NBA | PLAYOFFS 2023 | NUGGETS-LAKERS
Choque de titanes
El duelo entre Jokic y Davis, los dos mejores pívots de estos ‘playoffs’, es lo más atractivo de las finales de la Conferencia Oeste entre Nuggets y Lakers.
Habrá un duelo de altura en Denver. En todos los sentidos. A 1.608 metros sobre el nivel del mar, rodeados por las Montañas Rocosas, dos tipos de más de 2.10 metros definirán la que promete ser una de las series de playoffs más apasionantes de los últimos tiempos en la NBA. Nikola Jokic, el mejor jugador ofensivo de esta postemporada, chocará contra Anthony Davis, el mejor defensa: de ese duelo saldrá uno de los dos finalistas de la liga, en la que será una suerte de oda a tiempos pasados, en los que los partidos se definían, casi siempre, en la pintura.
El Nuggets-Lakers será, además y por sobre todas las cosas, un choque entre dos franquicias que han dominado sus respectivas series de playoffs. En la postemporada, Denver llega a la final del Oeste como el equipo con mejor ratio ofensivo (118.7 en 11 partidos), mientras que Los Angeles tiene el mejor rating defensivo (106.5 en 12 partidos). Si a eso se suma, además del monumental duelo entre Jokic y Davis, que en la cancha habrá estrellas de la talla de LeBron James, Jamal Murray, una de las dos franquicias más ganadoras de la historia y uno de los mejores técnicos de los últimos tiempos, el espectáculo está asegurado.
Aunque en el baloncesto actual los partidos se definen muchas veces por detalles, ajustes tácticos y planes estratégicos, suele terminar ganando el equipo con los mejores jugadores. En ese sentido, no hay demasiado misterio. Por eso, que Davis y Jokic jueguen uno contra el otro es un regalo de los dioses. Ambos juegan en la misma posición, por lo que el duelo personal está asegurado. Salvo algunas posesiones en las que los técnicos se pongan creativos, lo cierto es que quien aguante más minutos sin cometer demasiadas faltas y sin agotarse será probablemente el que gane el partido.
¿Cuánto aprendimos de la burbuja?
A Jokic le preguntaron, en la víspera del primer partido de la serie, qué aprendió de la final de conferencia del 2020, en la que los Nuggets cayeron ante los Lakers en la burbuja de Orlando. El serbio, como no podía ser de otra manera, señaló que no se acordaba, y procedió, como todos nos podemos imaginar, a acompañar con hombros encogidos ese rostro desinteresado que suele poner cuando le preguntan sobre asuntos que interrumpen sus pensamientos de caballos corriendo libres en paisajes bucólicos de los Balcanes.
Pero, fuera de bromas, estos dos equipos son muy distintos a lo que eran en el 2020. De hecho, de esos Lakers solo quedan LeBron y Davis; y, a pesar de que Denver todavía mantiene parte de su columna vertebral, sus principales jugadores han evolucionado notablemente, lo mismo que su técnico, Michael Malone. Se pueden sacar algunas conclusiones interesantes sobre esas finales de conferencia que los de púrpura y oro se llevaron sin demasiados problemas, con ese memorable triple sobre la bocina de A.D. (“¡Kobe! ¡Kobe!”) que dio la vuelta al mundo.
Una de esas conclusiones tiene que ver justamente con lo que fue un no-duelo entre las dos estrellas de las que hablamos. En aquel entonces, los angelinos contaban con una rotación interior muy distinta: Davis jugaba de ala-pívot, casi siempre acompañado por Dwight Howard o JaVale McGee. Estos dos gigantes, chocadores por naturaleza, se turnaban para molestar y desgastar a Jokic, mientras que A.D. acudía con ayudas medidas y dosificadas para doble marcar cuando lo consideraba necesario. La estrategia funcionó casi a la perfección.
La realidad ahora es bastante distinta. La plantilla de los Lakers está armada de otra forma: Davis es el único verdadero pívot disponible por el momento (Mo Bamba está lesionado y, cuando estuvo sano, no vio minutos en ninguna de las series anteriores) y han sido muy contadas las veces en las que ha compartido el campo con Wenyen Gabriel, por razones de espaciamiento y compatibilidad ofensiva. Darvin Ham no cuenta con defensores de pintura veteranos como Howard y McGee, de manera que la estrategia deberá ser completamente diferente.
Esto lo sabe, por supuesto, Michael Malone, que tiene claro que Jokic será doble marcado en la mayoría de posesiones. Esto puede sonar contraproducente para Los Angeles, teniendo en cuenta que el serbio es posiblemente el mejor pasador interior de todos los tiempos, pero las estadísticas respaldan la probable estrategia de Ham: en series de playoffs, cuando se le ha marcado uno contra uno, Jokic promedia 1.22 puntos por posesión, una estadística salvaje que debería obligar a cualquier equipo que lo enfrente a mandarle siempre dos marcas apenas recibe la pelota. Además, Davis se puede meter en problemas de faltas (de más está decir que de cansancio) si lo marca individualmente.
Ahí estarán, entonces, los Hachimura, James, Vanderbilt, Gabriel para acosar al dos veces MVP. Habrá ciertamente posesiones en las que Jokic y AD bailarán solos, uno contra el otro, y serán ocasiones en las que seguramente todo lo demás -todo: la vida misma- se detendrá, porque estaremos observando en vivo a dos de los grandes artistas del juego. No hay que dar eso por sentado: será un momento en el que sentiremos nostalgia del presente.
Aunque se ha hablado poco de eso, debido a sus escandalosas actuaciones defensivas (39 tapones y 17 robos en los 12 partidos de playoffs), Davis también será una amenaza constante para Jokic en ataque. El serbio, aunque ha mejorado mucho en ese apartado, sigue sin destacar por su defensa en la pintura, algo que el nacido en Chicago deberá intentar explotar cada vez que pueda. Sus 21.1 puntos por partido en esta postemporada, incluyendo un par de juegos en los que no salió casi al campo en el último cuarto, podrían dispararse ante unos Nuggets que no sobresalen por su defensa alrededor del aro.
Sea como sea, debemos esperar una serie larga y entretenida, en la que dos de los pívots más dominantes del último par de décadas darán espectáculo. Como en los viejos tiempos.