Doncic se come 51 uvas

Habrá a quienes les apene dejar atrás el 2022. Luka Doncic entra en ese perfil de gente que, por una cosa o por otra, va a mirar con recelo el año que todos miramos ya como pasado. En su caso sólo basta con mirar los últimos días del calendario para darse cuenta de que ha entrado en un precioso trance del que no queremos que despierte. Que no se le toque. Que no se le moleste. Él se encarga de hacer disfrutar al espectador. Ahora llega 2023 y el impulso con el que viene, hablando exclusivamente del jugador esloveno, será algo difícil de mejorar.

Se cerró el año en Nochevieja con una victoria en el derbi texano ante los Spurs. Sí, in extremis, 125-126, pero es la sexta de manera consecutiva y es algo nada desdeñable viendo la deriva de la NBA. El empujón que se le ha dado a las opciones de los Mavericks para abrazar los playoffs en la Conferencia Oeste, una clasificación que se avecina como rompedora de esquemas. El mago que lo ha hecho posible se apellida Doncic y ha puesto patas arriba las fiestas navideñas de los aficionados con varios trucos que se han creído niños y mayores. En la racha de seis antes mencionada ha pasado de la cincuentena en tres ocasiones. Si sólo cogemos los últimos cinco, el promedio es casi inconcebible: un triple-doble de 45+11+10. El redondeo al año llegó este 31 de diciembre, antes del paso de año en Estados Unidos, con 51 tantos. 6/10 en tiros de tres, 12/19 en tiros de dos y 9/15 en libres, lo que estuvo cerca de costar un disgusto, fue la carta de tiro a la que se añadieron 9 asistencias, 6 rebotes o 4 robos.

Doncic está solo para muchos en el equipo que tiene, pero bien es cierto que ha impulsado él mismo la figura de Christian Wood para que alegre las jugadas en ataque y libere tanto espacio como oportunidades. El ala-pívot contribuyó, por ejemplo, este sábado con 25 puntos a ganar en San Antonio aunque fuera con ese corto margen. El esloveno terminó jugando 37 minutos pese a ser duda por unas pequeñas molestias en el tobillo izquierdo, y no es para menos con lo que ha trabajado estos días, pero la ayuda es bienvenida.

Se pudo ir por el sumidero una interesante ventaja que los Mavs manejaban en el último cuarto. Entraron al mismo con +10 y una canasta de Dinwiddie les dejó doce por encima del rival. Y tuvieron que tirar, de nuevo, del ingenio de Doncic y de algo más. Si nos vamos al esplendoroso partido contra los Knicks, el de los 61 puntos con la prórroga y la remontada, se repite la historia y el paralelismo está servido por el propio jugador. Un tiro libre lanzado mal a propósito sirvió para arreglar el trabajo que no se había hecho previamente. Por situar: después de ganar los tres primeros cuartos, apoyado por un trío de tiradores en la alineación titular al que Hardaway aportó 14 y Dinwiddie puso 11, Dallas se vio ahogada por la presión que metió el equipo de Popovich en los minutos decisivos, incansable y meritorio, para tener que recurrir al truco del manco. Los Spurs, sobre todo con Sochan (20), Jones (18) y un Pöltl (19+15) que fue artífice de la gran fuga en la batalla por el rebote, estaban remontando. Quién iba a decir que precisamente Jones y precisamente un rebote, no relacionados entre sí ambos conceptos, les acabarían condenando cuando lo tenían todo medio atado. Un tiro tras bote de Ntilikina en la esquina izquierda abrió, en el último minuto y cuando los locales estaban al acecho de los visitantes, una pequeña brecha de +3 que sería pronto revertida. Tiros libres para Sochan, con nueva y vistosa mecánica a una mano, y Doncic, los cuatro a la cazuela, y opción de todo para los Spurs con 4,1 segundos en el reloj. Ntilikina cometió falta sobre Jones y el base de los Spurs también convirtió los dos, pero dejando pasar un tiro de tres que hubiera equilibrado completamente el marcador. Los Mavericks tenía, por tanto, la ventaja. Doncic, al purgatorio de la línea de personal con apenas un segundo para el final. Viendo que el primer tiro no entró, lanzó mal el segundo para que diera en el canto del aro de manera frontal y él mismo pudiera capturar el rebote ofensivo para correr hacia la banda, dejar pasar el tiempo y conservar la ventaja hasta que sonó la bocina. Los artistas como Luka hacen méritos dignos de aplauso hasta en el fallo.