben que va a pasar algo con su plantilla este verano. A mí, hace semanas que me están diciendo algunas de mis fuentes que van a ver qué traspasos pueden hacer. Esta iteración actual no es sostenible y nadie, de los jugadores al staff, se sorprendería si hay cambios importantes en la plantilla”. Lo dijo Shams Charania, el peso pesado de la información NBA en ESPN.

Sorprendió el timing, en plenos playoffs y cuando los verdes, todavía vigente campeón, estaban a punto de comenzar su eliminatoria de segunda ronda contra los Knicks. La que ha acabado siendo desastrosa para ellos: eliminación (ningún campeón supera la segunda ronda desde 2019) y el terrible extra de la gravísima lesión de Jayson Tatum, que demolió sus opciones de remontar la serie (tras ese desastroso 0-2 para arrancar, en su pista) y supone un condicionante obvio para las decisiones que se van a tomar en las próximas semanas después de una temporada discreta, para los estándares del pasado curso, y cerrada con un varapalo tremendo. Los Celtics, en su mejor versión, seguían pareciendo el equipo más completo y peligroso de la NBA. Pero no serán campeones.

Pero eso sorprendió el cuándo pero no tanto el qué, el fondo, una realidad que ya había reconocido unas semanas antes el mandamás, Wyc Grousbeck, en una entrevista para WEEI.

Grousbeck acaba de vender la franquicia a un grupo liderado por Bill Chisholm por una valoración total de 6.100 millones de dólares, un récord en el deporte profesional estadounidense. Chisholm se crio en el área de Boston y es un verdadero fan de los Celtics. Como Grousbeck, que seguirá como CEO hasta el verano de 2028 y que anunció la venta el pasado junio, justo cuando la franquicia había culminado la caza del ansiado anillo número 18. Pero, decía, hace unas semanas dejó claro también que se había hecho un esfuerzo para ganar ya que no se iba a poder sostener en el medio plazo, no digamos en el largo: “No es tanto lo que se paga en impuesto de lujo, ahora se trata más de las penalizaciones deportivas. La liga ha diseñado el nuevo convenio colectivo de tal forma que los equipos no puedan volverse locos, para que no baste con encontrar unos dirigentes que echen mano a la cartera cuando lo pidan los aficionados. Con que tengan el suficiente dinero como para gastarse 500 millones o lo que haga falta”.

Nada será igual en estos Celtics

¿Por qué se ha vendido el campeón de la NBA?

Puntos de vista diferentes en lo deportivo, gestión de la fortuna familiar... así cambió de manos el campeón.

Para eso, efectivamente, el último convenio introdujo dos niveles por encima del impuesto de lujos, los aprons. Estos van más allá del castigo económico a quienes rebasan los límites e introducen limitaciones deportivas que son muy duras en el caso del segundo apron, en el que están los Celtics ahora y que rebasarán, a priori, también la próxima temporada. Esta, que afronta su recta final, por ejemplo, tiene un salary cap fijado en 140,5 millones. El límite del impuesto de lujo es 170,8. El primer apron está establecido en 178,1 y el segundo en 188,9. El cap de los Celtics, sin contar multas, está en 199,3, así que supera en más de cuatro millones ese punitivo segundo apron, el nuevo gran temor de los ejecutivos de la NBA.

Nada será igual en estos Celtics

Vivimos en la NBA de los aprons

El último convenio colectivo trajo castigos para los que gastan demasiado que están transformado la gestión de los equipos.

Los equipos que lo rebasan no pueden usar la mid level exception para firmar jugadores, un arma fundamental para equipos que no tienen margen salarial (normalmente, todos los aspirantes al anillo). No pueden recibir en un traspaso más dinero salarial del que sacan (ni un centavo más) y tampoco pueden enviar dinero en metálico, usar trade exceptions de años anteriores ni incluir varios jugadores para cuadrar esos salarios en unos traspasos que se convierten en, con estas limitaciones, verdaderamente difíciles de completar.

Además, en otra de las normas más peliagudas para los equipos, aquellos que superen el second apron no pueden traspasar su primera ronda del séptimo año a partir del presente, la última que por normativa se puede incluir en operaciones. Muchas veces, disponer o no de una primera más es lo que desatasca o tira por tierra un traspaso y es, desde luego, lo que pone a unos equipos por delante de otros en la puja por un jugador, sobre todo cuando hay estrellas en juego.

Es decir: los equipos que van a acabar la temporada 2024-25 por encima del segundo apron verán cómo se congela su primera ronda de 2032. No podrá ser traspasada ni en ese momento ni durante el tramo de deshielo en el que la franquicia avance hacia la zona buena del second apron. Para rematar, si el equipo vuelve a estar por encima de ese límite en dos de las siguientes cuatro temporadas, esa primera ronda no solo no podrá ser traspasada sino que será enviada al final de la primera ronda (será pick 30).

Esta temporada van a terminar por encima de esa última frontera Minnesota Timberwolves, Phoenix Suns y Boston Celtics. Los verdes tienen, sumados salarios (193,3 millones) y multas (53,4) la tercera plantilla más cara de la NBA: 246,8 millones. Por delante, los citados Suns (214,3+152,2, en total 366,6 millones) y Timberwolves (202,7+92,4, un total de 295,2).

