CHICAGO BULLS

Cuando Rodman dejó los Bulls para luchar junto a Hulk Hogan

En el último título de los Bulls de Michael Jordan, en plenas Finales, el polémico Dennis Rodman atrajo todos los focos y no por el baloncesto.

Las capacidades de Dennis Rodman siempre fueron a la par que sus excentricidades. Uno de los jugadores no interiores si no el que más, ya que era clasificado como alero salvo en ocasiones puntuales, con un valor incalculable para pelear el rebote, un luchador en ambos lados de la cancha y con una calidad que estaba pero iba enmascarada por esa pátina de brega y elementos decorativos que a veces le jugó tan malas pasadas. Fue campeón cinco veces seguidas, primer en el equipo que le hizo la vida imposible al primer Michael Jordan y luego junto a la estrella neoyorquina: dos con los Bad Boys de los Pistons y tres en el segundo de los tripletes noventeros de los Bulls. Ahí, en esa segunda etapa, ya estaba quemado por lo que hacía fuera la cancha más que por lo que le ocurría dentro de ella, y descentrado seguía siendo una máquina. Una de sus distracciones más recordadas fue la de irse a la lucha libre, a la WCW en su caso, cuando todavía tenía mantenía el vínculo con la NBA, y no le importó elegirla a ella en vez de asegurar el camino hacia otro anillo de campeón para completar con cinco una de sus manos.

Hay que viajar al centro de sus dos etapas más exitosas, a cuando vestía la camiseta de los Spurs en 1995, para conocer el origen de esta bomba que terminaría de explotar del todo en la cara del todopoderoso Phil Jackson unos años después. En el especial de la WCW titulado Bash At The Beach apareció Rodman acompañado de una silla para propinar golpetazos en el evento principal de la noche, un combate entre Hulk Hogan y Vader en una jaula de acero. Su vínculo con Hogan sería la constante en sus apariciones, que se extendieron hasta el año 2000. Rodman aprovechaba los veranos, los momentos en los que no tenía partidos aunque sí estuviera bajo contrato, para centrarse en esta otra pasión. A aquella primera función llegó después de una temporada en la que se había lesionado yendo en moto, se había peleado con la gente de las oficinas de San Antonio y abrió paso a los Rockets de Hakeem Olajuwon para que repitieran victoria aquel año, pero no tendría comparación con lo que habría tres años después.

Es importante en este punto explicar el contexto de lo que suponían estas apariciones de gente megafamosa en los programas de lucha libre. No es baladí. En la segunda parte de los 90 se libró una batalla sin cuartel en esta industria entre la World Wresting Federation (antes, WWF; ahora, WWE) de Vince McMahon y la World Championship Wrestling (WCW), que le empezó a comer terreno hasta poner en peligro su liderazgo. Sus programas semanales principales, Raw y Nitro, tenían una pelea paralela, la de las audiencias, en lo que se conoció como la guerra de los lunes por la noche. Raw es el programa episódico semanal más longevo que hay en estos momentos en la televisión de Estados Unidos, pero tuvo que ganar aquellas batallas. La inclusión de personajes de repercusión mundial que no estuvieran relacionados con la lucha libre era importante y el caso de Dennis Rodman ayudó al impulso de la WCW. Eric Bischoff, que fue presidente de la WCW, lo explica así: “En términos del mercado publicitario y los principales medios de comunicación, el tipo de cobertura que obtuvimos fue espectacular. Sabía que al traer a Dennis, especialmente durante el apogeo de los ‘playoffs’, tendríamos muchos medios cubriéndonos. Todas las mañanas, en cada espacio deportivo, de esto es de lo único que hablaban. Ahí es donde vino el beneficio real. Obviamente, generó muchos ingresos para el PPV, que fue un récord, pero el gran beneficio fue la oportunidad de marca que esto creó, que fue mucho más que el dinero que generó el evento”. Bischoff, uno de los que llevó al límite a McMahon y su compañía con una estrategia renovadora aunque finalmente fallida, también hace hincapié en que Rodman fue Rodman en todo momento: “El verdadero desafío fue llevarlo al ring para trabajar. La mayoría del entrenamiento se llevó a cabo en el Condado de Orange, en California. Fuimos Hulk Hogan, yo mismo y un par más de personas más. Llegaba casi siempre una hora tarde y con resaca, pero cuando aparecía y, sobre todo, cuando entraba al ring, se convertía en un ser humano completamente diferente. No solo es un jugador inteligente, es un hombre muy inteligente”. La WCW se había llevado a grandes estrellas del negocio que habían pasado por la WWF antes, como Ric Flair, ‘Macho Man’ Randy Savage, Hulk Hogan o, sobre todos ellos, Bret Hart. Con ellos coincidió Dennis Rodman aquellos años.

El punto de fricción más importante tuvo lugar en 1998. Los Bulls habían ganado dos campeonatos seguidos e iban a por el triplete, el segundo para Chicago en sólo ocho años. Gesta memorable. A Rodman no le debió parecer tal cosa a tenor de los que pasó. Cierto es que los contratos de las estrellas expiraban ese verano y el runrún de la ruptura de la plantilla en mil pedazos no ayudaba a la cohesión, pero debían cerrar a lo grande una etapa mágica para la NBA. Antes de que cumpliera con su palabra con la WCW, metiéndose en el cuadrilátero y con actividad y no como mera comparsa, ocurrió lo inexplicable. En el episodio del 8 de junio de su programa semanal Rodman apareció para pegarle un silletazo en la espalda a Diamond Dallas Page. Era una previa para preparar el combate de dos contra dos que tendrían bien entrado el verano y que le llevaría a verse con Karl Malone, su rival ese año en las Finales de la NBA. Pero en aquel momento concreto, en junio, aquellas finales se estaban disputando. Rodman cogió un avión privado después del tercer partido contra los Jazz para plantarse en Detroit, ciudad que conocía bien, y participar en el programa. Se saltó un entrenamiento y el fuego trepó alto.

Hulk Hogan rememora en un documental producido por WWE, que con el cambio de siglo aprovechó para comprar una WCW y ECW para hacerse con casi el monopolio de la escena, lo que ocurrió cuando Rodman apareció en televisión con ellos en plena disputa del título de la NBA: “Tenía a Phil Jackson en la oreja diciéndome: ‘¿Dónde está mi chico, dónde está mi chico?’. Voy a Rodman. ‘Phil Jackson me está machacando el teléfono, vas a tener que volver’. Y me dijo que no quería volver”.

Malone también se vio involucrado, claro, pero no chocando con sus actividades baloncestísticas. Lo curioso, lo que hacía Rodman a Rodman, es que el cuarto partido, el posterior a su aparición en WCW, fue el mejor para él en aquella eliminatoria que los Bulls ganaron en seis. Capturó 14 rebotes en el United Center para ganar 86-82 y poner el 3-1. Alguien de la empresa les dijo sibilinamente que interactuaran para ganar más expectación de cara a su combate y Rodman lo hizo nada más ganar el título, sentándose en el Delta Center con Carmen Electra (su mujer), enfundado en una camiseta de la NWO (grupo liderado por Hulk Hogan en el terreno escénico) y agarrando el trofeo de campeón.

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Rodman fue una celebridad más allá del baloncesto, donde fue un titán en una era en la que se repartían golpes de todos los colores. Sus excesos le valieron más fama de la que tenía por ser jugador de la NBA en equipos como los Mavs o los Lakers además de Detroit y Chicago, apuntándose también a una guerra en la que los castañazos eran preparados pero muy dolorosos.

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