NCAA

Edey y Clingan, dos gigantes con los que la NBA no sabe qué hacer

El duelo en la final de NCAA entre Edey y Clingan destapa de nuevo los problemas para los gigantes de destacar en el siguiente nivel: la NBA.

Patrick BreenUSA TODAY Sports via Reuters Con

Dentro de la final de la NCAA de este año entre los Huskies de Connecticut y los Boilermakers de Purdue hay varias historias a tener en cuenta. El doblete de los campeones es uno de ellos, en colectivo; si nos fijamos en lo individual tenemos que pasar por Zach Edey, jugador de la temporada en el concierto universitario y del partido con sus 37 puntos, y el pívot al que pusieron a bailar con él, Donovan Clingan, en lo que fue una lucha de gigantes que despertó la atención de propios y extraños. Estos dos se encaminan a la NBA, sin embargo, con las dudas de ojeadores y directivos sobre el impacto que allí podrán tener dadas sus características deportivas.

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En las predicciones del próximo draft Clingan ha ido ascendiendo y Edey, pese a gozar de más fama, se mantiene en un segundo plano. ESPN da a Donovan en el tercer puesto y a Zach en el decimotercero. Es sólo una aproximación. Quedan las pruebas previas y las entrevistas con los responsables de las franquicias además de, claro, ver el encaje en esas plantillas.

Jonathan Givony analista de jóvenes talentos en la cadena deportiva estadounidense, lo expresó certeramente al ser preguntado por ello en NBA Today: “Zach Edey es uno de los jugadores más dominantes de la historia de la universidad. Ha sido también una figura polarizable para los ‘scouters’ de la NBA estos últimos cuatro años”. La duda estaba y permanece. En la liga mayor de Estados Unidos se teme a los tipos tan altos (el de los Huskies, 2,18; el de los Boilermakers, 2,24).

De cara a lo que ocurra en el draft Clingan tiene el título bajo el brazo y Edey el premio individual, si bien es cierto que poco cuenta. ESPN ha ido subiéndoles en las predicciones, en las que aparecían mucho más abajo antes de empezar el curso. Son dos estandartes en la pintura, pero la historia revela que eso no se traduce en grandeza al pasar a profesional.

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Con la conclusión del torneo de la NCAA empezarán las apuestas de cara a la próxima temporada, en la que ambos se subirán el tren de la gran liga. Y, como pasara a otros hombres altos como Shawn Bradley o Gheorghe Muresan, ambos con nivel, o más recientemente a Tacko Fall, a jugadores de más de 220 centímetros les cuesta dominar frente a pívots más pequeños pero con más rapidez para cambios y saltos. Es la razón por la que Tavares se volvió a Europa y ahí sí dominó, por lo que duda en probar otra vez mientras negocia con el Madrid. Por ello la incertidumbre es elevada en los dos casos. La NBA es la próxima estación y las predicciones son lo que son.

La NBA y el filtro de los especialistas en la pintura

En un draft que se espera flojo, por nivel, un dominador de la talla de Edey puede ser la vara de medir, la que explica este fenómeno. También el de que la NCAA no es la NBA. Por eso (y por los derechos NIL) un jugador como Armando Bacot, con récords que le acreditan como un mito de los Tar Heels, prefirió el año pasado quedarse otro en la universidad cuando el salto hacia delante parecía lo suyo. Por poner un ejemplo. Hace años, ligándolo con un español, otro más: Sebas Saiz batió marcas en Ole Miss y a su llegada a Europa fue rechazado tras dos cesiones porque el poderío en los tableros no era tal en este continente, tras lo que probó suerte en Asia. El caso contrario. En la Final Four de este año hay otro caso, además, que pone de manifiesto esa traslación ambigua NCAA-NBA: D.J. Burns, de la Estatal de Carolina del Norte, es un pívot zurdo que pesa 125 kilos y al que muchos han comparado, por perfil, con Zach Randolph; típico caso de jugador que lo tendría difícil para resistir el ritmo de la NBA pero que con otra planificación, acorde a él, pondría de manifiesto su indudable calidad, porque tiene un buen toque, por delante de otras características. En estas discusiones se pueden encuadrar tanto Edey como Clingan, portentos defensivos a los que -por contra- se les pueden ver las costuras en la NBA por cómo ha evolucionado el deporte. Se quedan anquilosados debajo del aro y eso, sin los tres segundos defensivos, es una tara. Se dan poco a los cambios con exteriores; y, cuando se animan, el resultado es casi peor. Por ello pueden quedar reducidos a meros especialistas en la NBA, de relevos de pocos minutos, y para ello no empleas un pick tan alto.

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