“El modelo de la NBA europea plantea riesgos sustanciales”
El Instituto de Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada publica un informe sobre los efectos de la futura competición en España y en el continente.
La NBA ha marcado en rojo la temporada 2027-28 para el desembarco en Europa con una competición nueva junto a FIBA y al margen de la Euroliga, el gran torneo continental en el presente. En un principio, el formato se basará en 16 equipos, 12 de ellos fijos y los otros cuatro seleccionados a través de la Champions FIBA y ligas nacionales.
“Es el mejor plan para empezar, pero las cosas pueden ser distintas dentro de tres o cuatro años”, aseguró en una entrevista a AS George Aivazoglu. El director de NBA para Europa y Oriente Próximo cree que el baloncesto del Viejo Continente tiene un amplio margen para aumentar su capacidad de atracción y de generación de ingresos: “Ve posible multiplicarlos de forma exponencial”, comentó.
Es una visión muy positiva que no todos comparten. El Instituto de Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada publicó un estudio este martes en el que muestra su preocupación por los posibles efectos negativos de esta NBA Europa. “Desde una perspectiva económica, el modelo plantea riesgos sustanciales”, señala en el informe titulado Riesgos económicos del modelo NBA Europa: una amenaza a la soberanía fiscal y deportiva europea.
El Instituto pone el acento en tres puntos: la concentración de beneficios fuera del continente, la merma de soberanía fiscal y el debilitamiento del tejido deportivo local. “Hay un riesgo evidente de extraterritorialización de los beneficios: gran parte del valor añadido generado por el baloncesto europeo se canalizaría hacia estructuras corporativas domiciliadas fuera de la UE. Es decir, Europa asumiría los costes (infraestructura, cantera, afición, base tributaria), pero una porción sustancial de los retornos abandonaría su circuito económico”, asegura.
“A escala macroeconómica, la pérdida de control fiscal sobre los flujos generados por la nueva liga implicaría una merma en la recaudación tributaria, un descenso en la reinversión local y una mayor vulnerabilidad ante decisiones corporativas exógenas”, prosigue el informe.
“Desde la perspectiva de la política pública, ello constituiría un retroceso estratégico para países como España, cuyo modelo deportivo ha buscado equilibrar rentabilidad económica y valor social”, continúa el estudio, que teme que, si la NBA se centra exclusivamente en los dos gigantes españoles, Madrid y Barcelona, se marginaría “décadas de construcción de comunidades baloncestísticas en otros territorios”. “Este fenómeno acentuaría las asimetrías entre clubes, erosionando tanto la competitividad nacional como la legitimidad social del deporte”.
Pero no es su única inquietud: “La posible desvinculación de clubes élite del calendario doméstico, o su participación testimonial priorizando la nueva competición, disminuiría el valor de los derechos televisivos nacionales, reduciría la asistencia a estadios y restaría visibilidad a los patrocinadores locales. En suma, comprometería la viabilidad económica del resto del ecosistema deportivo”.
El Instituto de Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada también es crítico con la limitada participación democrática de la Euroliga, pero entiende que esta “permite retener valor dentro del continente y distribuirlo entre múltiples agentes”. “A diferencia de una NBA Europa, que concentraría beneficios en estructuras corporativas extranjeras, el modelo actual fomenta la reinversión local y la consolidación de activos intangibles: base social, fidelización y valores formativos”, comenta.
En conclusión, el estudio deja claro que cualquier intento de redefinir el baloncesto europeo debe atender a una lógica de crecimiento con soberanía: “Europa debe poder decidir sobre el futuro de su deporte, en función de objetivos económicos, fiscales y sociales propios”.
“Defender el deporte europeo no equivale a rechazar la innovación o la inversión, sino a establecer un marco de desarrollo sostenible, fiscalmente justo y culturalmente alineado con los valores europeos. En un entorno globalizado, proteger el interés económico del deporte no es proteccionismo: es política industrial inteligente aplicada al entretenimiento, la cohesión social y la identidad europea”, concluye.
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