Doncic y LeBron mandan un mensaje

Un día plácido, con energía positiva y buenas vibraciones. Lo necesitaban tanto los Lakers que por esta vez importó poco que el rival fuera Sacramento Kings (ahora 8-24), un equipo depauperado, que siempre parece a un pasito y pico de la más profunda infelicidad y que juega sin Domantas Sabonis (ya hace tiempo) ni Zach LaVine. Y que, aunque es uno de los peores de la NBA, sigue dejando que generen básicamente todo el juego un jugador de 36 años como DeMar DeRozan (en este punto de su extraordinaria carrera, una especie de anotador zombi) y otro de 37 como un Russell Westbrook que, además, no tuvo precisamente un buen día en su visita a, seguramente, el exequipo contra el que más le gustaría tenerlo: 13 puntos, 5 rebotes y 4 asistencias por 6 pérdidas con un 6/17 en tiros. Uno de esos partidos de Westbrook.

No se puede negar, en fin, que los Kings llevaban en la maleta parte de la medicación que necesitan unos Lakers tocados, que parecían incluso un poco hundidos aunque todavía no estamos en enero. Después de tres derrotas seguidas, todos horribles con la espantosa guinda del desastre contra los Rockets en la jornada de Navidad, habían pasado un par de día en los que la narrativa, con JJ Redick soltando palos con una mano y tratando de enviar un mensaje de cohesión con la otra, había girado en torno a la recalibración, la búsqueda del alma de un equipo que parecía haberla perdido y que se había llevado además la mala noticia de que va a estar más de un mes sin Austin Reaves. Que además de muy bueno y muy importante en las virtudes de un equipo que últimamente era todo defectos, parecía de los pocos que seguían felices, con una sonrisa en la pista.

Los Lakers ganaron (125-101) y por fin tuvieron un día plácido. En parte porque el rival eran los Kings, dicho está. Pero, al menos, sí que recalibraron un poco: primera victoria en casa por más de 20 puntos y un +24 total que iguala su mejor cifra de la temporada. Al menos parece un equipo herido pero no muerto, con ganas de aplicar alguna solución. Luka Doncic pareció más implicado en defensa, con más energía y menos ganas de protestar; LeBron James fue eficiente e intenso. El primero acabó con 34 puntos, 5 rebotes y 7 asistencias, el segundo con 24+3+5. Entre los dos, 12 asistencias por 7 pérdidas, que ya es algo. LeBron además firmó un casi perfecto 11/13 en tiros, un 84,6% que supone su mejor marca con los Lakers (desde 2018) y la tercera mejor de su inacabable carrera (23 años en la NBA, mañana cumple 41): “Estoy en plena batalla contra el padre tiempo, y me gustaría decir que le estoy pateando el culo”.

Más interesante fue lo que dijo Doncic sobre la responsabilidad que él y el 23 tienen que asumir para que la nave no se hunda: “Esto empieza con nosotros, tenemos que enseñar lo que somos capaces de hacer. Si vamos a salir adelante, tenemos que tirar del carro y que los demás nos sigan”. Esta vez, los demás los siguieron: Hachimura, Ayton, Smart (sin puntos) y un buen LaRavia cumplieron con el trabajo que les tocaba, esta vez sin grandes exigencias contra un rival sin munición real. Y Nick Smith Jr aprovechó de maravilla la ausencia de Reaves: 21 puntos y un 5/10 en triples, tras una entrada en tromba en la pista, en menos de 25 minutos. La rotación necesita, especialmente ahora, más puntos y juego exterior. Y Smith Jr va a tener más oportunidades como esta, así que puede ser importante más allá de que es un jugador más de feeling que de IQ. Cuando está entonado, es un contribuidor excelente; cuando no entran los tiros, su juego se reduce a la mínima expresión.

La cosa estaba tan mal, los ánimos tan tocados, que una victoria de las de cumplir y poco más sirve como desatascador. Veremos cómo de revitalizante es porque ahora llegan al Crypto.com Arena unos Pistons que son líderes de su Conferencia pero, eso sí, han perdido contra Jazz y Clippers y están en gira larga por el Oeste. Esa será otra historia. La de hoy es que, aunque no fuera un partido de exigencia excepcional (por decirlo suavemente), el equipo respondió, demostró que quiere estar ahí y se permitió un día tranquilo y con un marcador que no corrió peligro a partir del 13-2 que abrió el tercer cuarto para poner un 81-55 que ya era, obviamente, definitivo. Con todo lo malo que ha pasado en los últimos días, los Lakers están con un buen 20-10, cuartos del Oeste. Todo es cuestión de cómo se quiera ver el vaso.

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