Y la cosa irá a peor, con esos castigos deportivos haciendo insostenible una situación ya incendiada por un gasto desorbitado. Se filtró, de hecho, que en la venta influyeron las diferencias sobre qué hacer y cuánto gastar en plantilla, lleguen anillos o no, en el seno de la familia de un Grousbeck que asumió que se enfrentan al cebo perfecto, lo económico y lo deportivo conjurados contra los gastadores: “Con estas penalizaciones deportivas, es especialmente importante que tu general manager sea brillante, y tenga un poco de suerte, para navegar la situación. Porque un equipo no va a poder quedarse en el segundo apron. Esta es mi predicción: en los próximos 40 años, con este convenio, nadie va a estar por encima del segundo apron más de dos temporadas seguidas”.

Una situación límite en los Celtics

Los Celtics, dijo Charania, ya sufren una situación que se pondría todavía más fea, en la proyección actual, la próxima temporada: “Hay restricciones para hacer traspasos, hay rondas futuras de draft que quedan congeladas… y lo están sufriendo en sus carnes. Tienen un quinteto de cinco jugadores que ganarán 28 millones o más, cada uno, la próxima temporada. Eso es un récord absoluto en la NBA. Su factura salarial, entre sueldos y multas, se irá hasta los 500 millones de dólares. Eso rompería todos los números de la historia de la NBA. Creo que sabían que tendrían que afrontar una situación como esta cuando hicieron los traspasos por Kristaps Porzingis y Jrue Holiday”.

En efecto, los números de los Celtics 2025-26 apuntan a un volumen descomunal, exagerado. Ahora mismo más de 445 millones de dólares, lo que ya sería un récord absoluto. Y una cifra que entrará en el límite de los 500 cuando se complete la próxima plantilla. Brad Stevens, que se convirtió en excepcional directivo después de ser excepcional entrenador de la franquicia, lanzó un órdago centrado en ganar anillos ahora… y ver qué pasa después. Es una buena filosofía porque, sobre todo, ha funcionado. El equipo ganó el último anillo y era el favorito para llevarse este. Stevens no reparó en gastos: más de 1.000 millones de dólares firmados en extensiones en menos de dos años. Si se alarga el arco hasta la extensión de dos años y 20 millones que se llevó Al Horford en diciembre de 2022, el total en extensiones de la actual planilla se extiende a 30 años de contratos garantizados por 1.024 millones de dólares.

Las extensiones de Brad Stevens

-Al Horford, dos años y 20 millones
-Payton Pritchard, cuatro años y 30 millones
-Sam Hauser, cuatro años y 45 millones
-Kristaps Porzingis, dos años y 60 millones
-Derrick White, cuatro años y 118 millones
-Jrue Holiday, cuatro años y 135 millones 
-Jaylen Brown, cinco años y 285,3 millones
-Jayson Tatum, cinco años y 314 millones

La próxima temporada entra en vigor la extensión de Tatum, que salta de 33,8 millones este curso a 54,1 el próximo. Una campaña 2025-26 en la que Jaylen Brown cobrará 53,1 millones, Jrue Holiday 32,4, Kristaps Porzingis 30,7 y Derrick White, 28,1. Solo entre Tatum y Brown se llevarán 107 millones con el cap proyectado en 154,6. Hay 228 millones ya invertidos, 20 por encima del próximo segundo apron, sin afrontar la situación de dos interiores de Al Horford y Luke Kornet, los dos interiores de rotación (suplentes pero importantes) que acaban contrato al final de esta temporada.

Los rumores andan disparados, claro. A priori, los Jays, Tatum y Brown, son intocables; El primero en cualquier escenario, el segundo (MVP de las Finales 2024) en casi cualquiera pero no en todos. En principio los Celtics no iban a tomar ya decisiones tan traumáticas, aunque la posibilidad de que la lesión de Tatum convierta la próxima temporada en una de transición, un curso a la espera de la megaestrella, puede hacer que cambien las propuestas iniciales: que se busque un nuevo enfoque, que se trate de abrir por las bravas y cuanto antes una ventana más duradera y menos cortoplacista, que se intente resetear la situación con los aprons para ganar margen en próximas confecciones de la plantilla...

White en principio tampoco estará en el baile. Es fundamental en lo deportivo y tiene el salario más bajo (28,1) de ese quinteto de oro que quizá no llegue ensamblado así al inicio del próximo curso. Así que muchas miradas apuntan a Porzingis, un lujo en lo deportivo pero quizá el menos trascendental de los cinco principales si se analiza su valor real en cancha y se cuenta con sus habituales ausencias por lesión, de sus problemas musculares en los playoffs 2024 a la extraña enfermedad que le ha dejado K.O. en estos de 2025; Y a Holiday, un obrero excepcional pero un jugador que cumplirá 35 años en junio y que tiene pendientes, después de esta, tres temporadas de su actual extensión. Sam Hauser, tirador de la segunda unidad, es otro con etiqueta de movible: pasará de 2 millones a 10 en el primer año de su extensión y se considera que en su rol podría ser útil el ahora rookie Baylor Scheierman.

Esa es la realidad de la NBA: competir en el presente… y pensar en el futuro. Los Celtics iban a por el anillo, querían sellar el repeat y después, que pasara lo que tuviera que pasar. Si hay cambios, y parece que los habrá, será doloroso por mucho que esta temporada haya acabado entre chascos y disgustos. Nunca es fácil romper un núcleo duro ganador. Pero el segundo apron no deja demasiado resquicio y todos en Boston, al fin y al cabo, creen que Brad Stevens acabará acertando. Y, la verdad, cuesta culparles por ese optimismo...

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